Ciudades del México Prehispánico

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El estudio de la ciudad de Toluca, la cual tiene la fortuna de ser designada capital del extenso territorio llamado Estado de México el 2 de marzo de 1824, y en el caso de Toluca, seis años más tarde, después de un trajinar por encontrar el lugar donde los tres poderes de la entidad pudieran estar, sin tener que ir de un lado a otro, como sucedió en sus orígenes. Es decir, Toluca vino a darle por fin lugar como sede gubernamental y representativa en el año de 1830. Capital de los actuales mexiquenses que somos, lo cierto es que el abandono en que se encontraba la llamada ciudad de Toluca fue casi total. Se debe recordar que al erigirse en marzo 1812 las Cortes Generales, traen en su presencia la representación política de la nueva patria española. Es en Cádiz, donde se promulga en ese mes la Constitución Política de la Monarquía de España. Hecho histórico dice más adelante que fue en septiembre de 1812, cuando se publica la Constitución en América y, por ello, el 13 de diciembre de 1812, recibe a través de dicha Constitución —surgida de Las Cortes de Cádiz—, el nombramiento de Municipio que se da para todas las posesiones políticas del reino. Sólo hasta el mes de mayo del año siguiente es que se nombra el primer cabildo. 

Al paso del tiempo y sólo con la llegada del presidente municipal, José María González Arratia, aparece su primer benefactor y gobernante constructor, el  cual en el año de 1832 inicia las primeras obras de Los Portales y múltiples obras, que por primera vez mejoran las condiciones urbanas de Toluca, ciudad de poca población y condiciones urbanas de mucho atraso como ciudad. González Arratia, expresa su inquietud por las enormes carencias que tiene Toluca: en su carácter urbano, en salubridad, educación, cultura y en desarrollo para convivencia social. Por eso surge la creación de La Alameda y primer Teatro Municipal, así como el cuidado del Beaterio, entre otros. Sí, la historia de 300 años del coloniaje español, debe hacernos pensar por qué no tuvimos el status, que sí tienen Puebla, llamada la Ciudad de los Ángeles; Zacatecas, surgida de la riqueza minera y ambición por el oro y la plata; la hermosa ciudad de la cantera rosa: Morelia y la propia ciudad de Querétaro; sin olvidar la capital de la Nueva España: la orgullosa Ciudad de los Palacios, la más bella y grande hace 200 años en América. Estudiar con objetividad los hechos históricos y las crónicas de los últimos 500 años, nos debe dar luz, del ¿por qué Toluca no tuvo el desarrollo urbano que le hicieran destacar, tanto como las capitales que he señalado en ese siglo? La historia dice que la llamada Nueva España ha de terminar siendo llamado: México, al lograr su Independencia el 28 de septiembre de 1821. Estudiar ciudad que dio cobijo a la entidad que por aquél entonces llegaba hasta Acapulco, en años de grandeza territorial, pero pobreza urbana. Estudiarla pensando que sus distritos y lugares de fama por sus personajes o por sus riquezas naturales, lo mismo iban a Cuernavaca, hoy Morelos; Tulancingo y Tula en el estado actual de Hidalgo; Tixtla, Taxco y Acapulco, en la entidad de Guerrero. Es deber de toluqueños y mexiquenses, investigar ese proceso de desmembramiento, que vino a dejarnos con un poco más de 22,500 kilómetros cuadrados. Cuando los miles y miles de kilómetros que tuvo al inicio de la Independencia oficial significaban poder político y económico.

Esta pregunta, debemos de hacerla también al revisar el libro titulado: Ciudades del México prehispánico / Tula, Teotihuacán, Monte Albán, Tajín y Chichen Itzá. Es un texto del investigador Luis E. Arochi. Resulta interesante hacerlo al conectar los cuatro libros de la mitología indígena en la historia prehispánica con las ciudades más relevantes de la era indígena. Al hacerlo nos damos cuenta que el avance literario y de carácter filosófico, por el pensamiento que planteaba en aquellos tiempos en preguntas fundamentales: ¿Quién soy? ¿Qué hago en este lugar? ¿De dónde vengo? ¿Por qué soy como soy? ¿A dónde voy? ¿Hay vida después de la muerte? etcétera. Los libros que nos presenta Enrique Florescano tienen que ver, en una relación de progreso cultural, espiritual y social, con el pensamiento avanzado de sus pobladores, para los centros urbanos importantes de la era indígena que nos dan orgullo en el mundo son realización de ello. 

En la Introducción, escribe Luis E. Arochi: Los grandes asentamientos humanos prehispánicos en el siglo XVI fueron fundamentalmente dos: Cuzco, en el Perú y Tenochtitlan, en el altiplano mexicano, los cuales simbolizan la culminación de las dos civilizaciones más avanzadas de América en ese siglo, que al poco tiempo fueron destruidas; sobre Cuzco se edificaron otras construcciones y sobre Tenochtitlan se construyó la actual capital de la República Mexicana. Otras culturas importantes de ese siglo en el área maya fueron Ti Ho e Izmal, también destruidas; sobre sus restos se construyeron Mérida, capital del estado de Yucatán, y un gran convento franciscano, respetivamente. Es historia que se repite una y otra vez: cuando los conquistadores odian tanto a los conquistados. Al no soportar la obra material y espiritual de que están investidos los conquistado. Al revisar el libro se entiende que el estudio de Toluca, lleva a comprender cuáles fueron los hechos que detuvieron su crecimiento para matlatzincas y mazahuas, e igual que para otomíes: tribu que se parapetaba en las alturas de cerros y montañas hacia el norte de Toluca o en los peores casos huían hacia Xilotepec o el actual estado de Querétaro. Sí, nada era fácil en aquellos tiempos para poder crear centros urbanos importantes. Desde las alturas del altiplano se niegan a servir de esquiroles en contra de las diferentes etnias que estaban diseminados desde Valle de Toluca el y hacia el norte, a Querétaro o hacia el occidente al Estado Michoacano: grupos indígenas ajenos al dominio de nahua, mexicas o aztecas, venidos del centro del Valle de México, cuya ambición lleva a extenderse hacia zona del sur mexiquense.

Revisar ciudades que hoy son patrimonio cultural de la humanidad es la tarea. Labor para ir comparando lo que sucedió con tales urbes indígenas y lo que sucedía en Toluca, de la cual sabemos, que fue en el 640 d. C., que es fundada por olmecas. Historiadores escriben sus investigaciones y las publican. Cuenta Luis E. Arochi: A la llegada de los españoles muchos centros ceremoniales y de intercambio comercial habían sido abandonados, destruidos y cubiertos por la vegetación. Los textos precolombinos se hicieron desaparecer intencionalmente y los españoles mencionan sólo algunas referencias proporcionadas por los nativos, razón por la cual la información se redujo en forma considerable. Es la primera y más cruel lección que debemos de recibir. No esperar que los conquistadores guardaran en archivos especiales toda esa riqueza. Quemar la Biblioteca de Alejandría es lección de bárbaros conquistadores o envidia lugareña; desde tiempos del Egipto milenario se expresa la rabia de conquistadores: lo que se ha de repetir en Europa con la llegada de los nazis en 1933 y la quema del Reichstag, en Berlín. Conquistadores españoles quemaron todo lo que fuera prueba de talento, cultura e inteligencia de indios conquistados. 

A los templos y palacios destruidos, se convirtieron en materia para construir templos, palacios y conventos en todo lugar adoctrinado en la nueva religión. Es cierto, las grandes culturas no perecen por más que la barbarie conquistadora vaya con su egolatría en contra de ella. Recordar la orden de ¡quemar París!, ante la inminente llegada de los aliados en tiempos del nazismo: ira desbocada, al ver que iban perdiendo la guerra que desataron en su enajenación con resultado de millones de vidas sacrificadas. No es raro que Arochi diga: Posteriormente se han detectado miles de construcciones que la arqueología se ha encargado de desenterrar, restaurar y consolidar. Estos grandes complejos arquitectónicos, hallados en casi dos millones de kilómetros cuadrados que tiene de superficie la República Mexicana, bien pueden denominarse ciudades prehispánicas