Como monedas viejas sobre la tierra

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Estas palabras de Paura Rodríguez Leytón caen como monedas viejas sobre la tierra, pero no como valores ya sin curso legal con destino apenas numismático, no para calumniar el suelo en que se posan, sino para añadir su fulgor inquietante a lo más destacable de la poesía que se escribe actualmente en Bolivia.

Antonio Terán Cabero

Paura Rodríguez Leytón (1973). Escritora boliviana. Autora de Del Árbol y la arcilla azul azul (Argentina, 1989); Ritos de viaje (La Paz, 2002; Caracas, 2007, ed. digital); Pez de Piedra (La Paz, 2007; Lima, 2020, ed. digital); Como monedas viejas sobre la tierra (Santa Cruz, 2012; Argentina, 2019); Deshilvanando el misterio de la hierba (Quito, 2014); Instante claro (Ciudad de México, 2018); Antología poética (edición bilingüe, con traducción de Emilio Coco, Italia, 2020); y Los momentos del fuego (México, 2023). Con Ritos de viaje obtuvo el Premio Nacional de Poesía convocado por el Gobierno Municipal de Sucre (1999).  Su poema Te atribuyo el torrente de mi sangre mereció el segundo Premio Internacional César Vallejo de la Casa del Poeta Peruano en Londres (2006). Poemas suyos han sido traducidos a 17 idiomas. Su libro Pequeñas mudanzas obtuvo el Accésit del Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador en Salamanca, en 2017. En 2022 recibió la Medalla Fray Bartolomé de las Casas, en Chiapas, México, como reconocimiento a su trayectoria literaria.

SELECCIÓN DE POEMAS

De Como monedas viejas sobre la tierra, (El Suri Porfiado Ediciones, 2019)

 

6

Cruje como madera seca el alma.

Se arruga como un pañuelo.

Pinta su rostro de otro rostro.

Miente el alma.

Finge una voz inexistente.

Revienta como un volcán.

Huye.

***

13

Llegó el agua desgranando la noche.

Yo guardé el horizonte en mí:

había cerros lejanos,

azules cerros dormidos.

(Las montañas son hermosas, dije).

Lontananza.

Tan cerca de lo lejos,

tan demasiado cerca del olvido.

Te expulsa el tiempo,

te lanza como a un insecto.

Lo extraño

son las horas

para las que estamos previstos.

***

15

Sucede este abrir y cerrar de ojos.

Sucede la luz fría que alumbra nuestras horas.

Restas y divides el silencio.

Resulta monócromo

colocar

un paso

después

de otro paso.

Es fugaz la voz:

ceniza caliente que alimenta tu tiempo.

Ya,

lejos de la carne,

es diminuto el dolor.

***

Te atribuyo el torrente de mi sangre

Son las palabras

con su urgencia de viento

las que arremeten contra este cuerpo

cubierto de recuerdos vegetales.

El alma trata de quedar ilesa,

pero hay un huracán que sacude

hasta el rincón más oscuro de los zapatos.

Las cuencas del tiempo nos miran absortas,

preñadas de lluvia lista para deshojarnos con

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀caricias maternales.

Será un sempiterno venir y caer de horas.

Mas no tiene remedio este reloj que canta los

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀desvelos.

¡Qué urgida está la mañana con sus flores

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀tenues y su pan fresco!

¿Cual es la profundidad?:

nuestra piel envejecida,

nuestros papeles perdidos y desordenados,

nuestro accidentado recorrido por el día.

Las puertas que cruzas son como bocas ajenas

a tu propio cuerpo.

En el viejo tejado no hay más que murmullos:

mumurios de palomas lánguidas

acontecidas por una campana de toques

geométricos.

No hay más que los labios mordidos

por una erosión del lenguaje.

Lo profundo es está voz cicatrizada

y el ombligo extraño de mirada cíclope.

 

Santísima Trinidad invierno del 2007.