Confundiendo términos

Views: 1142

La necesidad de trascender, la búsqueda de soluciones ante las crisis, nos hace actuar de manera poco racional al punto de comprar o asumir verdades que no corresponden a la realidad de un contexto.

Por ejemplo, hay quienes ante una infracción de tránsito, lejos de asumir su responsabilidad buscan encontrar explicaciones para legitimar lo que sin duda alguna es una conducta equivocada; de verdad pretende que me espere a que se ponga la luz verde para pasar cuando tengo mucho espacio, fue el argumento que un joven conductor le expresó a un oficial de tránsito cuando fue detenido por violentar la luz roja del semáforo.

En el ámbito educativo, ahora resulta que todos los padres de familia cuentan con asesoría jurídica y se atreven a llegar a los centros escolares con ínfulas de sabiduría que les hacen expresar que advierten a la escuela (en realidad amenazan), de que cualquier situación que afecte a sus lindos retoños (aun siendo ellos culpables) tendrá consecuencias legales importantes (sic).

En la misma tesitura, resulta que existe la percepción de que todo lo que pasa en un Colegio es bullying; que si un niño dice algo, bullying; que si jugando accidentalmente golpea a un compañero, bullying; que si el profesor le hace ver que ha cometido un error, bullying y hostigamiento. El padre o madre de familia tendría que comprender que para tipificar una conducta como bullying se requiere de una serie condiciones puntuales, reiteradas y constantes que no en todos los casos suceden.  Peor aún, llegan con la encomienda de buscar sangre a toda costa, exigiendo que el supuesto infractor sea hervido en aceite sin otro juicio más que la percepción del que se asume como agresor.

Hablamos porque tenemos boca, con una imprudencia que sorprendería hasta al más experimentado; no actuamos con base en argumentos, sino en percepciones; no analizamos las cosas con detalla, en su lugar emitimos juicios demasiado ligeros; no queremos armonía social, más bien revanchismo.

Tergiversar el significado de las cosas no abona a la construcción de mejores sociedades; es importante, antes de decir lo que sea, tener la certeza de lo que cada una de las palabras que habremos de emitir significa. No hacerlo resulta irresponsable y poco ético, por más que busquemos acomodar las circunstancias, lo que es, es.

Y en esa equivocada percepción, quienes confunden una recomendación con un regaño; una sugerencia con una imposición; un comentario con una agresión.  No todo lo que se dice tiene la intención de ofender, por el contrario, hay quienes buscan a través de la palabra hacer saber las áreas de oportunidad del otro para una mejor construcción de los perfiles de quienes conviven con nosotros.

Finalmente, quienes por un lado dicen una cosa, pero sintiendo otra totalmente en sentido contrario.  Necesitamos que te cuides, pero cada que puedo te cargo la mano en lo que se pueda; sabes que siempre te ayudaré en momentos de crisis, pero incapaces siquiera de preguntar cuál es nuestra situación; venderse como grandes profesionales, pero faltando al trabajo por cualquier pretexto.

Con ese nivel de confusión, no llegaremos a lugar alguno.   ¿Usted cree que sí?

 

horroreseducativos@hotmail.com