Diagnóstico correcto, solución equivocada

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“Los ingredientes de la receta de la abuelita son buenos, pero no para este platillo”

Roberto Correa: Economista Venezolano.

Pese a políticas, mal aplicadas, y a declaraciones, mal argumentadas, cerramos la semana con la noticia de que la inflación en el país alcanzó su mayor nivel “oficial” en más de 21 años, 7.72%. La canasta básica, los medicamentos, los cereales, los metales y los energéticos al menos triplican esta cifra y los hogares sufren las consecuencias, menor poder adquisitivo y restricción en la compra de productos básicos. Desde luego hablar de ahorro en esas condiciones, resulta una mala broma.

Entonces, el problema es más grave cuando se focaliza a los segmentos de menores recursos. Este grupo gasta una proporción más elevada de su ingreso en comida. Y resulta que el incremento de los precios de los alimentos está cerca del 13 por ciento anual y podría llegar a más del 50%.

Como se dice, y es cierto parcialmente, que este es un problema mundial provocado por la pandemia, la guerra en Ucrania y la escasez de suministros. Se pretende combatir la inflación con una receta única, quitarle liquidez al mercado. ¿Cómo?, subiendo las tasas de interés para encarecer el crédito, reducir las inversiones y al bajar la demanda, dicen los clásicos, los precios bajarán irremediablemente. Tan, tan.

Solo que esta receta, los ingredientes de mi abuelita, no funciona para todo el mundo. Estados Unidos inundó el mercado de recursos líquidos prestando y comprando deuda a tasa cero. Europa y Japón hicieron lo mismo, puede que les funcione el menú, pero solo teóricamente, las lecciones de la experiencia dicen lo contrario.

Así no bajan los precios en países como México, donde éstos se han visto afectados no por un exceso de demanda, sino por una falta de oferta. Esto es, por escasez de productos, hay menos y, por supuesto, su precio sube.

Como hemos mencionado, la realidad es que con la receta se erosiona el poder de compra, porque los incrementos de precio más significativos se dan en los productos demandados por los sectores de menores ingresos: pan, huevo, pollo, carne, limón y tortilla son algunos ejemplos contundentes. Estamos ya, como en los tristemente célebres años 70 del siglo pasado, atrapados en un “loop” perverso que repite una y otra vez el aumento de precios de productos cuya fabricación  no satisface demandas básicas.

No importa cuántos programas sociales se implementen, los analistas estiman que millones de personas empobrecerán como resultado de la inflación, y sus perspectivas no son nada alentadoras para lo que resta del año.

No parece, entonces, tan buena táctica subir las tasas para bajar la demanda. Sin embargo, surge otro problema que podría agravar la situación, el llamado “riesgo país”

Cuando el dinero no alcanza, solo existen tres opciones para cerrar la brecha: a). Imprimir papel moneda y automáticamente elevar los precios; b). Subir los impuestos o crean nuevos para tener recursos y atender programas sociales y de inversión, difícil cuando ya está deprimida la actividad económica y llevaría al cierre de empresas y aumento del desempleo; y/o c). Pedir prestado e incrementar los compromisos financieros, el aparato productivo tiene que garantizar que su actividad permitirá pagar deuda e intereses (el costo del dinero) y éstos se fijan en función de la confianza de los inversionistas en la actividad económica, social y hasta política del país.

Esa confianza se mide en índices que fijan los puntos adicionales a los que pagan los bonos del tesoro de los Estados Unidos (considerados de riesgo “cero”) que se tienen que pagar, para colocar la deuda. Ahí, además de la inflación y el casi nulo crecimiento, surge otro problema, el “riesgo país” de México se está incrementando a pasos acelerados. En términos cristianos, estamos perdiendo la confianza de los inversionistas del mundo para adquirir deuda que permita equilibrar el déficit público.

 El indicador de riesgo país de México se ubicó en 382 puntos base esta semana. Tenemos que pagar 4 puntos porcentuales más de lo que paga la FED por sus préstamos, y ya están anunciados seis aumentos. Si la FED cierra el año con tasas del 6%, México subiría el costo de su deuda a tasas del 10% o más, si los inversionistas consideran otros riesgos (como la cancelación de contratos de energía o de explotaciones mineras).

El aumento que registra el Riesgo País de México en lo que va del 2022, es el doble de los que subió en 2021 de 7,04% y similar al alza con la que concluyó el 2020 de 15,70%, con lo que parece será su tercer año de aumento en este indicador.

Esto significa aumento de 79.34% respecto al cierre del 2021 cuando estaba en 213 puntos base, alertando a los inversionistas sobre mayores percepciones de aversión al riesgo en el país por diversos factores, tales como el aumento de tasas de la Reserva Federal, así como las tensiones geopolíticas, el desarrollo de la pandemia y las preocupaciones de los altos niveles de inflación, así como factores internos.

Además, la volatilidad del indicador que mide la probabilidad de incumplimiento de las obligaciones financieras de una nación, en el caso de México, se ha incrementado 91.96% durante el 2021 y lo que va del 2022, pasando de 199 puntos base al cierre de diciembre del 2020 hasta los 382 puntos del 22 de abril.

Hay que recordar que se alude al riesgo país como un índice o indicador del nivel de confianza de los mercados en la capacidad del Estado para hacer frente a sus deudas y obligaciones. Si a la ya casi incontrolable inflación le agregamos la caída en las expectativas de crecimiento (o recuperación post-pandémica) y el incremento al indicador de “riesgo país”, la sopa de la abuelita no se ve tan apetitosa.

DE FORMA: En economía el Riesgo País se define como aquel que asumen las entidades financieras, las empresas o el Estado, por el posible impago por operaciones comerciales o préstamos que realizan con el sector público o privado de otro país.

Viene determinado por unos índices elaborados por firmas medidoras de riesgo que proporcionan una clasificación de los países a través de unos indicadores acerca de su situación política y económica.

DEFORME: El riesgo país de México está creciendo de manera sustancial, se pierde la confianza internacional.