EL JUEGO DE LA VIDA

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Como lo fue a principios del siglo pasado, para ser más precisos, al finalizar la segunda década, el mundo se hallaba sumido en la incertidumbre; había concluido la Primera Guerra Mundial, pero en seguida, se desataba una pandemia, la gripe española hacía sus estragos. Ahora, en nuestros días, primero se presentó el Covid-19 y después la invasión de Ucrania, cuyo derrotero pareciera llevarnos a una Tercera Guerra Mundial.

En pleno siglo XXI, todavía no hemos aprendido a interpretar EL JUEGO DE LA VIDA, a veces pareciera que somos felices navegando en las turbulentas aguas de un gran océano llamado conflicto. Los expertos han encontrado una poderosa razón: Jugamos con mentalidad finita los juegos infinitos.

Trataré de explicarme: una partida de ajedrez o de dominó, un partido de futbol, una carrera de autos, son juegos finitos cuya meta es ganar. Hay ganadores y perdedores, los juegos tienen un inicio y un final, reglas claras y sabemos quienes son los jugadores o competidores.

Los juegos infinitos son mucho más ambiguos y complejos y curiosamente, participamos en estos en mayor medida,  ya de adultos. En los juegos infinitos no sabemos quiénes son los jugadores, las reglas cambian de forma imprevisible, no hay claridad entre quienes resultan ganadores o perdedores y principalmente, no hay un punto final.

En los juegos finitos no hay claroscuros: o ganas o pierdes y por lo regular. Este tipo de desafíos los asumimos principalmente en nuestros primeros 20 años de vida, o sea, antes de cruzar la frontera que nos lleva a la vida adulta.

La mayoría de las dinámicas sociales, son juegos infinitos, como las relaciones humanas, la familia, la amistad, el trabajo, la educación, nuestras preocupaciones, y por supuesto, la relación con nosotros mismos a la hora que nos paramos frente a un espejo.

Estos dos tipos de juegos se nos presentan cotidianamente. No tenemos la posibilidad de cambiarlos, pero sí podemos decidir si entramos o no y, lo que es más importante, como decía Epícteto o Marco Aurelio en sus Meditaciones, con qué mentalidad lo hacemos.

Para que no nos ocurra lo que al Titanic, necesitamos primero reconocer en qué aguas vamos a navegar, ¿la de los juegos infinitos o la de los juegos finitos? Si aprendemos a desarrollar la mentalidad adecuada, tomaremos los atajos que nos permitan librar los conflictos y disfrutaremos al seguir el mapa de ruta divirtiéndonos como niños jugando al Super Mario Bros.

Ganarle al otro es el objetivo del juego finito, es un juego de suma cero. Y va desde una negociación comercial, hasta un pleito marital en donde están siempre presente los juegos de poder, inmersos en unas burbujas de egos.

Desarrollar una mentalidad de juego infinito es abrazar la incertidumbre y reconocer que nada es para siempre, el objetivo es perpetuar el juego en sí mismo, donde no hay ganadores ni perdedores. Desde dicha mentalidad se entiende que todos podemos sumar y aportar.

La continuidad de la relación con la pareja, el amigo, el compañero de la escuela es más importante que ganar o perder en un momento puntual y desde la perspectiva del juego infinito en donde la inteligencia contextual nos regala un infinito de posibilidades.

Aprendemos a reinterpretar el fracaso como la semilla de un éxito o como un paso más al aprendizaje. Como no existe un principio y un fin claros, cada momento encierra un nuevo comienzo con posibilidades renovadas. Una mentalidad infinita usa el espejo retrovisor para ver el pasado como un dato, que no determina el futuro, porque sabe que todo lo que tiene que ver con el futuro, lleva un riesgo implícito de la mano de la incertidumbre, porque tanto el devenir como la vida son juegos infinitos que ofrecen un sinfín de oportunidades para ser descubiertas.

Por eso he recibido con un gran gusto, la invitación para reencontrarme con mis compañeras y compañeros que hace medio siglo concluimos nuestra educación secundaria y así, bien pertrechados pasar de los juegos finitos a jugar los juegos infinitos, saber distinguirlos, es EL JUEGO DE LA VIDA. La invitación dice:

 

50 ANIVERSARIO DE EGRESADOS DE LA GENERACIÓN 1969-1972, DE LA ESCUELA SECUNDARIA NÚMERO UNO, MIGUEL HIDALGO, DE LA CIUDAD DE TOLUCA.

 

Estoy enterado que con un  gran entusiasmo para esta celebración, se han venido reuniendo los integrantes del comité organizador integrado por: José Manuel Estrada Portilla, Leticia Ramírez García y Mireya Baca Bueno.

Más de un centenar de alumnos obtuvimos nuestro  certificado de educación secundaria hace 50 años, cuando nuestra querida Toluca contaba con poco más de 120 mil habitantes. Pertenezco con orgullo, a las generaciones de estudiantes del Toluca de los setenta,  que estaban formadas por una gran mayoría de toluqueños embotellados de origen, o como diría un enólogo, con denominación de origen.

 

Mujeres y hombres que vivimos a plenitud nuestra adolescencia entre quienes estaban, además de los tres ya mencionados: María Eugenia Carbajal Rodarte, Leticia Roa Ramírez, Rosana Vargas Ceballos, Jorge Díaz Reyes, Gladys Padilla Conzuelo, Maritza García Bernal, Juan Manuel Zimbrón, Georgina Leyva Granados, Perla Fonseca, Salvador Carrillo, Laura Hernández Pichardo, Xavier Lazcano Díaz, Aracely González Reyes, Juvencio Larrañaga, el de la foto Larrañaga, Conchita Loretz Ruiz, Luz María Sánchez, Enrique Sánchez Rivera, Alberto Barbabosa Pliego, Alicia Ballesteros, Georgina Leyva Granados.

Seguramente será un gran encuentro de exalumnos orgullosos de haber compartido clases, vivencias y anécdotas en las instalaciones alojadas en uno de los edificios antiguos más representativos que dan vida, distinción y elegancia al centro de la capital, además, con un valor histórico de este recinto sede de La Uno, que data de hace 324 años.

Después de haber trascendido una pandemia en donde todos seguramente hicimos conciencia y reflexión sobre nuestra impronta de vida y la finitud de la misma, esta reunión generacional ha despertado un gran entusiasmo y alegría perfumada de una buena dosis de nostalgia.

También será un buen momento para recordar a alumnos integrantes de esta Generación 69-72, que han pasado a la inmortalidad, entre los que destacó por su trayectoria académica, profesional, como funcionario ocupando diversos cargos a nivel municipal, estatal y federal, a mi amigo y compañero de retos en la administración pública, el Ingeniero Juan Rafael Monroy Olivera QEPD, quien fue ejemplo de integridad y honestidad como amigo y hombre de familia.

Lo recordamos con emoción sus condiscípulos y grandes amigos como: José Manuel Estrada Portilla, Alfredo López Arriaga, Ricardo Vallejo Valdez, Fernando Jaimes, Enrique Sánchez Rivera y Joaquín Mondragón.

También forman parte de esa Generación: Minerva López Ordóñez, César Márquez Warnke, Adolfo Maldonado Pérez, Graciela Pérez Pesqueira, Alejandro Ceballos González, Josefina Franco de la Rosa, Oscar Villafaña, Gerardo García, Patricia Sánchez Flores, Rosa Cortés, Antonio Mendoza Millán, Cecilia Chávez Álvarez, Victoria Álvarez, Janelly López Aranda, Sergio Hernández Arellano, Arturo García, Gabriela Rosales, Guadalupe Lara, Alberto Soto, Sergio Vilchis.

Larga lista de alumnos entre quienes también estaban: Jakye Montaño, Paty Contreras, Paty Campuzano, Víctor Manuel Izquierdo, Laura Díaz Gómez, Gloria Acevedo, Abel Romero Becerril, Silvia Esquivel, Tere Martínez Díaz, Eduardo Castrejón, Georgina y Paty Mendoza, Rogelio Ferrer, Eduardo Zenil, Ricardo Granados, Gerardo Osornio, Cesar García Torres, Tomás Sanabria, Juan José Camacho Suárez, Carlos Alberto Navarro, Juan Ramón Saavedra, Alfredo Bustamante y Gerardo García.

Eran aquellos tiempos de nuestros queridos Diablos Rojos del Toluca, que, dirigidos por Nacho Trelles, fueron dos veces campeones, nunca perdieron como locales y eran muy competitivos, hoy, dan vergüenza. Recordamos que se inauguraba la primera tienda departamental en Toluca y se abría la primera sucursal de la famosa taquería Los Rancheros del Sur, en una contraesquina de la Alameda. Su propaganda decía: Tacos al carbón estilo el sur; tiempo después, me causó gracia que en la principal calle de Tejupilco, había una taquería del mismo estilo que se anunciaba: Tacos al carbón estilo Toluca.

Recordar es vivir, deseamos que la reunión de exalumnos de La Uno, sea todo un éxito.