El mundo fascinante de Julio Verne
No se puede negar la capacidad creativa, además de narrativa, al crear desde cero algo que posteriormente terminaría por llegarse a inventar. El autor trazó los planes y plasmó las ideas para satisfacer la demanda de excentricidades de los ricos ingleses y franceses.
UNA CIUDAD FLOTANTE (1871)
Una mujer realiza un viaje a bordo del Grand Oriental con destino a Nueva York.
El narrador relata los hechos que suceden: la presencia de una figura fantasmal, los enfrentamientos entre nobles caballeros y algunos accidentes mortales relacionados a la puesta en marcha de semejante embarcación.
Curiosidades: con este libro me atrevo a decir que el autor imaginó la travesía del tristemente célebre TITANIC, (un barco lleno de lujos, como los que abundan hoy en día). Ambos armados en Gran Bretaña, fueron los barcos más grandes de su época, zarparon de Inglaterra, y tenían como destino final, la ciudad de Nueva York en Estados Unidos.
El autor realmente realizó ese viaje en el Great Eastern en compañía de su querido hermano. Lo poco que sabemos de su estadía por el Nuevo Mundo, queda plasmado en esta novela (y en otras dos que relataré cuando sea el momento). Así que es evidente que se haya inspirado en ello para el relato.
A la par, escribía también una de sus obras cumbre: 20,000 Leguas de Viaje Submarino. Estuvo una semana en América, lo cual lamentó profundamente, pues consideraba breve el tiempo para disfrutar de una tierra tan querida para él.
Se hospedó en el lujoso Fifth Avenue Hotel en Nueva York, donde precisamente creó al protagonista por cuya boca nos narra el fantástico viaje: el Profesor Pierre Aronnax, quien en la novela se hospeda ¡en el mismo hotel de la misma ciudad!
Dato adicional: Los trasatlánticos eran usados anteriormente para transportar personas de un país a otro en diferentes continentes, exactamente lo que hace el avión comercial hoy en día. La estadía en el avión no es el objeto del viaje, sino el medio para llegar a él. Así que con la llegada de este último, los trasatlánticos se transformaron en Cruceros, destinados, ahora sí, a ser únicamente el objeto del viaje.