Feliz 2025

Views: 1649

Al comenzar un nuevo año, es común que muchos de nosotros nos hagamos una lista de propósitos; sin embargo, es importante reflexionar sobre la autenticidad de esos objetivos. ¿Son realmente propósitos que reflejan lo que queremos para nuestras vidas, o simplemente son metas superficiales que se siguen por presión social? 

El nuevo año debe ser una oportunidad para centrarnos en lo que realmente importa, dejando atrás la simulación y la hipocresía que, a menudo, acompañan a nuestros deseos de cambio.

La sociedad nos empuja constantemente a buscar el reconocimiento exterior, a cumplir con expectativas ajenas y a vivir bajo un estándar de éxito que, en muchos casos, no se corresponde con lo que verdaderamente necesitamos o deseamos. Es fácil caer en la trampa de hacer propósitos que están más orientados a impresionar a los demás que a una verdadera transformación personal. Este tipo de metas, que no nacen del corazón, sólo nos alejan de lo que realmente importa.

¿De qué sirve perder peso para cumplir con un molde social, si no lo hacemos por salud o por amor propio? ¿Qué sentido tiene acumular riqueza si no es para nuestra paz interior y bienestar, sino para alimentar el ego o competir con los demás? ¿De que sirve escribir un libro si este está lleno de mentiras que no reflejan realmente mi verdadera esencia?

Para vivir un 2025 más genuino, debemos, por octagésica novena vez, hacer un alto y preguntarnos: ¿qué es lo que realmente pretendo lograr este año? Un propósito auténtico debe surgir de una reflexión profunda sobre nuestras necesidades, nuestros valores y nuestros deseos más profundos, no de lo que otros esperan de nosotros. 

Esta es una invitación a dejar de lado la superficialidad y a buscar un camino de transformación integral, donde no nada más se trate de cambiar aspectos visibles, sino también de trabajar en lo invisible, en nuestra alma y en nuestras relaciones.

Un cambio verdadero significa dejar de vivir comparándonos constantemente con los demás y de llenarnos la boca con falsos éxitos que no atienden lo trascendente: entes que se vendan como los grandes expertos, tienen que comunicarse con sus hijos a través de redes sociales porque ni siquiera viven con ellos.

Es válido romper paradigmas; la cultura del consumismo y la competencia desmedida nos han llevado a una constante preocupación por lo que otros hacen, tienen o muestran y dejamos de lado lo que ya tenemos, ¿por qué no  enfocarnos en nuestras bendiciones y en lo que realmente nos hace felices?, sin medir nuestra vida con la vara ajena Sólo cuando nos liberemos de esta constante comparación podemos alcanzar una paz interior genuina.

Estimados lectores, en el año que inicia, en lugar de ponernos metas vacías, podemos proponernos ser más auténticos, vivir con mayor gratitud y centrarnos en lo que realmente nos transforma. La verdadera transformación –que no la cuarta–   no se mide en números, logros externos o validaciones sociales, sino en la manera en que nos conectamos con nosotros mismos y con los demás de manera más sincera, profunda y plena. 

Si este es el propósito, entonces sí estaremos avanzando hacia un año de crecimiento integral y auténtico, vayámos en esa ruta. Para todos ustedes, un extraordinario 2025. 

horroreseducativos@hotmail.com