Gimnasia, un deporte atípico respecto a las fases sensibles
Desde que somos pequeños comenzamos a realizar actividades físicas. Para ellos tenemos que tomar en cuenta el desarrollo motor que tiene que ver con los cambios producidos con el tiempo en la conducta motora y que reflejan la interacción del organismo humano con su medio. Forma parte del proceso total del desarrollo humano, que no ha acabado aún al llegar la madurez. Desde la infancia, el niño va experimentado y descubriendo de forma progresiva habilidades sencillas e individuales. Con el paso de las diferentes etapas, llamadas en el entrenamiento deportivo fases sensibles, el niño irá mecanizando y combinando las diferentes habilidades motrices hasta que llega un punto en que dejan de ser básicas y se convierten en deportivas.
La mayoría de éstas, tienen su origen en las básicas como andar, correr, saltar, equilibrarse, balancearse, lanzar, entre otras. Hay que señalar que el ejercicio además de desarrollar todas las destrezas que hemos señalado, ayuda a socializar, a divertirse, a ser equipo. Ahora bien, cuando hablamos de deporte, los especialistas señalan que los niños deben practicarlo de acuerdo a su edad ya que aún no hay una maduración motora y puede haber lesiones. Entonces, hay que realizar actividad física de acuerdo a esta capacidad y de acuerdo a su edad y al grado de madurez física y psicológica, en ello es fundamental siempre tomar en cuenta las fases sensibles en la iniciación deportiva.
El caso de la gimnasia, que es el que nos ocupa en esta ocasión, es un tanto peculiar en este sentido, pues es posible e inclusive imperante comenzar a los cuatro o cinco años; sin embargo, en el levantamiento de pesas, la equitación, el judo, el taekwondo, el fútbol y la mayoría de los deportes no es aconsejable de practicar en su forma deportiva antes de los ocho años, esto es porque no hay aún la maduración suficiente para trabajar el sistema que más se utiliza en el deporte, el musculoesquelético.
Sin ambargo, a partir de los seis años comienza el periodo apropiado para los aprendizajes práxicos dada la maduración del neocórtex, a las experiencias motrices que ya tienen niños y niñas, y a la motivación que ya manifiestan por aprender. Hay que decir que en los primeros años de esta fase resalta una gran riqueza de conductas motrices desplegadas, el control motor de y sobre todo el aumento progresivo de la precisión en los movimientos de los que ya hay un gran control visual. Ahora bien, la gimnasia es uno de los pocos deportes de especialización temprana, esto significa que el mayor avance en cuanto a la adquisición de habilidades se logra en la niñez y a más tardar en la pubertad. Esto, aclarando que la especialización es la última etapa en la actividad deportiva, posterior a las etapas de iniciación y formativa. Es decir, se requiere lograr niveles máximos de fuerza, flexibilidad y coordinación durante la infancia.
Como hemos señalado, la mejor edad para iniciar en la gimnasia es entre los cuatro y cinco años, en donde lo más importante son los hábitos posturales y el desarrollo de las habilidades motrices básicas para un posterior aprendizaje de los más complejo. Es importante insistir en que la gimnasia es un deporte atípico en el sentido del desarrollo motor en las fases sensibles.
Podemos tomar como referencia los estudios de Smoleuskiy y Gaverdouskiy (1996), en estos primeros periodos de entrenamiento se realizan las divisiones por grupos teniendo en cuenta no solamente la edad, sino que se efectúa la primera división conforme a la capacidad motriz y dominio técnico de las niñas. Continúa la utilización del juego como fuente de motivación, pero sólo como un auxiliar para desarrollar el hábito de repetición de ejercicios, un factor determinante para la evolución técnica desarrollando la capacidad volitiva posterior. Se aprenden las características de tiempo y espacio de los movimientos básicos de la gimnasia y se asimilan las posturas elementales de brazos, piernas, cabeza, conforme al estilo aceptado en el deporte, incorporando los conceptos de amplitud, rapidez y ritmo de movimiento.
Por otra parte, en la preparación técnica se desarrollan con mayor grado de precisión las técnicas más elementales comenzadas a trabajar en la etapa anterior, debiendo dominar a la perfección los roles, verticales y sus variantes: medialunas, balanceos en la paralela asimétrica y salto mortero con la utilización de aparatos auxiliares. En esta etapa, siguiendo los planteos de Hahn (1999:69), se debe dar una gran importancia al aprendizaje de movimientos sin errores, ya que los mismos son de difícil eliminación y provocan un mayor tiempo para su aprendizaje; de no ser así, sólo una vez eliminado el esquema motriz erróneo, se puede practicar el correcto sistemáticamente, teniendo en cuanta que, si permanecen efectos profundos del aprendizaje del primer movimiento, será difícil olvidarlo totalmente.
En relación con el desarrollo técnico durante estas etapas iniciales, la oferta motriz deberá ser amplia y variada, ya que cuantas más opciones de movimientos aprendidos, mayores serán las posibilidades de aprender los más complejos de distinta estructura más adelante.
Por ejemplo, en la barras paralelas asimétricas se deberán experimentar las tomas dorsales, palmares, cubitales y mixtas, con el objetivo que la niña, más adelante pueda realizar ejercicios de dificultad con los múltiples agarres que vivenció en estas etapas iniciales. En la parte de la preparación física, se realizan trabajos de preparación general, sin embargo también de manera atípica respecto de otros deportes, se incorporan por primera vez ejercicios de preparación específica que estimulan grupos musculares en posiciones poco habituales hasta ese momento. Van a comenzar sus primeras competencias que pueden aumentar la motivación por parte de las niñas, pero con un evento de mayor relevancia para los padres y las instituciones, que para las niñas en sí mismas quienes suelen encontrar la motivación y el placer por hacer gimnasia en otros aspectos más simples del entrenamiento cotidiano.
Siguiendo con los estudios de Smoleuskiy y Gaverdouskiy la etapa preparatoria especializada es difícil para aquellas niñas que comenzaron con esta actividad a temprana edad ya que constituye un período intermedio entre aquellos primeros pasos dados en el deporte y los logros deportivos que podrá tener en el futuro. Este período se da entre los nueve y diez años (una edad que es de iniciación para la mayoría de los deportes), se trata de una etapa, desde el punto de vista físico, de aumentos constantes y lineales en la atura y el peso corporal, sin cambios excesivamente bruscos que se producen en forma sostenida y pareja como señaló Crasselt. Es por esto mismo que se trata de un momento ideal para el aprendizaje de nuevos ejercicios ya que la niña se encontrará aquí familiarizada con su peso, los diámetros y longitudes de las extremidades. Es aquí donde se pueden observar las diferencias en la velocidad de aprendizaje técnico que determina a las deportistas con la máxima sagacidad, fortaleza física y aptitudes psicológicas para destacarse en el deporte poco después. Se busca en esta etapa completar el aprendizaje la mayor cantidad de movimientos elementales, como puede ser en suelo todas las variantes de morteros, mortales adelante y atrás, escuadra y plancha, mortales con medio giro y giro completo en el eje longitudinal; todos ellos ejecutados con la menor cantidad de errores ya que los mismos permitirán luego, el aprendizaje de técnicas más complejas.
Es en esta etapa, que coincide con el momento central del período de latencia, la niña sublimará su energía hacia actividades socialmente valoradas por lo cual empieza a tener mayor importancia la participación en torneos como forma de medir la propia capacidad con la de otras niñas. Finalmente, respecto al desarrollo de las cualidades físicas, se realizan trabajos de preparación tanto general como específica en función de la etapa de la planificación anual en la cual se encuentren. Se deberá poner énfasis en el desarrollo de la flexibilidad con el objetivo de preparar al sistema muscular para responder correctamente a los crecimientos óseos que se aproximan, evitando futuros acortamientos musculares que disminuyen la amplitud de los movimientos gimnásticos.