HOMBRE SOL

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Querido y aguzado lector, le saludo con el gusto de siempre. Espero siga disfrutando de estos días de verano, ya próximos a las vacaciones para algunos y los que no, pues seguimos disfrutando donde nos toque.

El pasado 5 de julio, el Cosmovitral de Toluca cumplió 44 años, esta majestuosa obra de diseño, arquitectura y color de la autoría del destacado pintor, muralista y escultor mexiquense Leopoldo Flores, apoyado por el artesano Bernabé Fernández y un equipo de 60 artesanos. 

Dio como resultado el vitral no religioso, más grande del mundo, de acuerdo al Gobierno del Estado de México.

Antes de ser un símbolo del arte y majestuosidad de esta tierra, era un mercado que fue epicentro del valle de Toluca y alrededores. Sin duda un referente de la historia de nuestra ciudad y de muchas familias que encontraban un sustento en la dinámica comercial de este lugar. 

Por ejemplo mi familia paterna, mi abuela llevaba las canastas de palma que tejía, ahí se las compraba una señora que posteriormente las llevaba a revender a la Ciudad de México.

Esto le permitía colaborar al sustento de la familia. Ella recuerda que era un mercado enorme, en el que aprovechaba para comprar víveres para sus entonces pequeños hijos y su esposo. Nunca le he preguntado qué piensa ahora que ve el que fue un mercado un jardín tan bello, mi abuela ahora tiene 98 años y siempre que pasamos por ahí dice, está muy cambiado todo, pero sí recuerda que ahí era el mercado.

Cada quien tiene su referencia, vivencia en cualquier lugar, a mí sí me gustaba como Jardín Botánico, a finales de los noventa me gustaba ir y pasar un rato admirando las plantas, los vitrales. El equinoccio de primavera, todo un espectáculo ver cómo se iluminaba ese hombre sol y varias veces al ritmo de la Orquesta Filarmónica de Toluca.

Sinceramente fue muy triste cuando le dieron ese toque minimalista que ahora tiene, pero sigue luciendo bellísimo y conserva algo de vegetación en el puente que tiene al interior.

En 2018 escribí este texto al Hombre Sol que está en la entrada.

Hombre sol.

Para FSG.

Resplandeciente como el día primero

con el fuego de siempre

volví de las cenizas como si nunca te hubieras ido,

reviviste las brasas

que latían en mi pecho.

Ah, hombre sol, siempre majestuoso; guardián de la luz y el deseo 

dueño y señor del tiempo,

el tiempo que te llevas en los brazos, que devoras a besos y trituras con tus manos,

contigo no existe la memoria.

Eres fuego nuevo

Ardor de tumba

Lumbre oscura

Hoguera de condena.

Me devuelves a las cenizas a tu antojo,

a la opacidad de los sueños,

al silencio de ojos y bocas de carbón,

a la negrura del foso al que me confinas.

Le digo, querido lector, cada uno se ha formado una idea,  una historia y percepción de  los sitios, si se deja uno maravillar o no, y dependiendo de lo que se esté experimentando en ese momento.

El Cosmovitral seguirá siendo un referente de Toluca, de la historia de esta tierra, de tanta gente que pisó ese lugar, los que inmortalizaron bellos momentos en ese sitio con una fotografía y quienes diario pasamos por ahí, remarcamos las imágenes de aquel sitio en nuestra memoria.

Queda aquí la provocación querido lector a visitar esta obra que cada vez se hace más extraña, no por rareza sino por lo que representa artísticamente hablando y como un elemento importante en la identidad toluqueña.

Me despido con una frase de Robert Frost de su libro Adivina o te devoro, un ensayo de los símbolos, que dice:

Y existen también aquellos símbolos, vivos o figurados, cuya existencia es condición para la existencia de otra cosa.

Como nuestro Cosmovitral que sigue vivo, latiendo en el corazón de la ciudad, en el corazón de los toluqueños.