HOMENAJE AL POETA DE JEREZ
El reportero de La Jornada de Enmedio con fecha del 20 de junio hace relato de lo que el 19 de junio del año 2021 sucedió en La Rotonda de las Personas Ilustres, él nos cuenta: En el dolor y el placer, la capital fue la amante del autor zacatecano / Con motivo de la conmemoración del centenario luctuoso del poeta zacatecano Ramón López Velarde (1888-1921) se llevó a cabo este sábado una ceremonia cívica en la Rotonda de las Personas Ilustres. / Durante el homenaje se consideró que la “amante” de López Velarde, en el dolor y en el placer, fue la ciudad de México, donde escribió hace también 100 años su poema más célebre, “La suave patria”, fechado por el propio autor el 24 de abril de 1921, a pocas semanas de su fallecimiento. / En dicha ceremonia estuvo presente el titular de la Secretaría de Cultura (SC) de la ciudad de México, Vanesa Bohórquez López; el representante del gobierno de Zacatecas, Raúl Rodríguez Márquez; la titular de la Coordinación Nacional de Literatura Leticia Luna; la directora de la Casa del Poeta, Maricarmen Férez Kuri, y el director del Centro de Enseñanza para Extranjeros de la Universidad Nacional Autónoma de México, Alberto Vidal Díaz, entre otros funcionarios.
Diferencia de homenajes y memorias, pues hace cien años, lo sucedido a tan joven edad, sólo 33 años de vida, daban al país prueba de que las letras de México tenían en el poeta de Jerez su sello distintivo. La presencia de Maricarmen Férez Kuri era significativa pues el lugar donde se haya la Casa del Poeta Ramón López Velarde, en la emblemática Colonia Roma. En avenida Álvaro Obregón que se extiende por la misma con belleza y prestancia. Hace cien años ante su arboleda que le acompañaba recorría el camino de lo que es la avenida que va por Dr. Vértiz y hasta Insurgentes. Precisamente Alberto Vital Díaz: Hizo referencia a las caminatas que realizaba López Velarde por lo que hoy es la avenida Álvaro Obregón hasta santa María la Ribera. Recordó que el poeta nunca pudo viajar a Europa, deseo que dejó escrito en su poema “El ancla”. López Velarde no recorrió el mundo, pero recorrió la ciudad, que sugiere todo un mundo, apuntó Vital. / La urbe de aquel entonces le permitió al poeta jerezano reencontrarse con artistas como Saturnino Herrán, cuyo talento reconoció y con quien compartió a esa “amante”, la Ciudad de México, en el dolor y el placer, expresó Vital Díaz.
Ceremonia necesaria, para recordar a quien da signo vital al lenguaje de la nueva y necesaria poesía mexicana. Más allá de sus influencias venidas del extranjero desde el año de 1821 —cuando se lleva a cabo la independencia oficial del imperio español—, que no dejó en ningún momento de considerar este territorio tan extenso —por aquél entonces llegaba la Nueva España hasta más allá del río Bravo, y formaba un imperio sobre el imperio venido de la península Ibérica que se desmoronaría ante la debilidad de gobiernos: en el caso de Antonio López de Santa Anna quien da a invasores condiciones para quitarnos más de la mitad de nuestro territorio a fines de los años cuarenta del siglo XIX—. Cito palabras de la Secretaría de Cultura, Vanesa Bohórquez López, quien dijo: según Carlos Paul: La suave patria es una especie de resonancia de nuestro Himno nacional” señala el reportero que: Entre el fallecimiento del poeta y la publicación del poema (primero de junio de 1921) pasaron sólo 19 días. Tomemos este dato que es elocuente, pues bien pudo suceder que muriera el poeta y nadie se hubiera enterado del poema que le da más fama al escritor de Jerez. Los versos nacen el primero de junio, el que escribe el poema, muere 19 días después dejando una herencia que al cumplir 100 años causa distintos sentimientos en escritores, que saben de Ramón López Velarde, o de aquellos que ignorando al hombre y al escritor, así como su entorno, piensa que dicho poema es sólo un texto gandilocuente, que no encierra los valores de esa patria que el poeta conoció al visitar entidades como San Luis Potosí, Aguascalientes, Zacatecas: su lugar de origen, y sobre todo la Ciudad de México: en ese tiempo conocida como la Ciudad de los Palacios, cuya grandeza a pesar de todo lo malo que sufre México, al pensar en el siglo decimonónico, al que John Kennett Turner llama: siglo del México bárbaro, por violencia política y lucha de clases entre ricos y pobres (campesinos); o por guerras civiles o imperios que le atacan: Estados Unidos y Francia entre otros. Por presencia de la iglesia que al revisar ese siglo y el siglo XX, se comprueba, que mucho pensaba en bienes materiales del César: sin pensar que su territorio era el espiritual y su deseo honesto por el bienestar del pueblo mexicano.
Luchas ideológicas entre liberales o conservadores desde 1821, hicieron del siglo XIX, motivo de tristezas que sólo pararon —para mal—, con la dictadura de Porfirio Díaz. La secretaria de Cultura dice, en el relato de Carlos Paul: En palabras del también poeta Octavio Paz, apuntó la funcionaria, López Velarde hizo el gran descubrimiento de los poderes secretos del lenguaje coloquial, reflejo de la cotidianidad de un pueblo. Es el primero que de verdad oye hablar a la gente y que percibe el oleaje del tiempo. El México que plasma en sus poemas y prosa, de manera magistral, no se entendería sin su experiencia vivida durante la Revolución Mexicana. En 1910, López Velarde cuenta con 22 años de edad, sólo ha de vivir 11 más, en los cuales forma una personalidad que al morir se considera su desaparición una tragedia cultural. Dato que debemos de atender con el mayor cuidado, pues sus detractores dicen, que toda la parafernalia para el homenaje al morir se debió a que José Vasconcelos —entonces secretario de Educación Pública— tomó al poeta, para dar imagen del gobierno de Álvaro Obregón, como gran promotor y reconocedor de artistas e intelectuales en ese año triste para las letras mexicanas. Difícil es crear mitos a partir de poderes establecidos, el tiempo los diluye sin ninguna compasión.
La muerte de Ramón López Velarde, así como la del trovador yucateco Guti Cárdenas (asesinado en una cantina de la Ciudad de México en el año de 1930), representó para la música nueva y de gran belleza mexicana, la misma tristeza que lo sucedido en la muerte del poeta por enfermedad de neumonía. Ubicar el contexto al reconocer el decreto de tres días de luto para el país por la muerte de Ramón López Velarde se significa la importancia de las letras en México —con la obra escrita por este poeta—, por fin toma cartas de residencia en el siglo XX. Es cierto que debemos de tomar en cuenta que hace cien años el hecho de que hubiera un sabio en la Secretaría de Educación Pública —es el caso de nuestro filósofo y educador José Vasconcelos—, quien sigue siendo paradigma de cómo se debe comportar un educador cuando es funcionario, y está al servicio de las mejores causas de su pueblo. Difícil comparar a otros secretarios de educación del país, con lo que representa el originario de Oaxaca: Jaime Torres Bodet por la obra desempeñada en sus dos pasos por dicho ministerio, puede ayudar a comprender, del por qué se sigue recordando a Vasconcelos, como el mejor ejemplo de educador que labora por el bien de su pueblo. Han pasado cien años y prueba lo hecho por Vasconcelos y por el gobierno obregonista, quienes están en lo justo. Había muerto un grande del México nuevo, que demás para sorprendernos sólo cuenta en su fructífera vida con 33 años. Destinos paralelos: José María Heredia y Heredia con 35 años de vida, Federico García Lorca con 38 años y Miguel Hernández, el poeta de Orihuela, que al morir tiene sólo 31 años de existencia. Con sólo estos cuatro poetas se puede comprender en Iberoamérica lo que la juventud poética ha dado a la lengua Hispanoamericana. Ejemplos a seguir son sin duda, por ello Ramón López Velarde, debe ser recordado como uno de nuestros mayores creadores. Estudiar la vida de estos cuatro ejemplos de la mejor poesía que tiene nuestra lengua, permite comprender cómo es que la personalidad, de ellos, son expresión única del individuo y su influencia, que no ceja de aparecer en vida de pueblos y su lenguaje más rico, lo que nos ayuda a ser libres y democráticos.