INAI y el reto de hacer, comunicar y convencer.

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Los tiempos electorales son también, los principales laboratorios de las realidades de las naciones, ya que a partir de los ánimos se generan promesas que rompen las planeaciones institucionales a partir del olfato de los políticos que saben capitalizar el querer del pueblo a fin de integrar en un solo proceso simpatía y revolución.

La coyuntura en torno a la pertinencia y utilidad del INAI se ha insertado en el proceso de una sucesión anticipada, que, ha puesto en la lupa un tema que el propio Presidente ya había dejado como parte de los asuntos para ser definidos con posterioridad a su mandato, la permanencia del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, tema que atiende más a cuestiones político – electorales que a una política de Estado, que, hace un par de años sí formó parte de las opciones de la agenda legislativa, pero que fue contenida por la adecuada asesoría a los primeros círculos de las decisiones en nuestro país y, con ello, tolerada por quién ha dirigido el movimiento denominado como Cuarta Transformación.

Sin embargo, ante el cambio de actores y el reposicionamiento de los intereses en el ámbito político, quienes ahora están en el círculo cercano también han sido el factor que ha provocado esta nueva embestida, la cual, más allá de las formas de la estrategia política, representan la oportunidad para que la democracia mexicana confirme su vocación evolutiva hacia las libertades consagradas en nuestra gran nación.

A sabiendas del proceso electoral local en el Estado de México, como principal laboratorio de la elección federal, las expresiones de la presente participación se realizarán en un marco de neutralidad, puesto que, esta pequeña reflexión pretende exponer el riesgo al que se enfrentan las libertades de nuestro país amparadas en la defensa de los derechos de acceso a la información y de protección de datos personales, así como, el modelo institucional que se ha definido en nuestro país para su garantía, a cargo del INAI, desvinculándolo de una carga política que no me corresponde, y que, actualmente constituye la principal moneda de cambio de gran parte de los actores que posicionan el tema en el discurso público. Mucho se podría hablar sobre si la posición del Presidente sobre el tópico, así como del tipo de consejos que está recibiendo, o, inclusive respecto de la posición política de sus adversarios y el uso faccioso del tema, sin embargo, considero que esa discusión debe formar parte de la arena político electoral, en el ámbito de la vertiginosa acción que representa la política en el cambio, pero que, en lo personal, considero que representa una discusión fútil en la que en la desestimación de los derechos de acceso a la información, protección de datos personales, y la defensa del INAI, perdemos todas y todos.

El acceso a la información pública y la protección de datos personales, son dos derechos de última generación que no han sido fácilmente asimilables por parte de la sociedad mexicana, razón por la cual, no resulta raro que en principio, se ponga en duda la utilidad de estos derechos cuando nuestro país enfrenta tantos retos para el bienestar de la población, pero que a la vez se hace necesario desentrañar su significado, para identificar el valor verdadero de estos derechos, mismos que, al igual que la garantía de las elecciones y de nuestro sistema político electoral, parecería que solamente fue reconocible a partir de la creación de la institución encargada de su protección, como al parecer en el caso, será necesario valorar la actuación del INAI como baluarte para la comprensión, defensa y garantía de estos derechos.

Vale señalar, que nuestro país ha tenido grandes lapsos de problemas orientados con el autoritarismo y la permanencia de grupos en el poder, que, provocó que el consenso post revolucionario hubiera ideado un mecanismo que perpetuara la detentación del poder por casi 70 años, y que, empezó a generar la pluralidad política a partir de la competencia que surgió 10 años después de la conformación del Partido Nacional Revolucionario y lo que hoy todavía es el Partido Revolucionario Institucional, y que, a partir de la elección de 1988, generó un brote que lograra independizar la organización de las elecciones que hasta ese momento dependían de la Comisión Federal Electoral que a su vez, se encontraba liderada por la Secretaría de Gobernación, ante el señalamiento de un fraude electoral, provocó que se construyera a partir de 1990 una institución a modo de la democracia mexicana, para blindarla de fraudes electorales como el cometido en dicha elección, a partir de lo cual, surgió el Instituto Federal Electoral, hoy INE, institución que se benefició de la autonomía constitucional como el principal blindaje de los aspectos técnicos que al ser confiados al poder, encontraban riesgo de corrupción.

A partir de entonces, nuestro país enfrentó una serie de cambios políticos acompañados de la asistencia internacional para la recuperación frente a una crisis económica, a partir de la cual, en la segunda elección a partir de la creación del IFE se logró el derrocamiento del régimen posrevolucionario, que tuvo dos sexenios con el primer partido de alternancia, seguido por una elección en la que el PRI recuperó el poder, y, finalmente al partido en el poder el día de hoy, que abandera el movimiento político denominado como la Cuarta Transformación, y que, en el marco del poder que ha detentado pretender realizar una nueva ronda de cambios estructurales, sobre los cuales ha encontrado resistencia, entre ellos, los relativos al Instituto Nacional Electoral, que hoy en día se encuentra sujeto a revisión en Tribunales en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y, recientemente, en torno al funcionamiento del INAI, a partir de lo que pareciera una alianza para buscar el debilitamiento e inanición de este organismo autónomo constitucional.

Posiblemente sea cierto que al día de hoy, gran parte de la población desconozca a ciencia cierta qué es el INE y para qué sirve, sin embargo, a pesar del breve tiempo de vida, esta institución ciudadana ha dado muestra del profesionalismo de los mexicanos y de su gran inventiva, al crear una institución vernácula compuesta y representada por ciudadanos, que elección tras elección, empezaron a dar testimonio de elecciones bien organizadas, lo que inclusive ha sido un ejemplo a seguir por otros países y que, hoy en día cuentan con servicios avanzados en materia electoral.

A la par, doce años después, la siguiente ola de transformación de la sociedad mexicana gestada a partir del cambio de régimen no se conformó solamente con el ámbito electoral, sino que quiso ir más allá, a partir de liberar a la ciudadanía de la información sesgada o del secreto, con la creación de una agencia gubernamental que garantizara que las dependencias organizaran, tuvieran accesible y publicaran la información gubernamental, labor hacia la cual, posteriormente se sumó la protección de datos personales para el sector público y que posteriormente, se determinó como materia federal, la protección de datos personales en posesión de los particulares, que hoy en día, constituye la base de los derechos en la era digital. Institución que, al igual que el INE, a tan sólo 20 años de su creación se ha posicionado nacional e internacionalmente brindando una nueva cara y realidad al país, que, a pesar de su juventud y los pecados del pasado, ante la embestida de este gobierno refleja ese profesionalismo e institucionalidad, a partir de los cuales, defiende que el derecho a saber y la protección de la privacidad, ya son conquista de los mexicanos y llegaron para quedarse, sin embargo, el reto lo encontraremos, al igual que ha pasado con el INE, en lograr que cada uno y cada una de las mexicanas nos apropiemos de este derecho. Hasta la próxima.