LA ANTOLOGÍA

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Vasto y oscuro, el anaquel de narradores contemporáneos lo abruma. No era fácil descubrir la obra de aquel escrito maldito que apenas hoy, algunos críticos le daban crédito; pero mejor es buscar en el recóndito dato de su vida, de leer sus cuentos, de adentrase en las líneas cortadas como con un cuchillo, de copias sus haikais, sintéticos, lapidarios.

Y ahí estaba el poeta en algunas de esas antologías. Escondido, elucubrando, mirando como por una rendija de zaguán de casa vieja, ahí estaba el alma del maldito escritor que no aparecía.

Un soplido a los gruesos tomos vecinos y las moléculas de polvo a volar, meciéndose en los rayos del sol. Otro soplido y las letras más claras aparecían indicando el nombre de las obras y los autores.

Las antologías, como equipo deportivo de puras estrellas, como multitud polícroma de voces distantes y distintas, aprecian hombro con hombro. ¿En dónde primero buscar? Fue contemporáneo… entonces estará formadito con los escritores de este tiempo.

Humm… veamos. No este no… tampoco. Y la lectura de los índices dejaban ver nombres y apellidos como directorio telefónico.

La vista corría de arriba abajo y el apellido a veces concordaba, pero no el nombre. Y un tomo y otro, y pareciera que al escritor y a sus cuentos algo los hubiera borrado.

A buscar otra vez: Ab, Acuña, Arc… Ben… Be… Ca… N… Cha… Chávez… de la Luz… Di…. Ah…. Caray… Díaz… este es pariente… Díaz de la Mancha Xavier… Diantre, yo… Un homónimo, que coincidencia ¿pero quién? esto está muy raro.

Anotó la página en el cerebro: 148 y con avidez buscó los datos. La carátula sólo decía Antología de cuentistas contemporáneos del estado. Llegó a la página y se sorprendió al ir leyendo los datos de su vida. Considerado narrador local, aunque nació en 1952 en Tepoxtianillo. Sus padres Sifronio Díaz y Martha de la Mancha…

–¿Soy yo?…

Y continuó leyendo:

Cursó, ¿cursé?, estudios primarios en la escuela oficial Benito Juárez y al trasladarse su familia a la ciudad es admitido en el Instituto Rébsamen.

– ¡Soy yo!… pero ¿Cómo diantres?

Otra vez abrió la primera página y su sorpresa fue mayúscula al mirar que el año de la edición era 2026. Retorno a leer su vida y vio abajo de su nombre (1952-2029) entonces en ese año voy a morir… ah chinga.

Nervioso, casi fuera de sí, pensó en llevar el libro para mostrárselo a la circunspecta dama que administraba la biblioteca cuando vio que el único habitante de esa penumbrosa sala era él. Picado en su curiosidad, procedió a leer el sintético análisis de su obra narrativa:

Después de fallidos intentos novelescos, maduro ya, arriba a publicar. Es notable la influencia que sobre el ejercen Carlos Ruiz y Héctor Pérez –(¿Cómo?… si esos escritores me han parecido que no signaron una época.) ¿Qué más dice?… “principiando como investigador. Díaz, del ensayo literario, arriba con cierto éxito a la narrativa, sus cuentos “pegaron”, según algunos críticos, gracias a que en su tiempo hubo crisis de valores económicos, políticos y cuentísticos.

– Es todo.

Hojeó, y en la página siguiente sólo hayo uno de sus cuentos, sorprendido lo leyó y releyó. Se llamaba La Antología y es este cuento que hemos estado leyendo.