La Constitución
Este 5 de febrero pasado, conmemoramos un aniversario más de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, aprobada en 1917 y que sigue siendo eje rector.
Querido lector, quiero que, juntos, recordemos el valor de esta fecha que hoy sólo la reducimos a un día de descanso. Olvidamos los principales motivos para el que fue escrita y el cometido que tiene para nuestra nación.
En mayo del año pasado, exponía para usted en la columna Ojo Mucho Ojo, los principios básicos y rectores de nuestra Carta Magna, e invitaba a que los recordáramos y que no nos dejáramos envolver por sentimentalismos e interpretaciones de la constitución para, en ese entonces, elegir a nuestros representantes.
Hoy llamo a recordar estos principios no sólo para no caer en esos sentimentalismos e interpretaciones a modo, hoy lo retomo para que nos conduzcamos de la mejor forma como mexicanos, en tiempos donde las leyes parecen, a veces, tan ajenas y en muchos casos como instrumento de guerra entre nosotros, los mexicanos, a causa de malas prácticas y conflictos de intereses.
A manera de síntesis, estos principios son: la forma de gobierno republicana, representativa, demócrata y federal; principios que constantemente son amenazados por la sed de poder de los partidos políticos y por el miedo a perder los privilegios de quienes están en el poder y últimamente hasta se ha visto amenazada la institución que se encarga de salvaguardar y garantizar la democracia en nuestro país.
Se refrendó la división de poderes en Ejecutivo, Judicial y Legislativo, pero éste se dividió por primera vez en cámaras de Diputados y Senadores. Durante muchos años hemos tenido que enfrentar que, si bien son poderes que son autónomos, siempre de alguna manera responden al primer mandatario y no ha cambiado últimamente, en especial ahora que hay poca tolerancia a las diferencias, la ausencia de diálogo y la descalificación por no simpatizar con el poder Ejecutivo.
Se ratificó además, el sistema de elecciones directas y anónimas y se decretó la no-reelección. La garantía de la democracia que hoy vemos tocada por prácticas poco claras y que probablemente usadas por otras administraciones en las que los intereses del partido en turno son lo que salen a relucir, además que no se nos olvide que existe la NO REELECCIÓN y lo pongo en mayúsculas para que no se le vaya a ocurrir a alguien como una no posibilidad. Está en la ley y debe respetarse por el bien y soberanía de nuestro país.
Se creó el municipio libre, y se estableció un ordenamiento agrario relativo a la propiedad de la tierra. Aquí también valdría la pena hacer una revisión y una ejecución justa de la ley ante prácticas para el desarrollo del campo y la construcción de proyectos que ponen el riesgo los particulares de miles de mexicanos y dejan en desamparo los bienes nacionales, la riqueza natural de nuestro país.
Esta constitución reconoce las libertades de culto, expresión y asociación, la enseñanza laica y gratuita y la jornada de trabajo máxima de 8 horas. Igualmente deberíamos prestar atención en estas secciones que últimamente parecen no atender a la justicia y la paz.
En especial cuando los periodistas son silenciados por exponer sus investigaciones, son asesinados o desacreditados públicamente porque resulta un escándalo lo que exponen, porque no son flores lo que escriben, porque incomoda a los oídos, porque irrita a los ojos de quien apunta. Incluso hay quien se atreve a decir que los asesinatos de periodistas son utilizados como ataque político. A eso hemos llegado querido lector, al silencio a fuerza, a la nula tolerancia.
Además de la enseñanza laica también habría que incluir la enseñanza libre de adoctrinamientos políticos, libres de arbitrariedades con tintes dictatoriales. El cometido de la enseñanza es abrir paso al conocimiento, a la formación del sentido crítico y poder discernir. Las escuelas son y deben der sinónimos e instrumentos de libertad.
Y no quiero dejar pasar al establecimiento de las 8 horas de trabajo, que debe regularse especialmente en estos tiempos de teletrabajo, del trabajo desde casa, muchos han aprovechado estas modalidades para extender las jornadas y exigir fuera de los horarios de trabajo, antes establecidos, se cumplan con tareas propias de la jornada o extraordinarias, sin respetar dichas formas y mucho menos sin representar como trabajo extra y mucho menos remunerado.
Sin duda hay mucho qué hacer como ciudadanos para que las leyes se cumplan porque no depende de quienes las representan y las hacen cumplir, somos los ciudadanos quienes principalmente hacemos valer o hacemos invisibles estas garantías que son y están hechas para el bienestar del pueblo.
Aquí queda la inquietud, querido y aguzado lector, las leyes son para hacer valer nuestros derechos y obligaciones.
LA PATRIA ES PRIMERO
…TODO PODER PÚBLICO DIMANA DEL PUEBLO.