LA CULTURA EN DON PONCHO

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No olvidemos que en su labor de funcionario destacan tres momentos, el de director general de Difusión del Gobierno del Estado de México, el de subdirector de Patrimonio Cultural y Artístico en la entidad y el de coordinador General del Instituto Mexiquense de Cultura, Instituto recién creado que fue presidido en primer lugar por el intelectual Salvador Reyes Nevares, originario de Durango, y con el que seguramente haciendo alianza con don Poncho se logró crear las condiciones adecuadas para llevar adelante las labores del sector público en el terreno de la cultura estatal. Las dos visiones, primero la del periodista y después la del promotor cultural las desarrolló de manera ejemplar. No nos debe hacer olvidar que el cronista por excelencia que es él para los toluqueños, el creer que otras tareas no fueron ejemplo de eficiencia y humanismo. Pocas veces escuché alguna queja en contra de sus acciones. Y recordemos que no son mundos fáciles, pues el trato con periodistas es difícil y lo es también con el mundo de intelectuales, artistas y científicos en ocasiones. Por eso, es importante saber del periodista creador de publicaciones y reportero y columnista excepcional. Pero también, de quien con mano firme, pero diplomática siempre nos llevaba a buen puerto con sus consejos o sus momentos de decisión en el terreno de la cultura donde trabajé junto a él.

Sabía mucho de periodismo y mucho de cultura. Se puede creer que son campos sin dificultad, recordemos que don Poncho tiene que ver con el tema del periodismo, pero que en esa tarea abarca lo mismo la nota roja que la social, la de educación o la de política. Es un hombre multidimensional. Falta por ello, mucho, para saber cuántas cosas hizo en su vida, yendo al fondo en cada ocasión que tuvo responsabilidades —al parecer tan simples—, como escribir una nota política que no fuera sólo chisme o rumor, dirigido a crear problemas más que a saber la verdad de los hechos. En el caso de la cultura, su amor por la misma le hace un funcionario excepcional y, hay que decirlo al revisar acciones que múltiples funcionarios han tenido a lo largo de tantos lustros en el mando: primero del Instituto Mexiquense de Cultura desde septiembre de 1987, y después de la Secretaría de Cultura y Turismo de 2015 a la fecha.

Mano firme y suave en el mando administrativo desde el sector público, no es cosa fácil. Hay que reconocérselo. ¿Pues cuántos burócratas se despiden de los cargos sin el afecto de sus colaboradores o de aquellos que le trataron?… No era pues, en el caso de don Poncho, su amor por la cultura menor al periodismo y eso lo dignifica ante quienes amamos uno u otro campo. Por eso la lectura del libro La educación en la Toluca del profesor “Mosquito”, en tan pocas páginas en que trata el tema de Cultura, no es tema menor. Leo en sus páginas: Al instaurarse el Marquesado del Valle de Oaxaca, o sea el mayorazgo del propio Hernán Cortés, Toluca quedó comprendido dentro del Señorío con calidad de Villa. El antiguo pueblo, que se situaba en la Sierrita, fue bajado al plan, haciéndose la traza urbana en función de lo que sería con el tiempo el Convento de la Asunción de san Francisco. Debo citar, en este caso su libro de cientos de páginas dedicadas en su libro Historia del Estado de México, donde plantea en el Capítulo II el tema El Pasado que trató de Borrar la Conquista, no hay verdadero Cronista ahí donde el que lo quiere ser no tiene el mismo amor por la Historia. Don Poncho es cronista y es historiador de alta cepa. Lo que escribe aquí aparece en mitad de los setenta del siglo pasado. 

Dice: En este punto de nuestra relación, el estudiante universitario deberá iniciarse en la cabal comprensión de las razones que han hecho tan difícil, tan enredado, tan escabroso el camino de la investigación histórica en nuestro país. Pueden recordar fácilmente que uno de los motivos principales de la Conquista fue la importación del cristianismo y el desarraigo total de cualquier credo nativo del Nuevo Continente. Estas palabras resumen todo. Es tan malo fijar sólo nuestro interés en el pasado indígena, como negarlo cual si no hubiera existido las diferentes culturas indígenas que le dan color y sabor a la Toluca del siglo XXI. Es tan innegable como el negar que somos producto los mexicanos, mexiquenses y toluqueños de un mestizaje que no podemos negar. Así como no se puede negar el origen indígena de esta región que fue poblada antes de la llegada de los españoles. Por eso la obligación a que llama el cronista e historiador para no cerrar los ojos a nuestro pasado que es glorioso y no sólo lleno de tristeza porque permitimos el abandono de nuestra historia local verdadera. 

Esto no lo abandona. Su amor a la cultura no tiene líneas facciosas o de intereses ideológicos o de moda. Su capacidad de lector e investigador le hace decir —buen consejo de Cronista—, que no debemos olvidar el pasado en la creación de Toluca. Si para la capital del país era antes, Tenochtitlan, y ahora es México, mezcla de culturas que nos hacen ser como somos. Dice: Por lo que toca a la cultura española, llegó a esta comunidad por la acción de Fray Andrés de Castro, que escribió varios libros en el idioma Pirinda para catequizar y educar a sus habitantes. No se han podido localizar los títulos reales por los que Toluca se elevó de Villa a Ciudad; sin embargo, tenemos constancia de que ya en 1664 se le mencionaba con esa categoría, máxime que siempre tuvo mayoría de españoles entre su población; y en los tres siglos de la Colonia, se establecieron en ella, los Mercedarios y los Carmelitas, con sus respectivos conventos, que influyeron grandemente en la superación espiritual del pueblo. 

Dos visiones del mismo investigador, del mismo cronista que nos cuenta en su libro de historia: Pese a que la Conquista se hizo al amparo de una bandera que se llamó: “la Cultura Cristiana”, no comprendieron los españoles que también en América la religión estaba fuertemente implicada a la Cultura y en general a todos los aspectos de la vida indígena […] Esos hombres, Sahagún, Durán, etcétera, realizan su labor con la ayuda de la versión oral y pictográfica de indígenas nobles, pero que también tuvieron intereses raciales, políticos y hasta psicológicos a los cuales responder. Ya no digamos documentos escritos por los españoles, involucrados todos, en laguna forma, en la empresa de expansión territorial. Unos a otros se encargaron de refutarse, negarse y rectificarse a cada paso. Todo lo cual hereda un sombrío panorama a la investigación. Cultura, divina palabra, que va más allá de ideologías de cualquier signo o religiosas. Es la cultura, palabra que habla de mestizaje en todos sentidos, lo que debe de obligarnos a entender, según lo plantea, para entender que Toluca no se cierra en su largo desarrollo histórico en una sola fecha y que sus raíces tienen profundo origen en el pasado indígena que le procreó a pesar de imperios diversos que han venido a estas tierras a explotarle o a fundar nuevas visiones del mundo. Somos lo que somos, porque tenemos un pasado glorioso y profundo en sus raíces, como lo plantea en su libro Guillermo Bonfil Batalla, titulado: México profundo / Una civilización negada. Dice en su apartado El Indio reconocido: Uno de los caminos para eludir el problema de la indianidad de México ha sido convertir ideológicamente a un sector de la población nacional en el depositario único de los remanentes que, a pesar de todo, se admite que persisten de aquel pasado ajeno. Los indios, denominados genéricamente, resuelven así el absurdo evidente de una civilización muerta por decreto. ¿Qué queda de ello? Esto: los indios. 

En su libro dice: No se puede hacer a un lado la historia que proviene de las raíces de este territorio en el altiplano de la patria, pues su existencia y persistencia siguen vigente de manera vigorosa en las cosas cotidianas de la Toluca del 2022. En su Historia nos dice: El panorama se vuelve más confuso cuando las crónicas chichimecas nos mencionan a los matlatzincas, como llegando al Valle en compañía de los mazahuas, los ocuiltecos y otras comunidades del mismo patrón racial. Seguir huella de escritores indigenistas da luces de la Verdad.