LA FELICIDAD 2
En la semana precedente, como primera parte, vimos lo que, sobre la felicidad, en principio dijo Aristóteles en su obra Ética Nicomáquea:
“Se suscita la cuestión de si la felicidad es cosa de aprendizaje o de costumbre o resultado de algún otro ejercicio, o bien si nos viene por algo divino o por fortuna.
De estas alternativas, siguiendo el pensamiento aristotélico nos quedamos en la siguiente:
“La felicidad . . . es asequible mediante cierto estudio y diligencia, a todos aquellos que no estén como lisiados para la virtud. Y si es mejor ser feliz de este modo que no por obra del azar; parece razonable admitir que es así como se alcanza la felicidad, como quiera que las cosas naturales tienen una tendencia natural a estar dispuestas de la mejor manera . . .”
Hoy como segunda parte, continuamos con la siguiente e interesante porción de su pensamiento sobre la felicidad:
“Y otro tanto las cosas que dependen del arte y de todo género de causas, y señaladamente de la mejor. Yerro muy grande sería encomendar al azar lo más grande y lo más bello. . .
Al parecer -como dije- Aristóteles opta de las alternativas propuestas por la de practicar las virtudes. Y continúa diciendo:
“La solución del problema se desprende también con toda claridad de nuestra definición de felicidad, la cual, hemos dicho, es cierta especie de actividad del alma conforme a la virtud. . .
Proposición o enunciado el anterior, que confirma mi hipótesis. Que es la relativa a que la felicidad se obtiene mediante la práctica de las virtudes. Y continua su disertación:
“. . .mientras que los demás bienes unos, están necesariamente comprendidos en la felicidad, al paso que otros son por su naturaleza auxiliares y útiles por medio por modo instrumental. Y todo esto está de acuerdo con lo que dijimos al principio, cuando asentamos que el fin de la política es el bien supremo; ahora bien, la política pone su mayor cuidado en hacer a los ciudadanos de tal condición que sean buenos y obradores de buenas acciones. . .
De los enunciados contenidos en el párrafo precedente podemos inferir:
a). -Que la práctica de las virtudes es primordial. Aserto que deduzco de las siguientes afirmaciones de nuestro autor:
“. . .mientras que los demás bienes unos, están necesariamente comprendidos en la felicidad, al paso que otros son por su naturaleza auxiliares y útiles por medio por modo instrumental. .
Nuestro autor no aclara a que bienes se refiere ni a otros que son auxiliares a la virtud, pero la experiencia y el sentido común, nos permiten saber que unos son bienes materiales y los auxiliares
forman parte de las virtudes a manera de instrumento; por ejemplo para la comprensión o empatía hacia otra persona, se requiere de la tolerancia y de la paciencia. Para la valentía en situaciones de ayuda al alter, se requiere de una previa deliberación para actuar;
b). -De todas las virtudes es, la Política la mayor de ellas por ser el bien supremo
De tal suerte que “. . . la política pone su mayor cuidado en hacer a los ciudadanos de tal condición que sean buenos y obradores de buenas acciones. . .
. . .razón tenemos por tanto al no llamar felices al buey ni al caballo ni a otro alguno de los animales, dado que ninguno de ellos es capaz de participar de actividad semejante. Y por la misma causa tampoco el niño es dichoso, pues por razón de su edad no es capaz aún de practicar tales actos; y si algunos se dicen, esta felicitación se les dirige por la esperanza que de ellos se tiene…
De la precedente proposición se puede deducir:
a). -La política es la mayor virtud y está reservada a los gobernantes, quienes tienen el deber de hacer virtuosos a sus ciudadanos para que sean felices.
b). – queda evidenciado que los animales no participan de esa actividad que es la virtud en sentido estricto. Y
c). -Lo que llama la atención es que los niños no pueden ser dichosos en el sentido de tener el gozo que producen las virtudes.
“Para la felicidad es menester como antes dijimos, una virtud perfecta y una vida completa. Muchas vicisitudes tienen lugar en la vida y accidentes de todo género; y puede acontecer que el hombre más próspero venga a caer en su vejez en grandes infortunios.
A quien experimenta tales azares y miserablemente fenece, nadie habrá que le tenga por dichoso. . .
Curiosamente, aquí descubrimos que ciertamente es menester fomentar la virtud porque las circunstancias pueden cambiar totalmente el estatus del individuo y la virtud, es una herramienta para sortear esas vicisitudes y a pesar de la existencia de algo objetivamente adverso la persona, ésta, pueda sentirse bien. En el sentido de acercarse a la conciencia.
“Pero entonces ¿no podremos declarar feliz a ningún otro de los hombres mientras viva, sino que será preciso, ¿mirar el fin?
¿Y con esta tesis no resultará que este hombre es feliz precisamente cuando ya está muerto? ¿No estará todo ello completamente fuera de lugar, sobre todo para quienes afirmamos que la felicidad consiste en una actividad?. . .
Esta pregunta encierra implícitamente una respuesta contradictoria. Digo contradictoria si admitimos vida con la muerte y si admitimos que no habría actividad después de la muerte.
“. . .Más de otra parte, por más que no digamos que un muerto sea feliz, sino que sólo entonces podemos declarar feliz a un hombre con seguridad cuando está exento ya de los males y
reveses de la fortuna, tampoco esto deja de tener cierta dificultad. Piénsese, en efecto, que, para el difunto, al igual que para el vivo que no tiene de ello conciencia, hay ciertos bienes y también ciertos males, tales como honras y afrentas, y así mismo la prosperidad o el infortunio de sus hijos y descendientes en general. Y esto presenta aún otro problema. Bien, podría suceder, en efecto, que a quien ha vivido dichosamente hasta la vejez y fallecido por el mismo tenor, le sobrevengan numerosas mudanzas en sus descendientes: que unos serán buenos y tendrán la vida que merecen, y otros, al contrario; y es claro, además, que según el grado de parentesco las relaciones de los descendientes con sus ancestros pueden ser de lo más variadas. En verdad que sería sorprendente que el muerto compartiera todas estas mudanzas y fuese alternativamente feliz y desdichado. Más por otra parte, tampoco deja de ser absurdo pensar que los azares de los hijos no toquen a los padres en nada, ni siquiera por algún tiempo. Mas volvamos a la primera dificultad, pues quizá por aquello podamos percibir lo que ahora indagamos …
Con lo dicho, se confirma que Aristóteles plantea una doble vía para la felicidad, una en vida y otra en la muerte. Sin embargo, admite que se puede ser feliz en vida y también después de la muerte, pero con el bicondicional de que los sucesores sufran mudanzas negativas. Es decir, se sobre entiende que se puede ser feliz en vida o hasta que se muera, pero el que es feliz en vida y muere feliz puede ser desdichado, si sus descendientes sufren adversidades. Esto es, siendo feliz en vida, será infeliz si y solo si sus descendientes llegaran a sufrir por alguna razón.
“Si es, pues, preciso ver el fin, y declarar feliz entonces a cada uno no como si fuese aún feliz, sino porque lo fue antes ¿Cómo no va a ser absurdo que cuando uno es feliz no se tenga por objeto de predicación verdadera este atributo que hay en él, por el solo prurito de no querer tener por dichosos a los vivientes a causa de las vicisitudes de la vida, y en fuerza de nuestra concepción de que la felicidad debe ser algo firme y en manera alguna fácilmente mudable, siendo así que la rueda de la fortuna gira muchas veces en todo su círculo en el destino de la misma persona? Si seguimos el curso de la suerte, no hay duda que a menudo diremos del mismo hombre que es unas veces feliz y otras desdichado, haciendo así del hombre feliz una especie de camaleón o de edificio miserablemente fundado. . .
En los enunciados anteriores queda claro y se confirma que, si se vive al azar o a la suerte, entonces estaremos expuestos a ser felices o infelices. En cambio, vivir virtuosamente hará necesariamente feliz al ser humano, agregando que es necesario llegar o tratar de llegar a la conciencia para poder, de manera genuina llegar a la felicidad teniendo como cúspide el ayudar a la gente sin ser necesariamente político. Y por hoy aquí dejo a Ustedes estas reflexiones dando mi agradecimiento por su atención.