LA LEY DE LA EVASIÓN, LA POCO CONOCIDA, LEY DE MANSON

Views: 2522

Por ejemplo, todos hemos escuchado la Ley de Murphy: Lo que puede salir mal, saldrá mal o la famosa Tercera Ley de Newton: Para cada acción hay una reacción igual y en el sentido opuesto.

Ahora, ¿Alguno de ustedes ha escuchado hablar de la famosa ley de la evasión? La ley de Manson: Mientras más amenaza algo tu identidad, más lo evitarás.

¿Dirán que significa eso? Significa que mientras más amenaza un algo cambiar como nos percibimos, si somos exitosos o fracasados, si somos buenos o malos, si caemos mal o caemos bien, que tan seguros nos consideremos con nuestros valores, más evitaremos hacerlo.

Todos vivimos en una constante búsqueda del famoso confort que nos ayuda a encajar en este mundo y nos manda las directrices o la alerta si estamos empezando a desencajar, lo cual siempre evitamos por una simple razón, porque nos da miedo, y el miedo no nos gusta, porque nos saca de nuestra zona segura en la que vivimos tranquilos, sin amenazas inminentes y probables riesgos.

La Ley de Manson, es aplicable para la vida en general, para todas las situaciones, buenas y malas. Convertirnos en millonarios podría amenazar nuestra identidad y lo que somos, como también perder todo el dinero que tenemos actualmente, volvernos famosos podría amenazar nuestra identidad, como también nuestro trabajo actual o comprarnos un Mercedes Benz puede amenazar nuestra identidad, como que nos roben nuestra bicicleta, y así podría enumerar varios ejemplos de la vida cotidiana. Es por esto por lo que las personas le tenemos tanto miedo al fracaso como al éxito, porque nos saca de nuestro confort y pone en riesgo la percepción que tenemos de quienes somos o creemos ser.

No le pides el divorcio a tu esposo, a pesar de los abusos y maltratos, porque perderás el hasta que la muerte nos separe, y la sociedad te verá con otra cara. Sostienes relaciones amicales tóxicas, porque tienes miedo de quedarte solo, cuando te han enseñado de que uno debe tener un círculo de amigos y no perderlo nunca. Estos son algunos ejemplos sobre oportunidades importantes que dejamos pasar, porque amenazan en cambiar cómo nos percibimos y los valores que hemos elegido o nos han instalado desde pequeños y sobre los cuáles nos regimos y vivimos nuestra vida.

Tenía una amiga que soñaba desde muy pequeña que quería ser escritora, no por la fama, sino por su pasión de escribir y publicar libros, dejando un aporte así sea pequeño a la humanidad. Escribió desde pequeña, se esforzó, se dedicó a la lectura para que nutriera su vocabulario. Pasaron los años y nunca escribió su libro, siempre llenándose de pretextos, que el trabajo, que los niños, que el diplomado, que la maestría, que los viajes y un etcétera sin fin. Las excusas no eran válidas, porque en el fondo, el temor que ella tenía era de convertirse en famosa, en salir en portadas, en tener que firmar autógrafos, y que finalmente sus libros sean un éxito. Ella prefirió seguir siendo la escritora detrás de su escritorio de casa, la escritora que solo ella conoce, porque no estuvo preparada  para tremendo cambio, y decidió quedarse en su confort que conocía y manejaba muy bien.

Tuve otro amigo que era un Play Boy, era guapo, tenía porte, inteligente, con más de dos carreras, el chico que todas querían tener y no podían, porque él quería a todas y a ninguna. Vivía la gran vida, iba de bar en bar, de relaciones en relaciones y ninguna se concretaba para siempre. Sus amigos hacían sus vidas, se casaban, convivían, formaban familia y él con envidia los miraba porque en el fondo quería lo mismo, pero no podía y no quería cambiar y dejar la vida que llevaba, su famoso confort, que era lo único que conocía desde su prematura adolescencia. Siempre hubo excusa. Siempre hubo una razón por la que no podía parar. El solo sabía ser el Play Boy, el bacán, el que vive la vida loca sin freno, el chico encantador sin rumbo, como yo le llamaba.

Todas las personas tenemos valores y los protegemos y no queremos cambiarlos por miedos. Siempre tratamos de estar a la altura de ellos y nos sentimos orgullosos, incluso, aunque a veces no queramos, porque nuestro cerebro funciona así, así vinimos codificados en nuestra condición de humanos. Vivimos constantemente, sesgados hacía lo que ya conocemos. Si yo creo que soy una chica guapa que cae bien, evitaré situaciones que puedan hacerme sentir lo contrario. Si creo que soy la mejor bailarina, buscaré situaciones de que me confirmen que, si lo soy, para que no quepa duda en mí de lo que creo que soy. Las creencias siempre prevalecen. Hasta que no cambiemos nuestra percepción de sí mismos, lo que creemos que somos y no somos, no vamos a poder cambiar y no perderemos el miedo al cambio, a lo nuevo, a lo desconocido, que tal vez nos pertenece y nos hace sentir bien.

Los dos amigos de los que les hable, después de muchos años y mucho esfuerzo decidieron cambiar, decidieron arriesgarse, cambiaron la percepción de sí mismos y hoy en día, ella va camino a escribir su primer libro, sin temor a la fama, segura de sí misma y sobre todo sin excusas estúpidas autoimpuestas, y por otro lado, él, dejo de ser un Play Boy, asentó cabeza, dejó de tomar, dejó de vivir de fiesta en fiesta, la vida loca, se enamoró y ahora lleva una vida tranquila, en pareja, feliz y mucho mejor que la vida que llevaba antes. Finalmente, en ambos casos, todo era cuestión de cambiar de percepciones y vencer sus propios miedos rompiendo el confort en el que se encontraban en ese momento de sus vidas.

Conocernos a nosotros mismos o encontrarnos a nosotros mismos, puede ser peligroso y no recomendable. Nos puede encasillar en un rol que se torna intransigente y poco saludable para nosotros mismos y para con los demás. Puede alejarnos de nuestro potencial interior y de las oportunidades que nos brinda el día a día, la vida misma.

Mi recomendación o en todo caso mi forma de vivir es: no me encuentro, nunca sé quién soy el lunes, el martes, el miércoles y así al paso de los días, todos los días me levanto dispuesta y esforzándome a ser alguien diferente, alguien mejor, que sume a mi cantidad sin número, de creencias y valores y así seguir creciendo como persona, logrando romper la Ley de Manson, abriéndome a las miles de oportunidades yo misma. Considero que eso me recuerda a mantenerme siempre humilde en mis juicios y ser empática con los demás. Inténtenlo, créanme, no se van a arrepentir.