¿Lo más duro?
Perder por completo la voz dentro de una relación, pero piensa, sólo es duro si lo sigues permitiendo. Sin embargo, perder la voz no es lo más terrible de vivir con un narcisista, lo peor en verdad es que pierdes la voluntad, la capacidad de ver que te hace daño, que te manipula, te hace creer que estás en el lugar correcto sin importar qué y que allí te debes quedar.
Un narcisista es egocéntrico y en extremo egoísta, la única razón por la que está contigo es porque recibe algún tipo de beneficio, normalmente eres su fuente de alimentación para su ego. ¿Y qué significa eso? Que te pisotea, que pasa por encima de ti y te disminuye de forma sigilosa, hasta que pierdas por completo eso que era una característica invaluable tuya. Desprende poco a poco tu alma de ti misma, te aleja de todo lo que conoces y amas para hacer que nada más puedas mirarlo a él, que solo puedas pensar en él, y no puedas hacer nada sin consultarle.
Vivir con un narcisista es olvidar a las personas que alguna vez te importaron, tus amistades, tus familiares. Te llena la cabeza de engaños para que tú misma te encargues de alejarlos, para que te sientas muy sola y no te quede más opción que volver siempre a sus brazos. Pero no creas que una persona que vive con un narcisista es alguien débil, puede tratarse de alguien fuerte, sólo que estos narcisistas no llegan de golpe, saben cómo introducirse en una relación ganándose la confianza.
Son estrategas, se muestran vulnerables para empatizar, para generar un comportamiento compasivo en los demás y hacer que se conecten con él. Y todo es una estrategia para pescar a su víctima, y claro, necesitan rodearse de personas que lo vean como el centro de atención siempre, que todo lo que ocurra en sus vidas gire alrededor de él porque lo necesita.
Es arrogante y su mejor alimento es la admiración, después que se ganan la confianza empiezan a jugar con la mente de las personas, tergiversan las cosas y por más fuerte que seas, puede que no te des cuenta de lo que sucede, cuando caes en cuenta ya estás metida en lo más profundo y parece que no hay salida, que estás encarcelada y cualquier intento de escape significa que habrá consecuencias demasiado graves. Pero todo queda en la cabeza de la víctima por la misma manipulación que él juega en ella.
Esa es la dura realidad de vivir al lado de un hombre narcisista, es glorificarlo todo el tiempo como si fuera una tarea obligatoria cada día. Es aceptar todas sus indicaciones, jamás actuar sin su consentimiento y perder la voz por completo.
Esa víctima pierde toda su esencia, ya no sabe nada de sí misma, todo lo que creía que era ya no es porque está muy confundida para entender. Por ello, se convierte en una especie de títere que el narcisista maneja a su antojo. Es incapaz de decidir por sí misma, la vida deja de ser vida para ella y se convierte en un camino que debe caminar porque sí y nada más.