MAMÁ
La vida de uno tiene valor a la vida de los demás,
mediante el amor, la amistad, la indignación
y la compasión.
Simone de Beauvoir.
Querido y aguzado lector, le saludo con el gusto y agradeciendo siempre, el favor de su lectura y comentarios.
En próximos días estamos por celebrar y conmemorar el Día de las Madres en nuestro país, por demás una celebración significativa, pues la figura materna en nuestra cultura sigue siendo importante para el desarrollo social, pese a la constante violencia de la que son objeto las mujeres en nuestro país, y en especial las mujeres que maternan de forma autónoma y también las que comparten su maternidad con una pareja.
Desde la época prehispánica, la figura materna fue importante, incluso hay tótems que se veneraban por la procreación y las mujeres en estado de gestación eran valoradas y cuidadas. Con el paso del tiempo, las colonizaciones trajeron nuevas formas de apreciar al ser humano, con la discriminación de raza, la imposición de roles en los que hombres y mujeres eran cada vez más distantes y se devaluó a las mujeres.
Aquí llegué a compartir cómo a través de historias, figuras retóricas, las mujeres fueron señaladas y castigadas de cierta forma, para no tener una voz y fuerza en sociedad, que sus fortalezas que muchas veces superó la de algunos hombres, las condenó a ser rechazadas, violentadas e incluso asesinadas.
La figura materna también fue y ha sido objeto de control y para violentar a la mujer y a naciones enteras, escuchaba hace poco una frase que se encuentra en un libro de impacto que también violenta a la mujer, en algunos pasajes, y que dice parirás con dolor, la mujer que decide ser madre está condenada al dolor, y probablemente también sea una sentencia, pues para muchas mujeres, ser madre, les ha costado dolor e incluso la vida. Y no solo por esta frase condenatoria sino por el tipo de vida que hemos aceptado e impuesto, en la que, cada vez, el respeto por el otro se va desdibujando de generación en generación.
Antes se decía que se respetaba a la madre, pero cuestionémonos esta idea un poco, pues había una idea de que la madre debía ser abnegada, sacrificar sus propios intereses, deseos, ante los de los hijos, el marido o pareja, e incluso la vida misma en favor de ellos. Y eso es violencia. Una sociedad que había construido una idea de lo que debía ser una madre sin considerar al individuo, como si al maternar dejara de ser ella, una mujer con anhelos, sueños, además de las que involucrasen a su familia.
Así es querido lector, durante muchos años sometimos a las madres de familia a una cultura violenta en la que eran reducidas a complacer a los demás sin importar a qué costo y no sólo a las mamás, sino a las mujeres en general, durante muchos años eran reducidas a valorarse por el hecho de poder procrear, por lucir femeninas, o por complacer a los hombres nada más, y pobres de aquellas que aspiraran a algo diferente a esto o se rebelasen.
Aún seguimos siendo una sociedad que sobrevalora la abnegación y el sufrimiento, quién no escuchó alguna vez el dicho lo que la mujer no consigue hablando, lo consigue llorando, ¿de verdad el sufrimiento de la mujer sigue siendo un arma, a esto se reduce a la mujer, que sólo sufriendo es importante y puede ser escuchada? Y qué tal con aquellas que utilizan esta artimaña para dañar y salirse con la suya.
En una sociedad que sigue premiando, romantizando el dolor diciendo que está bien, que lo ven como un medio de dignificación, de alto valor moral. Da pie a prácticas que solapan esta forma violenta de ejercer la maternidad, por ejemplo, al punto en que algunas mujeres llegan a condenar aquellas que se resisten aceptar estas formas arcaicas y violentas. Mujeres que se atreven a hablar de lo doloroso que puede llegar a ser la maternidad y que la trabajan para que no sea así y para vivirla de diferente manera, sin dolor de ningún tipo, principalmente anímico, psicológico.
Desafortunadamente hay mujeres que siguen perpetuando estas prácticas, por ejemplo, cuántas mujeres que por diversas circunstancias han tenido que maternar solas, de forma autónoma porque el ser que puso el espermatozoide no quiso participar de su paternidad. Porque aunque se nos olvide, para procrear se necesitan dos voluntades, comentó la activista Diana Vázquez Ruíz. Y es injusto que se denigre a las madres autónomas, que se les revictimice porque la mayoría de las veces su condición se debe a este abandono, engaño, e incluso violación, y nos es posible que todavía tenga que soportar el señalamiento de la sociedad.
Para ahondar un poco más en esto de la victimización, me gustaría recurrir al Triángulo Dramático de Stephen Karpman, un modelo que se utiliza para analizar los conflictos interpersonales tan presentes en la familia, la calle, las plazas.
Este triángulo pone en una de sus aristas a la Víctima en este ejemplo, pondremos a las mamás (con pareja o autónomas), se menosprecian, se sienten o se ven desesperadas, impotentes por no poder cambiar su situación o las adversidades a las que se enfrentan, rechaza la ayuda que se le ofrece, se queja, manipula (chantajea con su dolor), evita responsabilidades de la situación en la que se encuentra para así desvalorizarse.
En contra cara, está el Perseguidor, aquel o aquellos que menosprecian su valor, juzga, critica, castiga, reprocha (lo que hace la pareja, los hijos, la sociedad), desprecia al otro, la mamá, para revalorizarse y probablemente para sentirse un salvador.
En la base del triángulo se pone al Salvador, que menosprecia las habilidades de los otros, se encarga sin que nadie se lo pida y así al ser servicial, se revaloriza pero como podemos ver, esto puede volverse un ciclo.
El gráfico muestra como estos procesos inconscientes, son repetitivos y que cada individuo puede adoptar uno y otro rol y cambiar a otro dependiendo de un momento o situación, y que refuerza la dependencia de los participantes, impidiendo el desarrollo, respeto y autonomía de los individuos, una dinámica que definen los especialistas como disfuncional y destructiva.
Una manera de comunicarse y de convivir que se ha implantado en ciertas sociedades, en las que el dolor, el menosprecio la abnegación forman parte del estilo de vida, como mencionábamos al principio y que reconocer estas fallas en la manera de construir nuestras relaciones interpersonales, nos permita identificar, nombrar y principalmente cambiar estas formas violentas de comunicarnos, de tratarnos, de vivir, que hemos validado por siglos.
Queda aquí la reflexión querido lector, en torno a la figura materna y cómo la hemos rodeado de violencia, de cómo se ha convertido en objeto de sufrimiento sin necesidad. Aquí la provocación también a cuestionarnos no sólo en la relación con la madre sino en nuestras relaciones en general, si es que este triángulo dramático está presente y condiciona nuestra forma de relacionarnos.
Verdaderamente vivamos y acompañemos las maternidades, respetemos; conmemoremos, honremos la memoria de aquellas que ya no están entre nosotros, agradezcamos también si aún las tenemos a nuestro lado.
También habrá casos en las que existan madres generadoras de violencia, pero afortunadamente son menos que las que aman su maternidad.
Una felicitación anticipada, mis respeto para todas las maternidades, que puedan ejercerla de manera libre, amorosa y sin violencia. Una plegaria a la memoria de las madres que siguen palpitando en el corazón de sus hijos.
¡Feliz Día de las Madres!
Fuentes:
Avila, S. (2020). El triángulo dramático de Karpman: Cómo identificar y escapar de los roles de Perseguidor, Salvador o Víctima, para tener relaciones personales saludables. IBERO Monterrey. https://iberomty.mx/blog/el-triangulo-dramatico-de-karpman/