Marco Antonio Morales Gómez, un rector Que hacía teatro y fue al Cervantino

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Una de las figuras notables de la cultura de Toluca es, sin duda alguna Marco Antonio Morales Gómez. Fue politico. Es doctor en Derecho, aunque como él lo dice, nunca litigó, fue rector de la UAEM y Magistrado, entre otras cosas esto fue lo que me dijo en entrevista para mi libro Toluca 200, historias de familia, que se publicó en el año 2013:

 

Platíqueme qué pasaba en Toluca y cómo llega a la Rectoría.

 

Llegué a la UAEM, luego de haber estudiado la carrera de Dirección y de Arte Dramático en el Instituto Cinematográfico Teatral, Radio y Televisión de la ANDA, que ahora se conoce como Instituto Andrés Soler.

 

Empecé en el teatro profesional. La verdad no tuve la capacidad para asimilar el medio a pesar de que iba bastante bien, no podía asimilarlo, era provinciano de mandil, entonces me tuve que regresar a Toluca para estudiar Derecho.

 

Al llegar a la Universidad fundé grupos de teatro universitario y empecé a trabajar con los jóvenes de nuestra ciudad. Era difícil lograr que las familias les dieran permiso para participar en ese tipo de actividades teatrales.

 

Poco a poco se fue rompiendo el cerco y empezó, diría, una época que casi no se ha vuelto a dar en Toluca que fue entre los años 60, en donde incluso fuimos sede de los Festivales Internacionales de Teatro, del Festival Nacional de Bellas Artes, en fin, hubo un Boom importante en ese sentido.

 

De ahí surgieron muchos que ahora están en este momento actuando, en acciones de Difusión Cultural, en el Instituto Mexiquense de Cultura, en la Universidad, en fin, en varios lados.

 

Hice mi carrera, me fui a México un tiempo a la Secretaría de Salud con el doctor Jorge Jiménez Cantú, quien me nombró subdirector General de Asistencia Social, me hicieron favor de confiarme la asesoría Nacional del Voluntariado, del Sector Salud aquí, ya no nada más de la Secretaría, sino del Sector Salud que agrupaba al IMSS, al DIF Nacional, a la Secretaría de Salubridad y Asistencia, en fin, era todo este sector.

 

Después de ahí regresé nuevamente al Estado cuando el doctor Jorge Jiménez Cantú fue nominado en el 75 como candidato a la gubernatura, la ganó y a mí me hizo favor de nombrarme en el DIF, primero, como director Operativo un tiempo corto y luego ya como Director General.

 

Me fui a España a hacer el doctorado y regreso a la Universidad.

 

¿Cómo era doña Luisa Isabel Campos de Jiménez?

 

Trabajé con ella desde siempre, desde que salí de la escuela, desde que estaba en el Estado, creo que era y es, porque todavía, aunque ya en este momento no realiza actividades sociales, pero es una señora muy lúcida, terriblemente humana, honesta en sí misma, pero sobre todo, con una capacidad enorme para organizar acciones de beneficio a la gente, a niños y familias.

 

Recuerdo que en el DIF, tuve más inasistencias que doña Luisa, nuestro problema era llegar temprano porque la señora llegaba primero que nosotros.

 

Todavía cuando hablo con ella, tiene una lucidez extraordinaria y siempre fue una gente, diría que, junto con don Jorge, vinieron alimentar ese aspecto humano que los ha caracterizado y que la gente los recuerda por ello.

 

Ella terminó mi formación en muchos aspectos.

 

Llegué a Difusión Cultural nuevamente, en 82 y cuando decido, porque tenía tres o cuatro ofertas de trabajo y decido eliminar las de corte político, de administración pública que las tenía también, y me decido por la Universidad, por dos razones, primero porque me había formado en la Universidad, habíamos trabajado siempre en Difusión Cultural, siendo estudiante manejaba áreas de cultura, eso por una razón y por la otra, porque me puse como meta ser rector, la había tenido desde siempre y dije éste es el momento.

 

Cueste el tiempo que cueste, pero hay que tratar de ser rector que me costó bastante, me costó 12 años estar en la administración central universitaria.

 

Ya en Difusión Cultural empezamos a fomentar nuevamente el teatro, las actividades artísticas, creamos muchos grupos, recibí con unos siete, ocho grupos a la Universidad, muchos artistas, la entregué con 120 grupos.

 

Después de Difusión Cultural paso a la Secretaría Académica.

Nosotros empezamos hacer teatro, pero no tanto porque quisiéramos hacerlo trashumante, por la idea, esta idea clásica del Teatro Trashumante Españolitaliano, nosotros realmente por una cuestión obligada, como una muestra de protesta y de solicitud, no teníamos dónde actuar y como no teníamos donde hacerlo, dijimos nos vamos actuar a los parques, porque como no nos dan, ahí lo haremos.

 

Empezamos actuar los sábados y los domingos en la Alameda, nos íbamos a otros parques, pero eran acciones de protesta que hacíamos, protestas muy creativas, nunca hicimos una violenta ni mucho menos, pero siempre fueron ingeniosas, entonces actuamos en las calles, una vez actuamos en el Portal.

 

No sé si se acuerde de la Concha Acústica, ahí llegamos y empezamos actuar, dos semanas trabajando con Pasos de Lope de Rueda; con todo lo que podíamos, lo hacíamos. Entonces de ahí surgió el hecho de que fuéramos a todo el Estado y empezamos a ir, y como las obras se prestaban para ello, en lugar de presentarnos en los auditorios municipales, lo hacíamos en los zócalos, en los kioscos, en los lugares de encuentro del pueblo, y eso, nos funcionaba muy bien.

 

Teníamos que ponerle nombre, entonces dijimos somos Trashumantes, somos como los juglares, había trabajado Trashumancia en la ciudad de Querétaro, después, fue rector, también, Hugo Gutiérrez Vega, quien dirigía el grupo de los Cómicos de la Legua, éramos los que hacíamos este tipo de teatro.

 

Después se volvió común, Hugo y yo coincidimos en Madrid, porque él fue agregado Cultural de México en España, toda vez que dejé de ser rector fui a trabajar a un taller de teatro en Madrid y él fue, el que me lo consiguió, nos llevábamos bien, es un tipazo.

 

Está viejito, le recito el verso que compuso cuando fue rector de la Universidad de Querétaro, que dice: Adiós Querétaro querido, de tus vergeles me alejo. Si vine fue por jodido y si vuelvo es por pendejo.

 

Muy bueno, no lo conocía, pero está buenísimo. Hugo tenía gran ingenio, él me ganó y me lo dijo alguna vez, porque él actuaba cuando era rector, yo actuaba cuando era secretario Académico todavía, pero ya en rectoría no participé, ni dirigí.

 

El me decía te gané en eso, era rector me vestía y me iba a la Legua, un tipazo.

 

Ahí iniciamos una actividad diría que importante, hicimos, siento, un buen trabajo, a mí me ayudó a que me conocieran en la Universidad, mi primera intención de ser rector fue a los 7 años que llegué ahí, a Difusión Cultural, no se dio, fue Efrén Rojas Dávila el rector y él, me invitó a ser el secretario Académico, desde ahí seguimos trabajando.

 

Ya en la segunda vez que quise ser rector, fue cuando logré serlo cuando Efrén terminó.

 

Hasta ahí, antes de la rectoría diría que el trabajo que se hizo, ligado con Toluca porque en todo momento estaba la ciudad inmersa en las actividades que hacíamos.

 

¿Qué fue lo relevante?

 

Salimos con propuestas universitarias de actividad artística a la calle, a los parques, a los lugares públicos y me parece que eso, fue lo significativo.

 

Hicimos un guiñol, llegamos con mensajes de todo tipo, actuábamos, siento que eso fue bueno, porque acercó mucho a la Difusión Cultural Universitaria a la gente, tuvimos siempre éxito, no tuvimos nunca ningún incidente, afortunadamente, pero lo más importante es eso, que nos salimos del aula, que nos salimos del edificio y nos fuimos a la conquista de la calle, del parque, nos fue muy bien, llegamos al Festival Cervantino.

 

Fuimos de los pocos grupos universitarios del país que llegaron al Cervantino, siento que fue un éxito, aunque tuvimos también muchos errores y muchos fracasos, como todos, nadie es perfecto, también la regamos en algunos casos y sufrimos las consecuencias, tampoco se nos dio gratis, sufrimos las consecuencias.

 

En la Rectoría ya no participé de manera directa en actividades de Difusión de la Cultura, pero siempre estuve tratando de impulsarlo, de que la Universidad se conociera más, muchos más por su actividad cultural y la académica que por cualquier otro tipo de característica que tuviera la propia institución.

 

De ahí siento que tuvo algunos logros. Durante más de 100 años se había querido tener el doctorado, 150 años y finalmente logramos establecer el nivel del doctorado, dejamos diez y eso es un avance porque se había buscado históricamente, no se había logrado, pero finalmente se obtuvo.

 

Se logró el doctorado, multiplicamos las Unidades Académicas Profesionales al interior del Estado de México, porque parecía más Universidad de Toluca que Universidad Autónoma del Estado de México, tenía una matrícula mayor la UNAM, la sigue teniendo, ahora la Universidad creo que va a llegar a 70 mil, la UAEM ha tenido un avance enorme.

Quizá en el ámbito de la representación universitaria creo que hubo buenas cosas, fui consejero nacional de ANUIES, fui de los consejeros, también, fundador de Ceneval, tuve la vicepresidencia de la Organización Universitaria Interamericana, estuve en algún momento en la presidencia de la XXVII Asamblea de ANUIES, esto desde el punto de vista de la representación, estuvimos bien considerados nacionalmente. Eso es dentro de la Rectoría, aumentamos la matrícula, aumentamos las carreras, pero eso era obligado.

 

Después de la Rectoría me fui al Instituto Mexiquense de Cultura, estuve muy poco tiempo y en el Instituto de Administración Pública, ahí tuve una decisión política de apoyar a un amigo que quería buscar la gubernatura, no se dio, me fui a trabajar a Gobernación un tiempo con él, fue muy poco tiempo y me regresé de nueva cuenta.

 

Nuevamente a la Universidad, a dar mis clases, pero en el momento en que regresé me invitaron a fundar un modelo de Escuela Judicial para el Estado, pero que pudiera tener una proyección nacional, que fuera el modelo de Escuela Judicial Nacional en los tribunales, porque esto se hizo al seno de la Comisión Nacional de Tribunales.

 

Entonces me di a la tarea, me metí sólo a trabajar con la Escuela Judicial, logramos que se declarara modelo nacional, que se le diera el título de Referencia Latinoamericana y después de eso un día salió la convocatoria para Consejeros Electorales y me inscribí, salí y luego me inscribí para ser presidente de la Comisión de Derechos Humanos, también tuve la suerte de ser designado por la Cámara y hasta el momento.

 

Un gran personaje Salomón Vázquez Varela.

 

Salomón, buen amigo. Él estaba trabajando en el Departamento de Actividades Artísticas de la Dirección de Educación, cuando don Adrián Ortega Monroy, era el titular, me parece.

 

Nos hicimos buenos amigos y empezamos como grupo de teatro universitario, hacer recorridos por todo el Estado, esos recorridos de los que le hablaba, los hacíamos con Difusión Cultural del Gobierno del Estado, no teníamos autobús, ni micro, ni nada, entonces viajábamos en camión de redilas, nos íbamos junto con la escenografía.

 

Se hizo una buena labor cultural, Salomón con mucho ímpetu, con mucho entusiasmo estaba con nosotros, él terminó su carrera durante ese tiempo hizo su la de abogado y al terminarla en la Universidad con todo lo que traía de lo que habíamos hecho también con la Universidad, lo nombran coordinador de Difusión Cultural de la Universidad y él inicia una labor en el rectorado de don Carlos Mercado Tovar.

 

Al final del rectorado de don Carlos, lo nombran notario y tengo entendido que se queda como tal, creo que está en Atizapán de Zaragoza.

 

Nosotros dejamos de vernos, teníamos caminos distintos, actividades profesionales distintas, pero cuando nos vemos nos damos un buen abrazo, eso fue Salomón, muy brevemente, su historia, era muy entusiasta en ese sentido, pero así fue como se dio ese cargo profesional con el esfuerzo que hizo para hacer la carrera, eso es lo que tiene mucho mérito.

 

Me parece que fue aprovechando aquel programa que se hizo en la Facultad de la carrera abierta, me parece que ahí fue donde Salomón hizo la licenciatura, es un hombre que, a base de chamba, de entrega y de coraje logró hacer una carrera interesante profesionalmente.

 

De esa Toluca que le tocó vivir, de las banquetas cortas, las calles angostas.

 

Lo que pasa es que no teníamos coche, teníamos que andar todo Toluca. Tengo grabado la Toluca de aquel entonces, algunas cosas que aparentemente son triviales, pero creo que son interesantes, tengo muy grabado que a las ocho y media o cuarto para las nueve, cuando menos sentía ya tenía un manguerazo de los bomberos en el Portal porque iban ellos a lavarlo con agua, una pipa y era un chorro.

 

En Toluca y los bomberos lavando el Portal, eso me parece que es como que a veces no se lo creen a uno, me acuerdo mucho de eso en nuestra ciudad.

 

Me acuerdo también de un letrero que había en la salida, por donde está el Hotel del Rey Inn, era el Motel del Rey en aquel entonces, en donde decía: Toluca 40 mil habitantes, y duró mucho tiempo, duró como 40 mil años.

 

Luego había otro, adelante que decía: Se vende la extensión que se quiera o algo así decía y a peso el metro; de a peso el metro, estamos hablando de los 50, 60.

 

De niño, de joven incluso en la casa paterna había una pileta como la había en todas las casas en el corral con dos lavaderos y la pileta central, cuando la llave se nos quedaba un poco abierta se quedaba una estalactita de hielo, así era la cosa y abajo en donde estaba el cuadrado, el rectángulo de la pileta, era hielo.

 

El juego era ver quién levantaba la placa de hielo sin quebrarla, no nada más era yo, eramos muchos, por eso me acuerdo que en el corral levantábamos una piedra y salían los tlaconetes a lo bestia, se divertía uno viendo cómo se iban deshaciendo con el sol.

 

En Jesús Carranza, donde vivo ahora, había una gran barda de adobe y había un montón de arañas de esas negras, patonas, capulinas, las iba uno a juntar en un frasquito y luego en las piedras que había en Rafael M. Hidalgo era una zanja y ahí iba uno, en los corrales de la casa, los alacranes, tenía uno su frasquito con el alacrán y la araña para que se dieran las grandes luchas por la vida entre alacranes y arañas, todo lo hacíamos.

 

Estoy hablando de las calle a un costado de El Ranchito, eso es lo interesante, el pavimento llegaba hasta lo que se llamaban Obregón y Filisola que ahora es Instituto Literario, hasta ahí llegaba el pavimento, al frente de la Universidad y no había más, de ahí y a varias cuadras ya era tierra.

 

Nos conocíamos, sabíamos quién era quién, luego nos enterábamos de algún chisme en la columna de Gloria Díaz González, en Crinolina, la esposa de Simón Libién, ahí nos enterábamos de qué pasaba y quien andaba con quién y todo.

 

Los días domingo, cuando no teníamos para luneta, nos íbamos al teatro Días de León, nosotros así le decíamos, era el Coliseo, porque hasta arriba había días que las ratas parecían leones, así de grandotas, te tocó días de león.

 

Un teatro que lloré el día que lo derribaron (por órdenes de José Antonio Muñoz Samayoa), era un teatro hecho con el esquema del teatro Juárez, de El Oro; el Teatro Juárez, de Guanajuato; el Degollado, de Guadalajara; el Macedonio Alcalá, de Oaxaca; eran teatros como el Municipal de Tenango del Valle, teatros bellísimos hechos con aquel formato que tenían antes, con los palcos, las plateas.

 

Se acuerda de El Globo.

 

Sí cómo no, El Globo era una cafetería que estaba en la parte de arriba, donde estaba el Coliseo, ahora es la Plaza González Arratia, ahí se subía usted y era una cafetería, una nevería chiquita, pero íbamos muchos.

 

Más adelante estaba la tienda de El Fénix, la Flor de Tenancingo, eran puros licores, la carnicería La Magnolia, estaba el Mercado de Flores (hoy es el Teatro Morelos) y allí al interior del mercado Hidalgo, había una fonda que era la de La Güera, nunca supe su nombre, en alguna ocasión ahí vi al profesor Carlos Hank González; cuando salía uno cuando y tenía un poco más se iba o íbamos al Son Jei, primero al de Pepe Liho que estaba en Hidalgo y luego al de Carmelita Liho, usted estaba tomando café y cuando menos sentía, estaba el doctor Jorge Jiménez Cantú, el profesor Carlos Hank González tomando natas.

 

Y sabe quien, también el doctor don Fidel Castro Ruz quien vivía en Bravo, en el hotel, había un hotel chiquito, iba con don Pepe o con Carmelita, creo que con Pepe, con Carmelita no tanto.

 

En Hidalgo, porque el que estaba después, en Allende, era el del hermano de Carmelita, de Rodolfo, el de Pepe estaba exactamente en Hidalgo, casi con Allende o iba uno después al L’Ambiant era un café donde junto estaba la panadería La Libertad del señor Dionicio Vendrell, sería el ambiente en francés.

 

Luego el Restaurante del Reyen el Portal y Las Ramblas surgieron las pequeñitas primero en el otro Portal en las tortas, las del Capri, pero es cuando se hizo la Plaza Fray Andrés de Castro.

 

En el cine Florida entrábamos los universitarios sin pagar y a veces a media película se prendían las luces y decíamos, chin el rector, a ver chamaquitos, enseñen el boleto, el que no?, íbamos para afuera.

 

Lo tenía el señor Joaquín Iracheta, no sé si era el dueño o como arrendatario, pero de que él era; porque él era el que llamaba al rector.

 

Hice dos o tres veces algún jueguito, jueguitos pánico como decía Alejandro Jodorowsky en donde apostaba, decía sabes qué es que la gente se junta y va a no sabe qué y llega…, decían no, jugábamos tres o cuatro, júntense, júntense y empezábamos a caminar en el edificio, en menos de 12 minutos ya éramos 150, júntense, todos y decían cine Rex, salíamos íbamos por Juárez diciendo los 150.

 

Llegábamos al Florida o llegábamos al Rex y ni quien nos pusiera Resistencia, entrábamos al cine, esa era una.

 

Ahora sin razón, júntense, júntense, nadie sabía a dónde íbamos y llegando a Juárez e Hidalgo más o menos, donde estaba el hotel Colonial, ya después de júntense, empezaban sepárense y le decían a uno de su mamá y de todo lo que usted se imagine y ya todo mundo se iba, no íbamos a nada.

 

Nomás demostrábamos que podíamos hacer esto, que era una especie como una especie de muestra de liderazgos, de cómo se dan, no saben qué onda, pero ahí van, eso lo hacíamos mucho.

 

Las novatadas en la Universidad, las cuales eran verdaderamente incómodas en muchas ocasiones, eso a mí me tocó todavía tratar de eliminarlas un poco, sobre todo cuando terminaban las carreras, lo que hacíamos era llevarles una pipa de agua o llevarles algún grupo musical para que mejor se quedaran en sus facultades, porque tuvimos desgracias incluso en la Universidad. A mí no me tocaron como rector.

 

Al final del curso se llamaban Las Mascaradas que era la quema del libro, hacíamos una gran fogata con libros viejos que teníamos, nadie echaba los nuevos, hacíamos una gran fogata en la quema del libro, se quemó el libro, vámonos de vacaciones y entonces salíamos y hacíamos un desfile, carros alegóricos, era a tal grado el ambiente en Toluca que a mí me tocó en dos ocasiones cuando menos que, llegando al Portal, traíamos un carro alegórico de una mascarada romana, algunos estábamos más delgaditos salíamos de mujeres y los bigotones de hombres, de romanos.

 

Recuerdo que en aquella ocasión, dos o tres, no le digo el nombre porque es un funcionario relevante, veníamos de mujeres y de repente ahí está el gobernador; el doctor Gustavo Baz Prada y el doctor Jorge Jiménez Cantú iban caminando en el Portal viendo y ni quien se metiera con ellos, nos saludaban.

 

Nosotros nos bajamos del camión y fuimos a saludar, a darles un abrazo, nos conocíamos, alguna vez se lo dije al doctor Jiménez Cantú y me dice, no me acuerdo, pero mejor que ni me acuerde.

 

Así era esa cercanía, a mí me tocó en dos ocasiones, en una incluso, darles el abrazo y la otra nada más saludar, pero esos carros alegóricos después en estas Mascaradas se empezaron a infiltrar muchachos que aprovechaban para meterse a las tiendas, las cerraban en algún momento y se llevaban el pan de la panadería Los Portales, de Miguel Larregui, quien ya no está.

 

Un día me dieron un charolazo, aún lo escuchó en los oídos, además Fermín quien estaba en la Panadería Cristal  era compañero nuestro, de todos modos él estaba entrando a la de su papá, llevándose las conchas, cómo no, pero llegó un momento en que empezaron a llevarse el dinero, se descompuso y se acabó.

 

Esa era la tradición, se llamaba la coronación de el Rey Burro, entonces coronaban a uno que era el Rey Burro y era el que encabezaba la Mascarada y todos iban disfrazados, los muchachos, la gran mayoría.

 

Le tocaron los Vampiros, quién los encabezaba.

 

Sí cómo no, los encabezaba Daniel Benítez Bringas, de los principales líderes era él y Carlos González quien era El Huele, el doctor no sé dónde esté, pero ellos dos diría son los más importantes, independientemente de otros como el Títere Albíter, periodista de nota roja, Alfredo; el Secre, quien se murió muy joven, el Papachos, que todavía vive; el Roles, Rolando Benítez, el Frijol.

 

Me acuerdo de ellos por el apodo, no de los nombres, es una pena, luego se fundó la orquesta, el Quique quien anda por ahí haciendo algunas presentaciones, recordando cosas de aquella época.

 

Nosotros fundamos un Club cuando entramos éramos los Vampiritos y entonces ahí estábamos Carlos Flores quien ahora está en Control de Confianza; Humberto Benítez Treviño, su servidor, algunos otros, pero la verdad del Club se denostó mucho tiempo.

 

Si usted me pide que defina el Club de los Vampiros, diría que es donde estaba lo mejor de la Universidad y lo peor, para mí era de ese tamaño y mucho más, lo mejor; los mejores estudiantes eran vampiros y los peores también.

 

Muy simpáticos además, eran más simpáticos los peores, le digo que el club era un grupo muy diverso, una gran diversidad y que normalmente tiene una orientación muy institucional, era una protección universitaria enorme, cuando hubo en la elección del doctor Mario C. Olivera, fue cuando empezó un ratito a denostarse al club.

 

Para mí es una de las agrupaciones más positivas de la historia de la Universidad en todos sentidos, incluso con las malas acciones que, seguramente las hubo, no todo es miel sobre hojuelas, pero así fueron los Vampiros.

 

Ellos eran los que organizaban la Mascarada, luego se hicieron otros grupos, me acuerdo que uno se llamaba el Gremio Estudiantil que fue opuesto al club de los Vampiros, algún otro, no era muy dado a los grupos porque tenía mi grupo, pero de teatro, cohabitábamos muy bien.

 

El ex rector Marco Antonio Morales, vivió la historia y nos hizo recordarla.