+Memorias de los años 50 de la Ciudad de Toluca a través del fotoperiodista Víctor Sánchez Munguía, fallecido el 18 de enero de 2021

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La frase:

Parece que fue ayer, pero ya hace 73 años, de recuerdos de una Toluca que se nos fue.

MEMORIAS

 

MEMORIAS DE UNA DÉCADA

Víctor Sánchez Munguíaperiodista y fotógrafo, fue un gran amigo mío. Un buen día se puso a escribir a mano y me dejó este texto que hoy reproduzco con mucho cariño por el gran amigo que ya no está. Que usted lo disfrute

Como en sueños, llegan los recuerdos de la década de los años 50 del siglo XX. Tenemos que por allá de los primeros cincuenta, las autoridades hicieron el cambio de pavimentación en las calles céntricas de Toluca. Principalmente en la avenida Hidalgo en donde colocaron las entonces novedosas planchas de concreto, las que con el pesado y progresivo tráfico de vehículos, pronto se deterioraron y se volvió al pavimento.

Para el mes de marzo de 1956, en medio de gran regocijo por parte de la comunidad estudiantil, al fin y después de largas luchas se decretó oficialmente la transición del Instituto Científico y Literario Autónomo a Universidad Autónoma del Estado de México. Habiendo sido el emérito maestro Juan Josafat Pichardo, el último director del ICLA y el primer Rector de la UAEM.

Se tuvieron grandes y sonados eventos deportivos, como las emotivas carreras ciclistas por etapas por el centro del país, en las que participé como integrante de las cuartetas del Club Ciclista y Montañista Pedal y Fibra, cuyo entrenador fue don Manuel Villaverde Herrán. Así como, gran expectación provocaron las competencias de autos deportivos que se llamaron Panamericanas y que atravesaban el territorio nacional. En las que participaron las más famosas marcas  tripuladas por pilotos de fama internacional. Las carreras de autos que organizaba el Club Automovilístico Toluca, presidido por José Acra Carmona. La más famosa fue la del Circuito Colón, que se hacía de la glorieta Colón, por la calle de Francisco Murguía hasta la avenida Juárez para llegar a la Zona Militar y dar vuelta por la calzada de terracería que ahora es el Paseo Tollocan para retomar por la Calzada Colón. En esos eventos de autos arreglados, participaron audaces jóvenes que años después figuraron en las esferas sociales y políticas de la entidad, incluso uno de ellos, fue gobernador.

Tengo como inolvidable evento en mayo de 1951, el matrimonio con mi siempre adorada e inolvidable esposa Lupita, que por su gran amor y comprensión, Dios la tiene en el cielo. Con ella en el mes de julio de ese año, participamos en una jornada de reforestación con el Club de Montañismo Pedal y Fibra, en la cima del cerro de La Teresona, que en aquel entonces se encontraba sin árboles.

Con Cardozo.

Recuerdo mi primer arribo para disfrutar de las instalaciones deportivas en el Club Rotario de Toluca, en unión de un grupo de ciclistas respondiendo a la invitación del licenciado Alfonso Lechuga Gutiérrez, quien fue presidente en 1950-1951 de la agrupación humanitaria.

También es de recordar que en el mes de septiembre de 1951, se inauguró la primera zapatería Mona Lisa, en la avenida Hidalgo, y de la que se ha formado una larga y exitosa cadena de sucursales. Su fundador fue Rafael (q.e.p.d.), el mayor de los conocidos hermanos MondragónJosé Refugio, Jesús, Enrique y Carmelita.

Motivo de gran alegría para la comunidad católica fue en esta época, se reinició la construcción de la tan anhelada Catedral que vino a dar mayor renombre a la ciudad, aun cuando la consagración a cargo del primer Obispo Arturo Vélez Martínez, se efectuó hasta el año de 1978.

En 1951, la inauguración del Campo Deportivo Toluca y en 1953, el inolvidable ascenso del Club Deportivo Toluca a la primera división del futbol profesional. Popular suceso, que en unión de la recién creada zona industrial, vinieron a dar un gran cambio hasta la entonces provinciana y bella Toluca.

Con el futbol y el estadio, llegaron de la capital los cronistas de las estaciones de radio como la WXEWLa Voz de la América Latina desde México; para transmitir los juegos. Siendo de los más famosos, el gordo y casi ciego Cristino Lorenzo, acompañado de su fiel amigo, Agustín González Escopeta.

También vinieron cotorros de otras radiodifusoras y de Toluca, apareció don Aurelio Terrón con su naciente XECH y como cronistas: Gerardo Durán CantaclaroLuis GonzálezJavier Pollo AguilarPepe NaderPedro León Porcayo y Benjamín Flores. Los que algunas ocasiones me dieron la oportunidad de hablar a través del micrófono.

Después de los juegos dominicales, por la tarde, nos reuníamos en el restaurante El Conde que estaba en el Pasaje Curi, cuyo dueño el conocido baisano Camilo Dumit consiguió se transmitiera, por radio, el programa deportivo que, sin duda, fue el primero en realizarse fuera de la cancha toluqueña.

Y como se recuerda al anunciador Héctor Güero Zenil, quien con su típica y ronca voz, en la cancha y antes de los juegos, voceaba las alineaciones de los equipos. Además, Héctor Zenil, con su anticuado vehículo, equipado con enormes bocinas, recorría la ciudad anunciando las casas comerciales, la lucha libre y las películas de los cines, Principal y Coliseo.

Con Pelé.

Con el disfrute de los juegos del Deportivo Toluca, también nos divertíamos con las ocurrencias de las porras de aquel entonces. Con el ascenso a la primera división, surgieron las de Chilo, cuartilla y cuatachos, que fue de breve duración; la del Muertero Marino López, la de Rodolfo Bizarro y la del Globero Hernández; este último personaje que adornaba el estadio con sus coloridos globos, bonitas obras de arte típico que llegaban a sobrevolar la ciudad.

Memorables fueron los amistosos, pero disputados encuentros de futbol que tuvieron las dos agrupaciones de servicio comunitario más antiguas de la ciudad. Como el tradicional juego que el Club Rotario y el Club de Leones organizaban en el mes de diciembre, para recaudar fondos Pro Navidad del Niño Pobre. Juegos que se efectuaban en la cancha del Deportivo Toluca. Y que como eran para beneficio, cobraban en Sol $1.00 y en Sombra $2.00.

Los Rotarios contaban con: Enrique Sánchez, Mariano Sánchez, Calixto Urroz, Francisco Negrete, Alfredo Estrada, Eugenio Zafra, Herminio Padruno, Xavier Maawad, Álvaro Márquez, Alfonso Lechuga G., Ernesto Monroy, Luis Gutiérrez Dosal, Jorge Muciño M., Antonio Abraham, José Madrid, Joaquín Sánchez, Eduardo Hernández, Antonio Yurrieta, Ramiro Márquez, Francisco Jiménez J. Concepción Salgado, Enrique V. Enríquez, Manuel Barbabosa, Efraín Díaz Arizmendi y Eduardo Arias Nuvillo.

Los Leones formaban su equipo con: Genaro Barrera, Ignacio Salgado, Alberto Chemor, Enrique Robiou García, Eduardo Vilchis, Felipe Chávez Becerril, Enrique Torres Torija, Octavio Márquez, Santiago Velasco Ruiz, Gustavo Estrada O., Antonio Vilchis, Emmanuel San Martín, Gustavo Barrera Graf, Carlos Arochi O., Abel Moreno Terrazas, Adolfo Garate Caballero, Antonio Pliego Villalva, Jorge Alva A., Juan Chacón, Teófilo Dorsh, Alfredo Pino Cámara, Felipe Molina Reyes y Jesús Salgado.

Recordar los años cincuenta es volver a vivir, vienen a la mente escenas como, cuando los hombres usaban sombreros y los pantalones tenían grandes valencianas. Eso sí, los overoles, los de peto y los vaqueros, de mezclilla que todavía no les llamaban jeans, únicamente los usaban los ferrocarrileros, los obreros y los cargadores.

Los zapatos tenis eran solamente blancos, siendo los más baratos, de las marcas Faro y Dunlop, que no se usaban en la calle, si acaso los obreros y la gente pobre. Los popofs o fifís usaban zapatos de charol o de buena piel. Los de moda sport de ante y de dos colores: café y blanco o negro y blanco.

En esos tiempos y para la juventud con el gusto del bailongo estuvo el Casino Militar en la calle de Belisario Domínguez, en donde los domingos se realizaban las tardeadas a las que concurrían jóvenes y damas de la clase media y para abajo pero, con la animosidad de demostrar sus aptitudes para el baile.

La música era de buena calidad, ya que amenizaban las mejores orquestas como El Ritmo Rojo de Cuauhtémoc ÁvilaLos Corsarios del Ritmo de Chucho García Lovera; la de los Hermanos Juárez, la de los Hermanos Vega y la de Manuel  Briseño. Existía, y de gran fama, el conjunto de cuerdas de los hermanos Ortiz, mejor conocidos como Los Chatos, que eran exclusivos de los eventos oficiales y los residenciales.

Un gran vuelco dio la música a nivel mundial, cuando aparecieron los grupos juveniles con los nuevos y ruidosos ritmos del Rock and Roll, desplazando de la popularidad a los jazzswing y blues. Además llegó la moda gringa de los ajustados pantalones y de amplias valencianas, con las camisas floreadas, los largos sacos de grandes solapas y de chillantes colores. Pero, además los envaselinados y largos peinados, con los altos copetes.

La circulación de vehículos era muy poca y se acostumbraba que los señores se bajaran para abrir la portezuela a las damas, breves momentos que los peatones aprovechaban para admirar las rodillas de las féminas, que coquetamente se apeaban. Las mujeres todavía no manejaban y usaban medias o se pintaban una raya vertical a la mitad de la pantorrilla para simularlas. Las medidas corrientes siempre al primer uso se corrían y por ello, en varios balcones se apreciaban letreros como: se zurcen medias en media hora.

A los hombres que fumaban los cigarros suaves se les llamaban maricones o p… y no como ahora gays. A las mujeres que fumaban, se les mencionaba que eran capaces de hacer muchas otras cosas malas. A las sirvientas se les decía gatas y los hombres de baja clase, las manoseaban en los autobuses y los más léperos en las calles.

Otra novedad, fue la inauguración del primer semáforo en el corazón de la ciudad, en la esquina de las calles de Lerdo e Isabel la Católicaahora Bravo Norte, al lado del antiguo Palacio de Gobierno. Moderno aparato que fue instalado por el oficial de Tránsito, Juan Manuel Pérez Diosdado, el famoso Canti-bis.

Había una sola línea de autobuses urbanos y eran de color rojo, los llamados Colón y Nacional. Como el nombre lo sugería, su ruta era de la Glorieta de Colón hacia la Estación del Ferrocarril y de regreso. Al agregar  anexas, ya circularon hasta el Parque Guelatao que después se llamó Cama de Piedra, por haberse ubicado el monumento a los Niños Héroes.

Para los tolucos o toluqueños que así nos decían, pues todavía no nos imponían el de tolucenses, ni el de dobles mexicanos, ni el de mexiquenses; otra diversión en diciembre, era llevar a los hijos para que vieran los alumbrados navideños a la ciudad de México y también el grandote Santaclos de Sears, en Insurgentes. Este se movía y carcajeaba por lo que se decía, se burlaba de los niños pobres que iban a verlo.

Sensacional fue la llegada de la televisión y nos pegamos a las pantallas chicas, que nos mostraban un solo canal, en blanco y negro. Todavía no llegaban las marcas orientales, así que eran Dumont y obviamente made in USA.

Pero, para nuestra desilusión la imagen se descomponía y se tenía que mover los botones que estaban en la parte posterior del mueble, por lo que con coraje nos desquitábamos con un golpe a un costado y que, como si entendiera se arreglaba el aparatito. Desde luego, que aún no existían las antenas parabólicas, ni el control remoto, ni el cable, el sky y todas esas cosas, que nos sacan el dinero y aunque la imagen y el sonido mejoraron.

En estos años se inició la carrera  para conquistar el espacio interlunar. Los países poderosos lanzaron sus cohetes cargados de aparatos, monos, perros y humanos. Para, por fin, llegar a pisar la superficie de la Luna. Todo esto, dejando contaminada la estratósfera con montones de chatarra y tal vez, con algún astronauta, aunque nunca lo han mencionado, pero se supone.

La madrugada del domingo 28 de julio de 1957, ocurrió el terremoto que destruyó edificios en la capital del país y derribó el Ángel de la Independencia. Cuyo epicentro fue en Acapulco, en donde me encontraba celebrando un cumpleaños y por eso, tuve que regresar de inmediato a Toluca y sufriendo tremendo malestar estomacal, debido a las impresiones que me causaron unos veinte temblores de la tierra, que sacudieron mi humanidad.

En los últimos años de los 50 nació el periódico El Noticiero, el primer diario rotográfico que circuló en esta ciudad, logrando su impacto al salir los domingos por la tarde, con los resultados del juego del Club Deportivo Toluca. Los más antiguos recordarán que el azul porque ese fue su color distintivo y con muchas fotografías, era voceado en Los Portales y en las calles céntricas.

Lo recordamos con cariño, porque en él nos iniciamos en el periodismo deportivo. Además, con el orgullo de haber tenido de compañeros a jóvenes reporteros que después llegaron a destacar en medios nacionales, en actividades de su profesión y en política, como: Guillermo Ochoa, Humberto Lira Mora, Serapio Ramos, Alfredo Gómora, etc. Así como Ángel Albíter y otros, que escapan al recuerdo y también los que ya se nos adelantaron.

Compartimos en esta inolvidable época, la sección deportiva con Pedro León Porcayo y Benjamín Flores. Así como con los fotógrafos Agustín Carrillo El Gordo y el Flaco Ricardo Esquivel. Recuerdo con especial aprecio a don Carlos Garduño Torres, el dueño y gran amigo de todos. También, le dedicamos nuestro reconocimiento por su sapiencia, al que fue nuestro director, el profesor Inocente Peñaloza García. (VSM)