Mentalidades mediocres
Aspirar a ser mejores debe ser, sin duda alguna, la ruta para el logro de objetivos personales y profesionales; no es desde la pasividad como se construyen las bases para una vida funcional y de trabajo.
Por salud mental, debemos seguir teniendo metas, cada vez más altas, pero no solo en lo económico, sino también en lo ético, en lo social, en lo humano; suponer que hemos llegado a la cima lo único que logra es generar un conformismo que, bien asimilado, resulta ser el ancla para la inmovilidad, la inacción, la falsa satisfacción.
Y eso se proyecta desde casa; considero que debemos buscar vivir con la mayor dignidad posible, teniendo limpio y ordenado el espacio vital, ¿que impulsa a un ser humano a vivir en el desorden, en el caos, en la mugre?
Quien no es capaz de codificarse para triunfar, poco a poco asume que ese desbarajuste es lo normal y prosigue su rumbo con esa equivocada y mediocre postura.
Afortunadamente no es un tema de recursos, pues hay hogares tremendamente sencillos, pero perfectamente estructurados, a la par que hay mansiones de cientos de metros que más se asemejan a una bodega de abarrotes.
Se trata de un tema de actitud, de convicción y de congruencia; por ejemplo, un estudiante universitario debe aspirar a un buen puesto de trabajo en su área de conocimiento, no puede ni debe permitirse aceptar lo que sea en aras de tener un ingreso, y no porque trabajar en espacios sin exigencia académica sea indigno, pero el conocimiento debe ser detonador de crecimiento y aceptar una chamba que no corresponde a nuestro perfil profesional, resulta un contrasentido personal.
Si esa era la mentalidad, ¿para qué estudiar para no ejercer?, mejor comience con esas chambitas, experimente lo que es esclavizarse a un empleo monótono y después decida si eso es lo que espera para el resto de sus días.
Lamentablemente, contextos como el nuestro favorecen ese tipo de conductas; a cuantas personas conocemos que, con evidentes áreas de oportunidad, se llenan la boca al decir ya tengo resuelta mi vida. ¿Y el crecimiento?, ¿y la necesidad de trascendencia?
El término mediocridad alude a quienes son incapaces de realizar actividades de manera satisfactoria, a quienes no se esfuerzan lo suficiente para ser apreciados por la colectividad o cuando no se cumple con los estándares de calidad aceptados; en consecuencia, no realiza las actividades que se esperan de él con eficiencia y eficacia.
Adicionalmente, y buscando evitar a toda costa que sus carencias sean notorias, suelen justificar sus fracasos; hacen evidente que son menos privilegiados en cuanto a oportunidades se refiere, las posibilidades de éxito ajeno les causan conflicto y prefieren hacer mutis ante el éxito del otro.
Por supuesto, cada ser humano es diferente y si bien es positivo buscar sobresalir en todo aquello que realizamos, en ocasiones no siempre es posible, por lo que debemos seguir intentando.
Muy bien lo expresó el escritor británico William Somerset Maugham; sólo una persona mediocre está siempre en su mejor momento.
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