ÓSCAR WILDE Y LA REINA VICTORIA
1819 Alejandrina Victoria de Hannover nace en Londres, en el palacio de Kensington. Hija del príncipe Eduardo y de la princesa de origen alemán maría Luisa Victoria de Sajonia-Coburgo-Saalfeld, es la cuarta en la línea de su cesión al trono inglés. Así lo hace aparecer en su cronología los investigadores Eva Díaz de Roello y Fernando Clemot, en el texto titulado La reina Victoria / Ella dictó las normas, ella las desafió, publicado por RBA en España en el año 2020, y dentro de las biografía dedicadas al poder político en que participa como primera actriz la mujer dentro de la historia humana, es otro ejemplo señero de cómo la mujer ha dejado su impronta, más allá de la valoración sexual, sensual, amorosa, erótica, que le llega a calificar como prostituta, puta y todo tipo de nombres que ofenden la inteligencia, pues su paso por la vida de Helena de Troya, Cleopatra, Juana de Arco, María Antonieta, Catalina la Grande o la reina Victoria son ejemplo de un interés obligado, pues al revisarles bajo el texto de El Príncipe del padre de la ciencia política Nicolás Maquiavelo, se puede ver hasta dónde supieron dirigir a sus pueblos, hasta dónde tomaron decisiones, que en muchos casos siguen vigentes por la extensión histórica y filosófica en que participaron ellas y muchas más, como lo comprueban estos tiempos que nos da suficiente material para poder hacer ensayos múltiples de la participación de la mujer en los asuntos del Estado: como gobernante, como legisladora o como guerrera.
1819, 21 años antes de que aparezca un inglés, súbito de esta reina, quien por su comportamiento social ha de ser desaparecido de la alta sociedad inglesa, que regida por las leyes y decretos, escritos o no de tal reinado ha de pagar como nadie el hecho de ser homosexual en el régimen del puritanismo más oprobioso que se recuerde en la historia inglesa: de ello es culpable la época victoriana, propuesto por una mujer que parecería el ángel de la pureza en su comportamiento cotidiano, en su existencia desde el sólo venir a la luz en el año de 1819. Un año después del nacimiento de Ignacio Ramírez El Nigromante y de la generación más importante de nuestro país, la de los reformistas y liberales. Ubiquemos este hecho para entender el porqué la historia de Inglaterra habla de la reina Victoria como la expresión de una mano dura en contra del comportamiento individual de todo ciudadano en ese país. Bajo ese reinado vive el poeta y narrador universal Óscar Wilde, gigante de las letras en todos sentidos: nace en el año de 1840, y ha de ser resultado del régimen victoriano, ante la obligada tarea de ejercer la máxima de vicios privados, públicas virtudes. Óscar ha de permitir que la vida escondida en la oscuridad salga a la luz pública, y en esos tiempos que el comportamiento hipócrita llama a ser ‘honesto’, ‘bien portado’, demostrar ser ‘fiel’ ante los demás, aunque en las sombras se sea la contrario.
Dos autores nos recuerdan que al escribir se enfrentaron a las reglas del puritanismo hasta el colmo implantado en Inglaterra por este gobierno de la reina Victoria que sobrepasa en duración al de su abuelo Jorge III. La reina fue impulsada al trono al cumplir 18 años, en el año de 1837, cuentan los biógrafos citados que: Tras la muerte de su tío Guillermo IV se convierte en reina del Reino Unido con sólo dieciocho años, truncando las ansias de su madre de reinar como regente. Desde el comienzo de su reinado Victoria se distancia de su madre y del aliado de esta, John Conroy. Como reina inexperta, se apoya en lord Melbourne, primer ministro del partido Whig, con quien establece una sólida amistad. Desde 1837 y hasta su muerte, lo que sucede en 1901, la reina ha de reunir en torno a su figura la mayor extensión del imperio llamado Reino Unido, alcanzando posesiones en África, Asia, América y Oceanía. Se dice rápido, pero nos da la idea de cómo en el siglo XIX Inglaterra fundó esa poderosa imagen de haber sido un pueblo guerrero que a través de su espíritu militar alcanzó tales proporciones en el gobernar y dominar territorios para los cuales no le alcanzaba la vista.
Hacia afuera esa era la imagen, hacia el interior la obligación de guardar la frase vicios privados, públicas virtudes eran obligación si no se quería entrar al mundo del exilio social en sus más duras expresiones: eso lo supo y vivió el escritor más amado en aquellos tiempos Óscar Wilde, que mientras no fue identificado bajo el oscuro pecado de la homosexualidad fue no solo bien recibido en las cortes inglesas, sino admirado como un dandy necesario en toda gran reunión que quisiera demostrar su aprecio al mundo de los artistas e intelectuales más distinguidos del Londres de aquellas últimas décadas del siglo XIX, es decir, cuando más poderosa lo fue nuestra reina Victoria.
Leo el libro, publicado por Arte y Letras / Mirlo, en el año de 2016, México, se titula La balada de la cárcel de Reading, con una traducción de Nacho Chincoya y un prólogo de Ignacio Prado Feliu. Una joya literaria. Dice Prado Feliu: En 1898 salen a la luz, casi como manuscritos apócrifos y en claroscuro, dos de las obras más insólitas, excepcionales y tristes de la literatura universal. Leerlas hoy en el siglo XXI precisa de una estrategia basada en su alteridad y en su condición inclasificable de otredad. El poema, The Ballad of Reading Gaol, título original del autor irlandés, fue escrito por Óscar Wilde en su exilio en Francia, en soledad y oculto en el anonimato, abandonado por su familia y amigos. Es importante acercar este hecho de vida en un personaje que sobrevive a tal época de hipocresía purista que se identifica con la reina Victoria, poderosa gobernante de tan extensos y ricos territorios por todos los mares y continentes. Reina, de la cual dicen sus biógrafos quisquillosos, fue capaz de tener amantes a la muerte de su esposo Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha. ¿Cómo fue posible que Óscar se convirtiera en cabeza de turco, para destruirlo por el pecado de sodomía? así fue declarado al ser juzgado y recluido en la cárcel de Reading: dos años de latrocinios y sojuzgamiento sometido al ataque de los presos; sabían de su homosexualidad y, por lo mismo, atacado dentro y fuera de la cárcel. Vivió el infierno aquí en la tierra, por lo que al salir exiliado en Francia ha de sobrevivir poco tiempo, antes de morir en pobreza y en olvido de familiares y amigos. Esto comprueba hasta dónde van los regímenes de gobierno, cuando de someter o poner ejemplo de castigo al demostrar su hipocresía ante los demás. Vicios privados, públicas virtudes eso es, lo que en primeras décadas del siglo XX heredamos los occidentales. Reglas que vienen del puritanismo victoriano y de países que fomentan el huevo de la serpiente en el fascismo y nazismo… en el estalinismo de la URSS de los 30 años, durante la dictadura implantada por José Stalin hasta su muerte en 1953.
Difícil es entender este largo reinado que al interior de Inglaterra se considera de un puritanismo que tanto castigó a los ciudadanos, hombres y mujeres, más allá de la muerte de la reina Victoria en 1901, un año después del fallecimiento del poeta y narrador Óscar Wilde. Ella muere en calidad de gloria y alabada por sus conciudadanos que se hayan en todos los continentes. Al revisar sus hechos, sorprende cómo pudo sobrevivir a sus tragedias familiares, al peligro de que la monarquía añeja de Inglaterra, ejemplo de reinado para todo el orbe sobrevive a momentos de duros ataques por buena parte de los ingleses de su tiempo. Tan difícil que es hacer la biografía de seres comunes que atender el macrocosmos de una mujer como la reina Victoria lleva a entender, que el estudio de ella y sus circunstancias, obliga a comprender que reinó sobre el país que llega a ser el más poderoso de la tierra. Entender al inglés que muere en el abandono y al revisar su vida con su triste final nos obliga a relacionar cómo es que esta mujer que amó tanto a su esposo Alberto, y tuvo a sus favoritos, en John Brown y en el joven indio, Mohammed Abdul Karim, dejando en tales relaciones prueba de que el amor por los otros, va más allá de la sola idea de fidelidad a una sola persona por quienes gobiernan.