Poder Económico 11 julio 2022
“Quien tiene dinero, tiene en su bolsillo a quienes no lo tienen”
León Tolstoi
Los analistas económicos de todo el mundo, públicos y privados, han encendido, de dos meses para acá, las luces rojas de una inminente recesión/estanflación mundial. Ellos mismos, nosotros no, decían en enero que la inflación sería “transitoria” y el mundo se encausaría a un crecimiento económico sostenido.
Desde el mes de septiembre del año pasado, Poder Edomex señaló que la inflación aumentaría, el crecimiento se reduciría y sería, al menos para México, un factor negativo y caeríamos, obviamente, en un período indefinible de estanflación.
No teníamos “bola de cristal”, como nos comentaba un lector, nuestro comentario se basó en el análisis fenomenológico de lo que ocurría en la economía mundial, incluso antes de la declaración de guerra de Putin, y considerando, para México, el pésimo manejo de la economía y el nulo apoyo al sector productivo, el paliativo de las remesas atenuaba lo inminente, pero en las condiciones actuales ya no pueden ser, por sí mismas, el soporte de la economía familiar.
DEFICIT: Para nadie es un secreto que, por la buena o por la mala (la mayoría de las veces por esta última), la de Estados Unidos –si, de Norteamérica– es aún la economía rectora en el mundo, globalizado y sin fronteras, en que las fuerzas del mercado, libres o controladas, operan.
Tampoco se socava que el difícil manejo económico que la actual administración del Tío Sam ha afrontado y la ha llevado con sorprendente velocidad, a la mayor economía del mundo, a soportar un doble déficit, en su balanza comercial y en su cuenta corriente, de niveles impresionantes y crecientes. La gripe de los Estados Unidos puede ser la próxima pulmonía del mundo. La pandemia, la guerra y la herencia de los errores de la administración de Trump, la tienen en el tobogán.
Si usted o yo tenemos la infeliz costumbre u ocurrencia de gastar más de lo que ganamos, además de ser objeto de discrepancia fiscal para la Secretaría de Hacienda, estamos incurriendo en lo que se denomina un déficit. Éste lo cubrimos con préstamos, que causan intereses y que hay que pagar, o con donativos, o con aportaciones de otros familiares, o con intereses que nos paga el banco u otros deudores por préstamos que concedimos, o por ahorros históricos. Solo así recuperamos el equilibrio, en caso contrario, quebramos y, en el peor escenario, nos embargan y nos ponen de patitas en la calle.
A nivel macro, el déficit de la balanza comercial es la brecha entre lo que los estadounidenses compran a extranjeros y lo que venden en el extranjero; si a esto le agregamos datos respecto al flujo de los volúmenes de inversión que ingresan y salen del país, tendremos el resultado de la cuenta corriente, también deficitario.
DEUDA: Al asumir Biden la presidencia, este gastar más de lo que se ingresa se ha incrementado exacerbadamente, factor pandemia, al grado de alcanzar, hoy, la nada despreciable cifra de 1.182.561,9 millones de dólares, el 5.14% de su Producto Interno Bruto. Cifra que sería mortal para cualquier economía.
Este déficit es normalmente cubierto con inversión extranjera y con préstamos, la mayoría de los cuales provienen, hoy día e increíblemente, de China, acreedor de más de 1.1 billones de dólares norteamericanos, que éstos, a su vez, utilizan para pagar a otros acreedores históricos, como Japón y algunos países de Europa.
El cuento empeora ahora que se da a conocer que, desde 2006, Estados Unidos (igual que México) paga más de lo que recibe por servicios financieros (intereses) y eso crea un doble desequilibrio financiero. Antes debía mucho y los intereses los pagaba con lo que ellos (los EEUU) cobraban por sus préstamos a otros países, hoy ya no es así, deben mucho y su flujo de pagos es negativo (la calentura de la gripe).
USA es, hoy, el mayor deudor del mundo. La tasa de ahorro es negativa. Los ciudadanos americanos están endeudados hasta las cejas para pagar sus hipotecas. En pocas palabras, el gobierno y los consumidores se endeudan para no ahogarse. Y lo que es peor, se incrementa la incertidumbre proveniente de los billones de dólares de los derivados financieros utilizados en la pandemia, cosa que no existía durante la época previa. La economía, entre otras cosas, parece depender de factores externos
Desde 2018, el Fondo Monetario Internacional advirtió que la deuda de Estados Unidos es insostenible y que habría una gran inflación (ya patente) por las políticas fiscales que se han presentado para dar estímulo a la economía. Es preocupante observar que la deuda estadounidense crece cada vez más, lo que pone en riesgo no solo a esa economía sino también a economías, como la mexicana o la canadiense, estrechamente vinculadas a Estados Unidos.
RECESIÓN: El primer aspecto que la distingue es su enorme déficit comercial. Durante los últimos años, en 2020 -y la cifra crece en 2021 y 2022– los Estados Unidos exportaron bienes y servicios por 1.2 billones de dólares e importaron por 1.9 billones de dólares. Una diferencia de 725,800 millones de dólares, equivalente al PIB total de México. Se estima que esta cifra crecerá 6% en este año.
Otro elemento destacado consiste en que las importaciones, como porcentaje del PBI, aumentan más rápidamente que las del resto de los países avanzados. Esto se complica cuando, al interior, el crecimiento y la producción decaen. El crecimiento depende del consumo y la productividad interna no lo cubre más
Este hecho refleja, ante todo, el incremento mucho más rápido de las exportaciones industriales del Asía-Pacífico, sobre todo de China. Por eso China tiene un superávit excepcional con los Estados Unidos y un déficit con la región.
Agregando tan solo el 15% de valor, China recopila materias primas de todas las economías asiáticas, Japón y Corea incluidos, con las que tiene un déficit considerable, y las exporta a EEUU a precios de oferta en volúmenes impresionantes, con lo que cubre el déficit y genera un excedente que le presta a los propios norteamericanos que son sus principales deudores. ¿Quién es ahora el capitalista?
El Fondo Monetario Internacional señala que las grandes acumulaciones de reservas orientales se encuentran invertidas en bonos norteamericanos, lo que les ha permitido a nuestros vecinos cubrir su déficit, mantener bajas sus tasas de interés y financiar el consumo familiar (generador de dos terceras partes del PIB y de gran parte de las remesas), lo que provoca un incremento en el déficit comercial, pues se compran muchas mercancías foráneas.
El círculo vicioso está creado y la recesión y su terrible carga, la estanflación, anunciada, lo que nos extraña es que los “analistas”, tan malos como los del fútbol, no lo hayan detectado desde hace mucho tiempo. Vendrá la depreciación del dólar y la apreciación del yuan, exigida, desde ya, por los norteamericanos. Si Estados Unidos entra en recesión, y deja de importar, a sus proveedores, como México, les empezará a entrar agua a los pulmones, la pulmonía estará declarada.
DE FORMA: Mientras Estados Unidos adeuda al mundo treinta billones de dólares, China acumula reservas monetarias (superávit, pues), por 3.3 billones de dólares. Debidamente camuflados, éstos se encuentran invertidos a través de empresas de inversión pública y privada.
Entre los países superavitarios están la mayoría de los países de la OPEP, de acuerdo a Robert J. Samuelson, una política irracional, pero ultranacionalista, factible en estos países en el entorno de hoy, podría desencadenar la desestabilización de ciertos fondos de cobertura para crear un caos financiero que dañe a la economía norteamericana y a todas las que giran alrededor del dólar (lo que constituiría la irracionalidad). Es este otro viento frío para la gripe norteamericana y, sin duda, una palanca que la OPEP conoce y utiliza para establecer sus volúmenes de producción y sus precios.
DEFORME: Mucha de la irracionalidad y la falta de decisiones oportunas, como hemos comentado las últimas semanas, se debe a la incapacidad de los líderes de reconocer sus limitaciones. La popularidad electoral no garantiza la capacidad para administrar, esto se vuelve patológico, cuando se rechazan propuestas de los expertos, incluso los del propio gabinete. José Luis Medina, economista y analista acucioso del tema, nos ha descrito esas limitaciones de raciocinio. Agradecemos su valiosa aportación y concluimos esta serie hoy, para meditar si también nosotros como electores, tomamos las decisiones más racionales.
Síndrome de Procusto. Según la mitología griega, su significado literal es el siguiente: «Lo padecen aquellos que cortan la cabeza o los pies de quien sobresale». Esto hace referencia a la historia de Procusto, un posadero que acogía a viajeros solitarios y les cortaba la cabeza o las extremidades inferiores si no cabían en la cama. Atendiendo a esta leyenda y a esta definición, es evidente que esta patología hace que quien la sufre se muestre intolerante ante los éxitos de los demás. Así, las personas que padecen el Síndrome de Procusto detestan a aquellos que destacan en algún aspecto y rechazan, en consecuencia, todos los proyectos e ideas que proponen.
Aquellos que padecen el Síndrome de Procusto sufren enormemente y se sienten mal cuando otras personas tienen razón y ellos no. Además, por lo general, no son conscientes de lo que les ocurre y puede que incluso piensen que son empáticos. Habitualmente, tienen miedo de conocer a gente proactiva que goza de éxito profesional o de compartir espacio con compañeros que tienen más conocimientos, iniciativa o capacidades que ellos. De hecho, sienten tal malestar ante estas personas, que enfocan su energía en limitar sus capacidades por temor a que queden en evidencia sus propias carencias. En este sentido, es común que acaben por intentar sumar apoyos dentro de su equipo para acabar con la gente que tiene verdadera iniciativa, lo que afecta al clima del ámbito en que se mueven, político o laboral.