PORQUE TAN SÓLO SE ODIA LO QUERIDO
Viernes, es una chica joven, guapa, con una sonrisa y ojos mágicos como dicen algunos, muy inteligente; inteligencia heredada de su familia, posicionada entre doctores, abogados, ingenieros, personajes ilustres, de un bagaje cultural de envidia y respeto. Ella además es una chica escurridiza, la chica de humo, como dice Enmanuel en su canción y también una chica de mundo. Siempre fue conocida por su empatía, su carisma, su amor por la humanidad, animales y naturaleza, su amor por la danza, siempre buscadora de la paz y fiel defensora de los derechos humanos, pues no cabe odio en ella. Ama leer, desde muy pequeña, y cuando toma un libro no para hasta acabarlo, pidiendo siempre más y perdiéndose entre ellos.
Domingo, es un chico algunos años mayor que Viernes. Es abrumadoramente inteligente, encantador, coqueto, sociable, con una educación que genera envidia, amante del amor, pues vive enamorado del amor en sí mismo, es socialista, ya que no existen diferencias sociales para él de ningún tipo, es anarquista, porque cree en una sociedad politicamente organizada sin Estado, es muy ordenado, es disciplinado, es enamorador, tiene el don de cautivar a quien quiera, es un chico de mundo, de padres brillantes y sencillos, es amante de la lectura, con un nivel cultural casi inalcanzable, en pocas palabras es brillante, su cerebro y conocimiento son lo más valioso que tiene, a parte de su inmenso y bello corazón.
Un día común y cualquiera, digamos que un Martes, ni te cases ni te embarques, como dicen acá en Perú, Viernes se despertó feliz, sonriendo, cantando, repasando en su agenda mental, como de costumbre, los temas que tenía que abarcar en la oficina y viendo por dónde iba a empezar una vez que llegara a sentarse en su silla ergonómica de cuero liso, tan cómoda que le cuesta dejar a veces para volver a casa. Entre vueltas y volantines, se alistó, subió al auto, puso música a tope de volumen y danzando con el timón (su pareja oficial de danza de todos los días) arrancó con destino a la oficina.
Llegó, alrededor de las 9am, se fue acomodando, saco su laptop, enchufó todo, y mientras que revisaba correos, tomaba su rico y uno de sus favoritos jugos de naranja, bien helado y sin azúcar.
Entre las 9:15 y 9:35, no recuerdo la hora exacta, tocaron la puerta de su oficina, ella sin mayor movimiento, dice: adelante, abren la puerta y era nada más ni nada menos que Domingo quien la ve y no pronuncia palabra y ella ante tanto silencio y una presencia extraña, levanta la mirada y se queda atónita de la misma manera que él. Pasaron unos segundos y de pronto Domingo le dice: Hola, disculpa, estoy buscando al Señor Lunes y ella sin quitarle la mirada le contesta: Buenos días, el Señor Lunes se encuentra a dos oficinas de la mía, hacía mi mano derecha, soy Viernes, mucho gusto, bienvenido. Domingo, medio nervioso, se presenta, le agradece y se va, cerrando la puerta y mirándola por el rabillo del ojo mientras avanzaba a paso lento a la oficina del tan buscado señor Lunes.
Es obvio que ambos quedaron impactados al encontrarse, y es a raíz de ese encuentro fortuito que Domingo volvió reiteradas veces a la oficina de Viernes, en busca del Señor Lunes, y así los días transcurrieron, sus vidas se entrelazaron sin querer, sin buscarse y menos esperarse, y ahí está la prueba, que un día común y cualquiera, puede marcarnos para la vida entera.
Viernes nunca se había sentido así al conocer a alguien, tenía sentimientos cruzados, sentía felicidad, sentía alegría, sentía tristeza, sentía confusión, pero sobre todas las cosas por primera vez en su vida, conforme pasaron los días, los meses y después los años, Viernes sentía odio, un odio que jamás había sentido antes, pero un odio que distaba de hacerla sentir mal, muy al contrario, cuanto más odio sentía, más feliz era al transcurrir el tiempo, yo sé, suena un tanto macabro, insólito, créanme que es verdadero y según ella me cuenta, es una de las cosas más hermosas que ha sentido en su vida.
Transcurrieron los años, Viernes y Domingo se casaron, la familia fue creciendo, y al día de hoy, Viernes me confiesa que:
Odia a Domingo porque es muy inteligente
Odia a Domingo porque tiene la sonrisa más bella
Odia a Domingo porque es muy amoroso
Odia a Domingo porque es muy atento
Odia a Domingo porque es muy trabajador
Odia a Domingo porque ama a los niños y es un super papá
Odia a Domingo porque es muy culto
Odia a Domingo porque es muy, pero muy guapo
Odia a Domingo, porque sólo él puede convertir sus Miércoles en un Jueves de teatro o un Sábado de película.
Odia a Domingo porque es super familiar
Odia a Domingo porque es caballero
Odia a Domingo porque es hiper detallista
Odia a Domingo porque simplemente existe
Odia a Domingo, porque nunca ha sido tan feliz con nadie como con él
Y finalmente Viernes odia a Domingo porque fue a buscar al señor Lunes y lo encontró a través de ella un día Martes, aquel Martes que selló sus vidas para siempre y generó en ella el odio inmensurable que no hubiera imaginado sentir, convirtiéndose en el sentimiento más colosal, único y apolíneo que pocos, creo yo, tienen la dicha de sentir.
NOTA:
Lunes: Es el día que el protagonista por primera vez la besó
Martes: Es el día que los protagonistas se conocieron y a su vez el día que hicieron por primera vez el amor, mucho tiempo después de conocerse.
Miércoles: Es el día de la semana que se dedican uno al otro por completo
Jueves: Es el día donde suelen ir al teatro
Viernes: Es el día que la protagonista nació
Sábado: Es el día que ven películas junto con sus hijos
Domingo: Es el día que el protagonista de la historia nació
Y bien, ¿Quién dijo que el odio sólo tiene una connotación y ésta siempre es negativa? A veces el amor más grande se refleja en odiar al ser amado y como diría un Vals Popular de título Ódiame del ecuatoriano Julio Jaramillo, Ódiame sin medida y sin clemencia, odio quiero más que indiferencia, PORQUE TAN SÓLO SE ODIA LO QUERIDO.