Prosas poéticas…
Tres y cuatro instantes de amor
3).- Eyaculación
Recuerdo cada luna, cada gesto; fragmento instantes
que aún respiran entre la almohada. Retiro las sábanas que te
guardan, sonrió; la dicha resbala sobre nuestros cuerpos.
Frente a tus labios respira mi sueño; te contemplo y quisiera vivir mil años junto a ti, en este espacio, o en otro, o tal vez en una vida que inventemos; donde, de las arracadas escondidas en tu pelo, cuelguen campanas que me lleven siempre a ti; y de tus versos pronunciados, se expandan aromas, incluso detrás de la luna, de ese espejo que nos ve como islas caminando entre el viento, persiguiendo sonidos que trazan remolinos donde somos libres, y la muerte y las hadas; y el misterio, no encuentren muros y se nos peguen como sanguijuelas en la frente, en las rodillas, en los brazos, y el huir; sea como un polvo que nos aliente a transpirar nuevos ramajes en esta historia, donde las hojas no sangren y el lenguaje no tenga cerraduras, ni siluetas negras que nos conduzcan a un pozo sin aliento. Donde llorar, no sea otra cosa, más que oír, como brotan los espermas de este fuego, que de momento nos mantiene como estatuas y susurramos, cantamos, hacemos eco, en este nuevo paraíso donde surgen mariposas que en sus alas llevan polen de hombre, para que la cosecha nos permita vivir, abrazados en un poema que hoy, todavía no ha llegado a nuestros oídos.
4).- Elevación
Al final de la tormenta, cuando tu respiración es
pausada y tus ojos dejan de ver estrellas; me gusta
contemplar la humedad de tu sonrisa; y sentir que lloras, ver
qué lloras.
Hoy, dejé inconclusas mis palabras, ahogadas en la inmensidad de la tormenta, dónde jamás encontraré las huellas, que me permitan amasar los bordes de tu pelo, ni el sonido de las campanas, volverá a rociar con besos las aguas duces de tu mirada. Ahora, sólo te veo en fragmentos, como si la luna te reflejara en partes para volverme loco, y es que mi voz no distingue tus manos, hablo, y hablo, y no encuentro semillas en esta tierra, que me den esperanza de volver a observar los lirios. ¿Dónde encontraré tus fantasmas para darles vida? Déjame pelear con la muerte, rescatarte de las tinieblas, recuperar el pasado; encontrar de nuevo la risa, que desaparezca los miedos, dejar permanente la noche y en su ombligo, ver tu nacimiento, cubrirte de ungüentos en este mar desolado, regalarte una alma de azúcar, y abrazarte, palparte, para llorar tatuados el uno con el otro, para soltar los besos malos que nos amargan las horas, que nos reprimen cada amanecer; tal vez seremos pordioseros en esta eternidad, donde nos alimentaremos de sueños; y el hambre, maldita hambre que nos llenó de arrugas; la convertiré en un amuleto con el que pienso recorrer los bares llenos de sarcasmo, así, la única preocupación, será; amarte cada nuevo despertar, encontrar en tu sabor canela, otra forma de vivir, que nos haga más fácil, desplazarnos donde los ojos ajenos no respiren nuestros cuerpos, y la magia de nuestros labios abrevando en nuestras comisuras, será la combinación perfecta, para escuchar siempre, el vuelo de la mariposa rondando nuestras horas impregnadas de polen, donde brotaran capullos empapados de música, y el sueño aquel; nuestro sueño, nos permita despertar desnudos en cualquier jardín.