Regreso a clases

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Emocionada, camino por los pasillos de la escuela. Me encuentro con alumnos que, me cuesta trabajo reconocer y ellos a mí. Fueron muchos meses de mirarnos en pantalla mostrando una imagen distinta de cómo somos en realidad.

De la entrada de la escuela al salón, los estudiantes, con abrazo reprimido, me detienen para saludarnos todavía a distancia. Los observo alegremente sorprendida de sus cambios, los estudiantes son como hijos académicos, en vivo los vemos más guapos, más inteligentes, rodeados de chispa vital.

Tengo pocos días impartiendo clases presencialmente, con un aforo de grupos casi completos o completos; resulta complicado adaptarme al espacio dentro del aula, incluso convivir con los que todavía están detrás de la cámara.

La educación cambió, cambiamos los maestros, los alumnos, los padres de familia, nos transformaron las diversas pérdidas que tuvimos surgiendo nuevas formas de enseñanza y aprendizaje.

En este regreso a clases, como maestra, vuelvo a trabajar con el lenguaje corporal, gestual, emocional al permanecer frente a grupo. ¿Cuánto detuvimos el interior para aprender? No lo puedo saber, no tengo un parámetro, lo que sí sé es que, en mi persona, este tiempo pasó con huella.

Me siento diferente, pasé muchos espacios vacíos confrontando el aislamiento, la distancia, el silencio en el encierro. Sé que para muchos de nuestros estudiantes no fue fácil y sufrieron toda clase de pérdidas.

Hoy sólo puedo decir que el todo cambia y todo fluye son enseñanzas cósmicas, con lecciones de vida señalándome una nueva oportunidad para disfrutar la vida.