Solidaridad. Un valor por excelencia
Según el Diccionario Actual, la definición de esta palabra, es la actitud de quien participa y presta apoyo a deberes, causas o responsabilidades de otras personas.
O dicho de otro modo, es la capacidad del ser humano para sentir empatía por otra persona y ayudarla en los momentos difíciles. Es un sentimiento de unidad en el que se buscan objetivos e intereses en común.
También se puede definir como la relación que existe entre las personas que realizan una cosa con el mismo interés.
La solidaridad como valor
Es un valor tanto esencial como social, porque se trata de la colaboración mutua que existe entre los individuos, lo que permite superar las dificultades a nivel de países, así como a nivel más próximo, como familiares, amigos y/o conocidos. De este modo se brinda ayuda para que se mejore la situación por la que atraviesan.
Sinónimos de solidaridad
Apoyo, ayuda, respaldo; adhesión; unión, fraternidad, concordia.
Antónimos de solidaridad
Indiferencia, egoísmo, desamparo, desunión, e individualismo.
Desgraciadamente, la solidaridad es un valor cuyo actuar se ha dejado sólo en caso de desastres naturales; terremotos, huracanes, inundaciones, o bien en el caso de ciertas situaciones de emergencia como accidentes de tránsito, daños graves, etc.
¿Pero será acaso esto, todo lo que podemos esperar de este valor?
Como mencionamos con anterioridad, solidaridad tiene que ver con Apoyo, ayuda, respaldo. Pero…
También con valores tales como, unión, fraternidad, concordia, lealtad, esperanza, determinación, arrojo, osadía.
Es decir; La solidaridad es un valor tan grande, que está listo para apoyar, pero también para adherirse a las causas de los demás, para ser fortaleza de quién así lo requiere, para ser un amigo, tanto como un hermano, no solo en casos de desastre, sino en la vida diaria, cuando un vecino llora, cuando un compañero ríe, cuando un hijo obtiene una buena nota, cuando tu esposa o esposo te sonríe por las mañanas, cuando sube la canasta básica o cuando llegan los tiempos de remanso.
La solidaridad es un valor por excelencia que enarbola el estandarte de la humanidad, que no tiene sexo, posición social, religión, creencia, género, o adhesión partidista; pero sí nos define como personas y cómo sociedad.
Existen aspectos de la solidaridad que probablemente, no hemos practicado.
Como es, no callar cuando ves alguna injusticia. México por ejemplo, en la actualidad, ocupa los primeros lugares en diferentes temas:
Asalto con agresión, feminicidios, discriminación a adultos mayores, corrupción, abuso de autoridad, machismo en los hogares, escuelas y centros de trabajo, y lo que esta sucediendo, es que hemos optado por callar, en lugar de ser solidarios con quienes están padeciendo alguno de estos males.
La forma correcta de luchar contra todo esto, es señalar oportunamente a quien lo practica y solidariamente con los que han sido afectado o lo están siendo, levantar nuestra voz como uno y no permitir que la práctica de tales cosas continue.
La realidad es que no actuamos por temor a las represalias, preferimos callar y hacernos de la vista gorda, hasta que somos nosotros mismos los afectados y entonces si, volteamos a un lado y al otro esperando recibir ayuda de alguien.
El principio de solidaridad se formula claramente en el conocido evangelio de San Mateo, en el texto denominado la regla de oro, que dice:
“Así que, todo lo que quieran que los demás haga con ustedes, eso mismo hagan ustedes con ellos, porque en esto se resumen la ley.”
Este es un precepto que infiere claramente solidaridad, pero también interés por el bien común y la unidad.
Si actuamos con justicia, con honor, con amistad, con honestidad para con la gente que nos rodea, entonces seguramente nuestra correcta actitud desencadenara acciones positivas alrededor de nuestras vidas.
Solidaridad es más, mucho más que solo prestar ayuda en los desastres naturales, es la capacidad de amar a los demás como a ti mismo, de dolerte con quien se duele, de reír con quien ríe, de respetarnos como sociedad y aprender a reconocer los logros de los demás y no solo los nuestros. Me gustaría dejarles un precepto que va de la mano con este valor y que es muy interesante además. “Quién siembra bien, cosecha bien” Si generamos acciones positivas cada día, en lo personal y hacia los que nos rodean, seguramente acciones positivas nos serán devueltas.
Solidaridad es un valor por excelencia y siempre un valor de buena fe.
Solidaridad sin voluntad = Protagonismo y falsedad
La Solidaridad sin voluntad y amor, se convierte en protagonismo y falsedad. México, ha sufrido una vez más el dolor y la destrucción en carne propia. Los efectos de los desastres naturales que vivimos en días pasados a lo largo y ancho del territorio nacional, aún no terminan, el dolor duele, cuando recibes el golpe y mientras tarde en sanar, en los días subsecuentes, enfrentaremos un dolor diferente, la claridad de los hechos tras lo ocurrido.
Cada pérdida humana, se volverá un dolor único para nuestros compatriotas, junto a toda familia (que sobre lo material, no hablamos, al fin y al cabo todo lo material se reconstruye o repone) Pérdidas irreparables; son dolores únicos e inigualables.
No podemos cerrar los ojos y simplemente no hacer nada, apoyemos, pero no solo en los primeros días, porque este sufrimiento será prolongado para los que perdieron todo, hablando de lo material ahora. México, ha sabido ser solidario siempre y esta no será la excepción.
La solidaridad es un valor por excelencia que enarbola el estandarte de la humanidad, no tiene sexo, posición social, religión, creencia, género, o adhesión partidista; nos define como personas y cómo sociedad. La Solidaridad, es un valor que nos enseña a dar, sin esperar nada a cambio, no busca lo suyo propio. Provoca reacciones inusitadas, de la mano de la valentía, del coraje y la osadía, arremete contra el terror y la destrucción.
El antivalor de Solidaridad es el Egoísmo. Este se acompaña del Individualismo y el Protagonismo. El Egoísmo se resiste a ver o no logra comprender la magnitud del desastre cuando este se presenta, no le gusta, ni siquiera intenta comprender el dolor de los que sufren, ni siquiera un ápice de bondad se asoma en su corazón.
El 19 de Septiembre del año pasado, después del sismo, mi esposa y un servidor quedamos boquiabiertos, al escuchar lo que el gerente de cierta empresa expreso a sus compañeros de trabajo, al ver y escuchar el alborotó que se originó por el temblor. –Tanto alboroto por un temblorcito- dijo –Con que poca agua se ahogan- ¿Cierto? ¿Falso? increíblemente verdadero, no piense usted que exagero, dicen por ahí, que siempre hay un negro en el arroz; que asunto tan terrible y que vergüenza.
Ahora, el Individualismo, solamente busca lo suyo propio: ¿Cuál será para mí la recompensa? dicen ¡Por qué hacerlo si no quiero! o que tal esta; pero si a mí no me paso nada… ¿Increíble no? Así es; aunque, cito ahora, un refrán que reza. Si tengo que explicarlo, entonces no vale la pena hacerlo.
El Protagonismo por su cuenta es; cómo dicen coloquialmente… Poco más o menos. Este es un efecto que recién hemos visto en las redes sociales, tener la oportunidad de ayudar a los que a consecuencia del desastre sufren, es a mi parecer una honra personal. Increíblemente, hubo quien se tomó selfies en los edificios derrumbados para mostrarles a todos que estuvo presente ayudando, como si eso le valiera un reconocimiento especial. Estar en todo caso, es un asunto personal. La única recompensa posible esperada, es, la posibilidad misma de ayudar.
Ser el motivo por el que algún medicamento llegó, haber cruzado la ciudad o el estado tan solo por ayudar, esa es la mayor recompensa de todas, aplaudir a quienes pudieron ser rescatados con vida, llorar por los que no lo fueron. Recuerdo ahora el momento en que socorristas y personal militar, junto con toda la gente que acudió para apoyar las labores de rescate a uno de los puntos de la Ciudad de México, al terminar su labor de rescate, entonaron a una voz, el Himno Nacional; que momento tan impresionante, en lo personal, no pude contener las lágrimas.
Reconocemos el valor, las acciones y el corazón verdadero, de los hombres y mujeres, civiles y militares; que a pesar del frío, la lluvia, el riesgo, el cansancio, el hambre, el dolor y la tristeza, estuvieron presentes, en las labores de rescate y ayuda, de quién así lo requirió, con el único interés que hacerlo; con fuerza, coraje, entusiasmo, voluntad y sobre todas las cosas amor por su prójimo.
Jesucristo dijo:
» Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
» Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
» Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
» Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos serán tratados con misericordia.
» Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
» Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Cuando des, da con el corazón sin esperar recibir nada a cambio y entonces y sólo entonces, recibirás más, mucho más de lo hubieses podido desear.