Tres poemas…
Estatua de sal
Dejaste que se abrieran las ventanas,
y los labios del viento
encabritaron tus pezones.
Rubor.
Locura
La seda
resguardando tu piel
fue un sueño,
te cubrí con mis ojos;
me encadene a tu barbilla,
sentí la brisa enroscándome en tu cintura,
pegándome a tus murales,
y así,
bebí tu voz
cuando pronunciaste mi nombre;
pero
convertido
en estatua de sal,
me conformé
con ambicionar tus aromas.
Deja los escaparates abiertos,
el viento aún brama con deseos de amamantarse.
Solo, desesperado
Me gustaría abofetearte la gloria;
dibujarte torrentes de mordiscos
vagando por tu piel;
aprisionar tus tobillos
con cadenas
de inhalaciones de humo esmeralda.
Así,
te ofrendare un rinconcito
en las pesadillas más grandes,
las que han hecho morada
en mi almohada,
y no me sueltan,
no me sueltan.
Cuando sólo he levantado
un manojo de treinta y siete horas
sin verte…
Últimos instantes
No todo es felicidad.
Observo galopar al espejo y la nostalgia me enjaula,
hasta cuándo
podré sobrevolar a su ritmo.
No todo es felicidad
Hay que borrar los últimos instantes,
las últimas gotas;
mis agónicos gritos antes de caer.
Duele cuando veo que el brillo de mis ojos,
no es tan avispado
como el que te envuelve.