Un Palacio de la Música

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Hace un par de semanas tuve el agrado de estar en la ciudad de Mérida, Yucatán; uno de los principales motivos era conocer el nuevo Palacio de la Música que inauguró el presidente Enrique Peña Nieto a finales de junio pasado. Ubicado en el centro de aquella Ciudad Blanca, a un par de cuadras de la Catedral, luce imponente la estructura moderna que aloja magistralmente los sonidos de la música mexicana.

 

Su fachada simula ser un enorme rollo de pianola y sus pequeñas ventanas alargadas (que en la noche lucen variados colores) representan el troquelado exacto de la canción de Armando Manzanero Esta tarde vi llover.

 

Al ser un Centro Nacional de la Música de nuestro país, cuenta con diversos espacios que buscan dar a conocer, difundir y preservar nuestra música popular y tradicional mexicana.

 

En su planta baja cuentan con una explanada a la que denominan Plaza de Cuerdas y ahí se realizan románticas serenatas tradicionales yucatecas los viernes y los sábados.

 

En el primer piso pude apreciar dos estructuras, una con salones para talleres y cursos, y otra área en la que se está instalando lo necesario para albergar una fonoteca virtual.

 

En su segundo nivel visité su Sala de Conciertos tapizada en madera, lo que la convierte en un genial espacio acústico, cuya capacidad es para casi 500 personas.

 

Su tercer piso es una terraza que permite una visión nocturna de la Catedral y del cielo de Mérida increíbles.

 

Pero, sin duda, lo más llamativo del Palacio de la Música es su sótano: ahí se encuentra un museo innovador, interactivo y muy tecnológico, único en Latinoamérica.

 

La empresa que lo proyectó, Exhibiscopio, realmente se lució y logró no sólo mostrar la cronología, los géneros o los estilos, así como los modos de difusión de nuestra música popular y tradicional, sino que fue más allá y nos exhibe un museo viviente, sonoro y muy emotivo.

 

En otra entrega me explayaré con detalle en cada una de sus salas.

 

Por ahora, me resta concluir que constato que el nombre del recinto queda muy ad hoc, me encontré ante un Palacio: una residencia acorde a los sonidos de mi México.