Violencia sin asombro

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Ante la época cibernética, el vertiginoso mundo de los medios de comunicación y ahora las redes sociales, es cuestión de segundos enterarnos de manera gráfica e inmediata sobre los actos violentos y las implicaciones que éstos tienen.

Basta con incursionar en youtube, la TV, la industria del cine para observar una infinidad de acontecimientos llenos de agresión incesante: ¿Qué hay de nuestros alumnos e hijos ante un mundo lleno de violencia?

Hobbes diría: el hombre es un lobo para el hombre y con esta frase se abre un horizonte analítico. Remitirnos a la historia de la humanidad es llevarnos a las raíces mismas de las guerras y todas las modalidades habidas y por haber en donde el hombre se ha impuesto vigorosamente ante el mismo hombre.

Revisar cada uno de los periodos históricos sobre este respecto, escribir en proporción a las diversas situaciones de agresión nos lleva a una componenda socio-cultural e histórica que nos haría especialistas en el tema: violencia de género, violencia escolar, violencia social, violencia familiar, violencia en las relaciones de persona a persona, violencia verbal, psicológica, emocional, entre otras.

Pese a que, en 1789, la Revolución Francesa heredó al mundo Los Derechos del Hombre y el Ciudadano, y abanderó el lema: libertad, igualdad y fraternidad, la violencia se vive en la convivencia más íntima de los seres humanos.

Amparados en la defensa de la dignidad de la persona, pareciera que con ello ya no existen formas de atentar contra la dignidad del otro. Sin embargo, los lineamientos de derechos y obligaciones establecidos en las constituciones de cada país, no han sido garantía en el respeto del individuo en sociedad.

Para nuestro siglo XXl, la violentia[1] es multifascética, tiene tonalidades desde la unidad hasta la ausencia de color: la muerte misma contra la voluntad e integridad de la otra individuo.

Podría pensarse que este hecho socio-cultural de violentar, es exclusivo de ciertos contextos bélicos o circunstancias agresivas, sin embargo, en México no necesitamos vivir  la Segunda Guerra Mundial para identificar el enfrentamiento  civil que afronta el gobierno con los grupos de narcotraficantes más poderosos de la nación. Esta realidad de nuestra nación, pareciera ajena al ámbito educativo que envuelve a maestros, alumnos y padres de familia.

Cuando Víctor Frankl, en su texto, El hombre en busca de sentido, habla sobre su ingreso a los campos de concentración nazis y explica cómo es que en los prisioneros, en sus  primeros momentos de llegada la indignación no se hacía esperar ante los malos tratos, humillaciones, arrebato de sus pertenencias, los insultos y el despojo de la dignidad misma. Ante esta violencia, las protestas e irritación se manifestaban; con el paso del tiempo se convertía en el suceso más común de sus existencia.

En México, los casos la violencia domina todos los sectores y ámbitos.  Los niveles de violencia escolar cobran consecuencias hasta el grado de la muerte. Como maestros, padres de familia y ciudadanos, habría que preguntarnos ¿hemos entrado en un grado de indiferencia tal ante esto que atentar contra la dignidad y la vida de las personas ya no causa ningún asombro? ¿Hemos llegado a un punto de cotidianidad violenta que los sucesos que vivimos en nuestras escuelas y lo que se publica por redes sociales y medios de comunicación son el primer momento para llegar a esto que Víctor Frankl habla en su testimonio de los campos de concentración llamado: la pérdida de la capacidad de asombro (1992)

Y no es que la capacidad de asombro no exista, que la sensibilidad del ser humano sea indiferente, ¿Hacia dónde caminamos como humanos? ¿hacia una sociedad violenta sin capacidad de asombro e indignación?

Frankl, V. (1992). El hombre en busca de sentido. México: Herder.

Valadez, B. (23 de mayo de 2014). http://www.milenio.com/politica/Mexico-primer-bullying-escala-internacional_0_304169593.html. Obtenido de Milenio: //www.milenio.com/politica/Mexico-primer-bullying-escala-internacional_0_304169593.htm

 

[1] De origen latín