DOS MINUTOS
El clásico logotipo de la TV Comercial se imponía en el panorama afuera del estadio. Un locutor con la parafernalia del caso entre una sombrilla entrevistaba a los aficionados que por ahí pasaban.
– Mi amigo, ¿Usted considera que este juego PUMAS—AMERICA es un clásico?
– Pus la mera verdá sí… mire…
Y así, upa, uno tras otro aficionado, al azar fueron entrevistados en directo y sin cortes. Lucio, ciudadano encabronado con la pendejez de la gente del país, tuvo una idea: voy a aparecerme y digo lo que pienso y al fin que la protesta nunca trasciende. Dejó su puesto de camisetas de los Pumas de la UNAM y sigilosamente fue directo al locutor que con una sombrilla encima y uno como jalador con esponja se regodeaba con sus entrevistas. Se acercó y lo llamaron:
– Mi amigo, ¿a qué equipo le va?
– A ninguno cabrón. Infelices promotores de banalidades. ¡Ya basta! Y viendo a la cámara Lucio se lanzó:
– ¡Ya despierten pendejos mexicanos! Se fijan en la baladí y ¿lo trascendente? Por eso tanta corrupción. En lugar de idolatrar a pateadores de pelotas ¡lean!
El entrevistador no sabía cómo cortar y Lucio no soltaba el micrófono. El de la cámara, helado, no atinaba que hacer.
Lucio acercó su rostro
– ¡Ya despierten carajo!
Y sin decir más se alejó. En la televisión hubo desmadre:
– ¡Quien mandó que entrevistaran en vivo!
Y en los hogares –en el 90%– no pasó nada, lo que la gente quería es que ya comenzara el clásico canterano del futbol mexicano.