Enero

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En éste el primero de los meses, el de Jano, aquel viejo dios latino que representaba dos caras; la del pasado y la del futuro, puesto su doble rostro al inicio de las entradas, era dos puertas. Una cara miraba al pasado, otra al futuro.

Conocido como el bifronte. Sus símbolos: la llave, la puerta, el inicio, el bastón, el portero.  Enero, su mes, conmemora e invita al paso del tiempo y las estaciones. Principio y fin, momento de emprender la navegación, la guerra. Cada era que comienza representa una transición, cambio en el espacio y el tiempo.  Todos tenemos los dos rostros de Jano, uno joven y otro anciano. 

Que este mes primero marque también límites  entre lo que está dentro y lo que está fuera, importantísimo delimitar nuestras posibilidades. Decisiones que nos abren y cierran pasos, no físicamente, sino en el aspecto espiritual. Lo interior de nosotros es valioso, sagrado y eterno,  opuesto a otra divinidad romana Términus el dios de los confines, del final. Jano y su enero nos permiten pasar. 

El pater familias, (persona romana que se ocupaba del culto doméstico) era el encargado de la oración matinal, y el primero en mencionar era Jano, Januario, Ianuarios, Enero, se le pedía en favor del trabajo, de los negocios o antes de ritos sentimentales como el matrimonio o la mayoría de edad. Sea cual sea su origen, no está de más, repasar esta tradición que perdura incluso entremezclada con las actuales religiones. 

El Lar Familiaris, el espíritu de la tierra cultivada (también guardián de la fortuna familiar), y Jano, el espíritu de la entrada o ianua  sean benignos con nuestras intenciones para este 2025