JUDO VERBAL, AL RESCATE

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El adversario es un compañero necesario
para el progreso ya que la vida de la humanidad
está fundada sobre esa base.
Jigoro Kano

Durante años, Jigoro Kano fue blanco de las burlas de sus compañeros de universidad, debido a su aspecto frágil. Cansado de las humillaciones que recibía, consideró una buena idea hacerse maestro en el antiguo arte marcial de defensa conocido como Ju Jutsu (Ju Jitsu) y se entregó a esa tarea con tesón.

Una antigua leyenda japonesa habla de cómo, durante una tempestad, el sauce flecta y danza con el viento mientras que las rígidas ramas del cerezo se oponen a su fuerza y acaban destrozadas. Nos enseña que ceder ante la fuerza de la naturaleza da mejores resultados que resistirse a ella. Inspirado por esa historia, y ante su desventaja frente a compañeros más robustos, Jigoro –nacido en 1860, en la ciudad japonesa de Mikage– desarrolló su propia técnica que planteaba utilizar la fuerza del oponente para desequilibrarlo y vencerlo, con un mínimo de esfuerzo físico.

Nacía la Escuela de Judo Kodokan donde JU significa flexible o ceder y DO es el medio, el camino. Su objetivo era trascender el combate cuerpo a cuerpo hacia lo intelectual y moral con el fin de formar personas sanas, fuertes, en armonía con las leyes naturales y útiles para la sociedad.

Los principios de esta disciplina: Máximo de eficiencia con esfuerzo mínimo (Seiryoku zenyo) y Bienestar común a través de la ayuda mutua (Jita kyoei), inspiraron a George Thompson, antiguo profesor, policía y karateca, la técnica del Judo Verbal, dirigida a enseñar a la policía, cómo afrontar conflictos, mediante el autocontrol, la empatía y el diálogo. Thompson, sostiene: cuando reaccionas (oposición), la situación te controla; si respondes (asertividad), el control es tuyo. Este interesante enfoque psicofísico se vale de la inteligencia conversacional, como herramienta para canalizar la energía, en un clima de respeto que resguarda la autoestima.

DOMINAR LA CRÍTICA

Lo sabemos: El diálogo más perturbador y difícil de controlar es el interno, si emerge como autocrítica poco realista, cruel y constante. Esta suele seguir a la observación que nos ha hecho (o creemos que podría hacernos) otra persona. Al margen de lo mal que pueden oírse algunos comentarios desagradables de los demás, son apenas palabras. No pueden dañarnos. Lo que SI puede herirnos es NUESTRA REACCIÓN EMOCIONAL NEGATIVA: los pensamientos denigratorios que nos dediquemos, por causa de esa crítica.

Es importante identificar, lo que sentimos al recibir una crítica expresada en forma subjetiva, torpe o malintencionada y aprender a extraer la información relevante que contiene sin afectar la autoestima. David Burns, en Sentirse bien afirma que, tras la crítica, acostumbramos tomar una de tres rutas: La Ruta Triste, La Ruta Furiosa y la Ruta Alegre.

Las personas depresivas, con baja autoestima o perfeccionistas –incapaces de perdonarse un error– suelen elegir la Ruta Triste: Concluyen, sin análisis, que la crítica es válida. Magnifican la importancia de ésta y en algunos casos generalizan, etiquetándose como inútiles. Aquí, pierde importancia lo que el otro quiso decir, la persona se ha descalificado ante ella misma y su reacción, en general, es ofenderse o retirarse.

Quien elija la Ruta Furiosa, protagonizará una lucha encarnizada contra el crítico, al que etiquetará de monstruo para abajo. No escuchará o admitirá error porque sería aceptar el ataque. Asumirá su defensa con nuevas ofensas y su cuerpo sufrirá los estragos de la ira. Esto es lo que conseguirá: satisfacción momentánea y envenenar la relación. Esta ruta (y la Triste) golpea la autoimagen y las relaciones.

Para recorrer la productiva Ruta Alegre, necesitamos convencernos de dos cosas: 1) Un ser humano no necesita ser perfecto para ser valioso. 2) No podemos perder la ventajosa información que la crítica pudiera contener. ¡Investiguemos!: ¿Hay algo de verdad, en la crítica? ¿En qué me equivoqué? ¿Cómo afecta al crítico, algo que dije o hice? Definido ello, podremos negociar, disculparnos o solucionar, si corresponde.

Si bien existen técnicas específicas para neutralizar críticas cáusticas o burlonas, es indispensable, dominar antes la propia reacción porque de ello, depende nuestro bienestar mental, físico y espiritual.

Para aclarar a qué nos referimos con CEDER, centrémonos en lo que NO deberíamos hacer si queremos generar motivación en el otro para escucharnos y analizar nuestra propuesta.

1. Evitar una orden directa o amenazante. p.ej.: ¡Hazlo así y punto! Esto provoca la resistencia del otro. En ese caso, es mejor invitarlo. p.ej.: ¿Puedes acercarte? Quisiera decirte algo. Y luego, intentar persuadirlo.
2. Impedir a las reglas hablar por nosotros. p.ej.: ¡Porque yo lo mando! Evidencia nuestra ignorancia y desinterés por el otro. Si realmente no hay opciones porque esas reglas son importantes, etc. expliquemos cómo benefician a todos a fin de no perder el respeto del otro.
3. Evitar la confrontación, es vital. ¡Esto no te incumbe!, genera el mismo efecto que el viento enfrentando a las rígidas ramas del cerezo. Muestra tu respeto por el otro y explica por qué no puedes decirle más.
4. Esta es legendaria: ¡Cálmate! Nadie la obedece. En especial, si no estamos calmados al pedirlo. En cambio, podríamos decir al otro, algo similar a Estoy aquí para ayudar, ¿qué necesitas de mí?
5. Omitir el Siempre y el Nunca. No es cierto que alguien haga algo siempre o nunca. Es fácil de refutar y nos deja como mentirosos.
La autora Judith E. Glaser llama conversaciones elevadas a aquellas que inspiran emociones positivas, que invitan al aprendizaje, que llevan a crear nuevos espacios y realidades. Esa alquimia conversacional debe antes enfrentarse; sin embargo, a 5 errores que conocemos, pero no reconocemos:

1. Asumir que el otro comparte nuestro punto de vista. No suele ser así.
2. Permitir que la desconfianza o el temor, afecte nuestra percepción de la realidad.
3. Permitir al miedo destruir nuestra empatía.
4. Asumir que recordamos exactamente lo que antes ocurrió, lo que otro dijo. Tengamos en cuenta que NUNCA es así, sólo recordamos parte de nuestra interpretación sobre lo dicho u ocurrido.
5. El significado no reside en quién habla sino en quién escucha.

Si respetas la inteligencia, bienestar y derecho de opinión de las personas, les das un motivo convincente para hacer un espacio a tu propuesta.

¿Hay excepciones? Si su oponente lo agrede en forma personal, bajo riesgo de escalar de nivel y perjudicar su honor o integridad física, déjele saber que usted no aceptará ese trato y si no recibe una disculpa o cesa la agresión, aléjese de inmediato. ¡Esa no es una crítica! y es claro que su atacante no tiene intención de llegar a un acuerdo. Intentar utilizar en este caso, la energía del otro para sacarlo del combate es podría ser muy peligroso.

En los demás casos, recuerde que si logra vencer la humana tendencia a oponerse a una objeción logrará, con una conversación inteligente y la ayuda (sí, la ayuda) de sus críticos más constantes, girar la situación a su favor, como en el Judo y alcanzar, el bienestar interno así como el éxito deseado. Los adversarios tienen un papel en nuestras vidas y este sabio texto, nos ilustra al respecto:

Imagine que cada ser con el que se cruza se encuentra en un estado de iluminación, con una excepción: ¡usted! Imagine que esos budas están ahí para enseñarle, que sus actos obedecen, exclusivamente, a su bienestar, que su conducta está orientada a impartirle lecciones y colocar los obstáculos que necesita, para despertar. Del libro A Path with Heart, de Jack Kornfield.