KAMA MUTA, CUANDO LO QUE SENTIMOS, DESBORDA EL ALMA

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Las palabras nunca alcanzan cuando

lo que hay por decir, desborda el alma

Julio Cortázar

El sánscrito es la madre de todos los idiomas. Los escritos más antiguos de la humanidad, los Vedas, han sido traducidos a más de cien, desde esta preciosa lengua. La literatura sánscrita engrana refinadas perlas de palabras con significados de gran belleza y sabiduría. Precisamente, uno de sus términos más antiguos y misteriosos, ha sido el elegido para explicar la emoción más bella e intensa en el ser humano: Kama Muta, ¿habías oído hablar de ella? se expresa en la escritura Devanāgarī como काममूत. El antropólogo y profesor de la UCLA, Alan Fiske, ha estudiado su dimensión social en 3,542 participantes, de 19 países diferentes confirmando que se encuentra presente en cada cultura, con ligeras variantes. Sin embargo, lo que ha asombrado al investigador es la falta de términos, en todos los idiomas, que describan la riqueza de la experiencia emocional humana.

En una entrevista para  Psychology Today  contó que, al no existir una palabra para definir esta emoción, decidieron buscarle un nombre: Podríamos haberla llamado Z o 76 –dice  Fiske– pero no hubiera sido elegante y para evitar el bagaje asociado con términos  vernáculos (propios de un lugar o tradición) elegimos una lengua muerta, el sánscrito. En sánscrito Kama es amor y Muta es movido. Kama Muta, movido por el amor. La motivación enciende una chispa y la consecuencia de encender la chispa del amor es incendiar una acción significativa posterior. Eso hace el Kama Muta en las relaciones de todo tipo. En español, la hemos nombrado conmoverse, palabra inmensa, que tampoco es específica. Tal como sugería Julio Cortázar, las emociones son tan personales y viscerales, que en muchos casos no existen palabras para verbalizarlas y entonces toca animarlas, traerlas a la vida.

En el blog A partir de una frase, Andrea lo ha bordado en forma clara y maravillosa:

se hace necesario llevarlas a abrazos, a llantos , a gritos , a caminatas. Pasarlas al cuerpo y darles una dimensión física.

Pintarlas, danzarlas, correrlas, modelarlas, ilustrarlas…

Encontrar otras formas de comunicarlas.

Para reconocerlas, validarlas, y transformarlas para, ahora sí, poder contarlas, conversarlas, escribirlas.

Y hacer de ellas algo comunicable, que nos acerque a la ayuda, a la comprensión, al encuentro.

¿O acaso no hay mejor lugar para aquello que desborda el alma que el continente de otra alma?

 Desde que el ser humano descubrió el lenguaje, ha dado suma importancia a las palabras; sin embargo, creo con firmeza que la belleza de una palabra, no alcanza su brillo máximo si no va respaldada por acciones que la avalen. Hay palabras que se crean y rediseñan, para nominar lo que trasciende el verbo. Kama Muta es una emoción universal con dimensión social porque está presente en la humanidad y se activa con el contacto, es la emoción de la conexión humana. El detonante que despertó el interés científico por ella, es por demás entrañable. Alan Fiske cuenta que fue el amor maternal demostrado por los chimpancés, aquello que la puso bajo el microscopio, y sostiene la hipótesis de que su propósito es evolutivo. Los mamíferos dan a luz crías vulnerables, las madres mamíferos sacrifican sus propias necesidades para proteger, dar calor y alimentar a su descendencia.  En sus palabras: Esta emoción surgió del amor materno, que tiene que ser instantáneo y lo suficientemente fuerte para superar todos los demás motivos. A medida que los humanos evolucionamos, perfeccionamos la capacidad de sentir esta emoción no solo hacia nuestros bebés, sino también hacia otros, cercanos y lejanos, los animales, la divinidad, nuestras naciones, incluso la música y las artes.

 

¿La has experimentado? Por supuesto, que sí. ¿Recuerdas cómo la emoción te anudó la garganta y las lágrimas brillaron en tus ojos, por ese logro que tanto esfuerzo te costó? ¿o aquella vez en que, erizado el vello de tu nuca, hiciste del atardecer tu color favorito? ¿o cuando la mañana en que nació tu hijo te hizo parte del milagro de la vida? ¿o las mariposas, cuando aquel extraño hizo por ti, algo tan grande que apenas podías creerlo?; ¿o cuando los ancianos del asilo que visitaste, te regalaron ¡esa increíble sonrisa!?; hablamos de la emoción que une a un pueblo entero en un abrazo por ganar un mundial de fútbol; y la que sintieron los primeros hombres, cuando refugiados en las entrañas de la tierra descubrieron el calor del fuego. La emoción es positiva porque nos permite expresarnos al extremo, pero a veces el dolor y la tristeza provocan un sentimiento tan profundo que nos conecta al otro, y eso también es kama muta. Esta emoción, tan antigua como el tiempo, ocurre técnicamente, cuando nos hacemos conscientes de las relaciones que compartimos y éstas se intensifican, repentinamente. No siempre el sentimiento sale de mí, puedo testificar kama muta cuando mi hijo contempla a su gato mientras duerme o, cuando en esos populares videos de la red, alguien se reencuentra con un ser querido luego de muchos años. Fiske, añade: Si has sido duro contigo mismo, y puedes superar eso y sentir que te preocupas por ti, tal vez incluso desees darte un abrazo, esta autocompasión puede hacerte sentir un kama muta reflexivo. Este mismo instante, en que hablamos de kama muta podría recordarte cuando lo experimentaste en tu propia vida, o estar atento a vivirlo en el futuro cercano. No le busques otro nombre, ese sentir profundo que no sabes explicar, ese calorcito en el pecho que apura tus lágrimas, esa devoción que te inspira a ser compasivo, amoroso, contigo y con los demás, es real y, ¿sabes, mi querido Julio (Cortázar)? desborda el alma, ¡sin duda!, pero esta vez, existe una expresión universal para ella.