Maestra Alicia

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-He llevado el titulo virtual de maestra, con dignidad, con mucho honor y con mucho orgullo porque me lo dieron unos muchachos hechos y derechos cuando un día, en el Instituto de la Juventud, uno de los buenos discípulos me dijo: “Usted es nuestra maestra y ya”. Y así quedo. –

Alicia Pérez Salazar

 

La Oratoria como relámpago fulgurante va abriendo el camino por el que mujeres y hombres han de transitar llevando al pórtico de las ideas el pedestal de la iluminación; la palabra reviste el pináculo de la existencia, el arma más fuerte por el que los hombres y mujeres forjan un destino más allá del pensamiento, pues la palabra es legado; la palabra arrebata corazones, ilumina conciencias y con el toque de la escritura tiene trascendencia en múltiples generaciones. Por la palabra se conoce a la persona y por la palabra se gestan las ideas, de tal suerte que no hay mejor dicha que vivir con la palabra y arrebatar espíritus a favor de su trascendencia.

Con nostalgia el día 14 de julio de este 2021,  nos enteramos por las redes sociales de la fatídica muerte de una mujer que trascendió su tiempo y su espacio conquistando voluntades, arremolinando conciencias y apapachando corazones,  falleció una mujer que con la fuerza de su acción y la presencia de su palabra; marcó en las generaciones de quienes le escuchamos y le aprendimos a través de sus letras, una simiente para seguir creyendo que México puede ser un país de progreso si el hombre y la mujer trabajan en pro de la palabra que cautiva; aquella que con la fuerza de su conocimiento e ideal construyen nuevas realidades, así entendemos la finura de la maestra, de la líder, de la compañera de vida, de la madre espiritual, de la albacea sentimental y más aún, de la mujer prototipo de lucha, que desde su trinchera hace valer la voz de un pueblo.

Tuve el alto honor de conocer a esta mujer a una edad tardía en mi persona, pero no por ello dejo de atesorar todo aquello que le pude escuchar, observar y aprender; en el club de periodistas de la Ciudad de México era el torbellino que arremolinaba en su rededor a los grandilocuentes de la palabra, quienes como en el circo romano antes de dar inicio a la pelea de las ideas saludaban y honraban a aquella mujer que era sin duda; algo más que la figura de una madre espiritual, era el símbolo de continuidad permanente de la escuela Muñozcotista, escuchar su centellante voz y su particular y transparente pensamiento que lo mismo era para comentar datos sobresalientes de la historia nacional e internacional, que lo mismo servía para hacer observaciones pulcras, objetivas y reales a todos aquellos quienes escuchaba hablar y les incitaba a seguir fomentando el bello arte de la palabra.

Sin duda; todo aquel que le escuchaba se queda prendado de muchas ideas, de pensamientos que le llevarían a la postre a trabajar por un mejor México, por un mejor destino, por una mejor patria y sobre todo a seguir fomentando el bello arte de la palabra; porque esos seres de luz como la maestra Alicia Pérez Salazar son seres que se consumen iluminando y que iluminan y hacen arder la conciencia de diversas generaciones, nos referiremos a ese tipo de personas cuando hablamos de los maestros Horacio Salvador Zúñiga Anaya y José Muñoz Cota Ibáñez quienes fueron dejando en sus letras y en sus discursos, bellas piezas de incitación para que sus alumnos fueran abrevando día a día el arte de Demóstenes, forjando  como el gran Cicerón espíritus fuertes desde la brújula en la que ondea su vida, siempre con la certeza de la dignidad cumplida.

Qué podemos decir de la mujer que acompañará en gran parte de su vida al maestro José Muñoz Cota Ibáñez, el gran orador de México; que convirtió su vida en una escuela permanente para hacer pulcra la palabra, diplomático, poeta, orador ensayista, maestro acompañado de la albacea de su corazón a quien le dirigiera bellos versos de amor y nostalgia, fue Alicia la mujer a la que le dirigía las cartas con las cuales tramontaba su vida cotidiana; la mujer que en la obra “El Henriquista  José Muñoz Cota: Recuerdos de Alicia Pérez Salazar” escrito por Teresa Thompson, nos incita a leer y recordar los bellos pasajes de su amor y su gallardía en el vivir.

El legado que deja a la escuela surgida a la postre del maestro José Muñoz Cota no pudo haber tenido mejor referente que la egregia figura de una mujer que revestida de luz se fue cobijando de los apóstoles del maestro José Muñoz Cota y así, en reuniones de tabernáculo compartía a la sazón los bellos proyectos que fueron cubiertos por aquellos jóvenes en espiral que trascendieron su tiempo y espacio recordando cariñosa y afablemente a su maestro, sin dejar de lado la tarea titánica de la maestra: cobijar y reunir de manera siempre armónica las bellas mentes de los jóvenes en espiral para seguir desperdigando la cultura universal en las generaciones subsecuentes, que constantemente se reunían en los certámenes de oratoria a nivel nacional, estatal y de diversa índole organizados por aquellos que han hecho que la palabra fulgure en el país, así generaciones de maestros alumnos y amigos se hacían oír por la maestra Alicia Pérez Salazar, para después escucharla, pues es que su sola presencia en los concursos marcaba ya un reto a alcanzar, permitirse ser cuestionados y calificados en los certámenes por la maestra era un bello adagio de fortaleza, pero a la vez un momento de reflexión a la hora de la calificación; sin duda la maestra se abrió camino por ella misma, dándose a respetar, a querer y a entender por todos aquellos que le escuchaban.

Es ahora nuestra responsabilidad hacer que las palabras emergidas en la literatura y discursos del maestro Muñoz Cota dirigidas a la albacea de su corazón, la maestra Alicia Pérez Salazar, vayan tomando rumbo y forma; es necesario hacer realidad los sueños y visiones culturales, sociales, políticas y humanitarias de la maestra Alicia y llevarlas concretamente al púlpito de los hechos, al monstruo de la realidad; es allá donde hay muchas voces que siguen siendo calladas, donde hay mujeres que siguen esperando una oportunidad para poder hablar, allá en donde hacen falta mentes que sean inyectadas con el ideal de la rebeldía para poder liberarse de la opresión que ha causado la indiferencia, la falta de preparación y por sobre todo el hilo redentor entre cultura, civilización y palabra; porque ese será nuestro gran recuerdo para la maestra: ¡que se sienta orgullosa de la generación Muñozcotista!, ¡que vea como esas semillas se fueron dando en tierra firme y que hoy hay un resultado positivo en su enseñanza! y que al lado del maestro José Muñoz Cota se sienta dichosa de ver que esta espiral enorme de jóvenes mujeres y hombres han trascendido el tiempo en la palabra, llegando a los hechos para convertirlos en acciones firmes en favor de la patria.

Por eso nos sentimos orgullosos de decir en honra a la maestra Alicia Pérez Salazar que: ¡la mujer es su palabra!, que la mujer debe de ser escuchada y entendida en nuestros tiempos, que también es guía, un referente de nuestra fuerza y por sobre todo; nuestro binomio perfecto para llegar a un plano verdadero de igualdad, a un verdadero sentir de que las voces de nadie pueden ser sojuzgadas, que hemos de abrir paso a una nueva generación de oradores que estén dispuestos a llevar el legado de estos dos grandes personajes Alicia Pérez Salazar y José Muñoz Cota quienes han partido de este mundo terrenalmente pero nos ha dejado el espíritu de su trabajo cotidiano para hacernos entender que la preparación no puede ir peleada con la condecoración.

Sirvan pues estas pequeñas líneas para reconocer a una mujer que ha dejado marcada la vida, conciencia y corazón de diversas generaciones no solamente en México sino a nivel Latinoamérica, puesto que el Foro Latinoamericano de Oradores ha difundido y seguirá difundiendo el paladín de esas bellas notas que la maestra Alicia nos regalará; que los homenajes más hermosos que se puedan tener en estas exequias a nuestra querida maestra sean para demostrar que en México mujer y hombre tienen la concepción de la palabra más pulcra, más real; pero sobre todo la más comprometida, pues los oradores de México y de América Latina podemos dar todavía mucho por servir a nuestra patria y cuando la palabra pierda sentido ahí estarán los jóvenes, dispuestos a hablar para refrendar el compromiso con la palabra, por la palabra y para la palabra, porque no podemos callar las realidades latentes del mundo. Estamos convencidos de que el día que nos encontremos en el infinito habremos de hacer que la estrella fulgure porque la palabra, la palabra sigue ardiendo… hasta siempre maestra.