Un conflicto, una oportunidad

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“La paz no es la ausencia de conflicto, sino la presencia de alternativas creativas que nos ayuden a solucionar el conflicto”

Jimmy Hendrix

En la sociedad globalizada en que vivimos, es habitual tener acceso a la información de una manera eficaz y oportuna; es frecuente escuchar hablar sobre los conflictos que se generan en el mundo, observar en los noticieros la rispidez social y el caos en que se convierte la convivencia social; habrá que entender que estamos normalizando la violencia y el conflicto, como algo habitual en nuestras vidas, sin dar la observancia sigilosa que requiere esta problemática; esta situación no pertenece a un país en particular, es el reflejo de las formas de entender la vida a nivel global.

Hablar del conflicto en la actualidad es reflejo de la falta de empatía, de la divergencia social asociada a estilos de vida modernos, más egocéntricos y más individualistas, es evidente; que el conflicto tiene su origen en un combate por obtener el poder, lucha permanente por querer imponer nuestras propias ideas, pelea constante por obtener una victoria que debe ser reconocida por la sociedad; así, entendemos que el conflicto es en esencia una disputa, en la que el vencedor no siempre es la persona adecuada, pues donde algunos encuentran soluciones otros tantos encuentran problemáticas.

Hemos entendido que los conflictos surgen por diversas fuentes, los especialistas refieren que un conflicto empieza en la mente, de manera interna, un conflicto empieza no como se cree acostumbradamente ante la rispidez entre dos o más personas; sino que éste se puede dar de manera unipersonal -en los pensamientos de la persona-, es curioso destacar que la peor batalla que tiene la humanidad es consigo misma. Enfrentar los retos de la vida trae aparejada la aceptación personal, la resiliencia como factor de modernidad y una la lucha encarnecida por defender las posiciones individuales con defectos y virtudes, con ventajas y desventajas, con características propositivas y de negatividad; así, entendemos que un conflicto surge cuando una idea choca con la otra.

En nuestro caminar encontraremos conflictos que se dan entre individuos de un mismo núcleo social, quienes a través de la constante comunicación y la reciprocidad de ideas no siempre tienen que llegar a un mismo planteamiento generando una confrontación, que debería tener su culmen en la búsqueda de una solución en común; si se traspasa la barrera del conflicto interpersonal se puede llegar a un conflicto grupal, entendiendo el estado real de una sociedad que aunque trata de unificar ideas, termina enraizada en su propio mal o el nulo entendimiento.

No podemos dejar de lado que un conflicto en el ámbito grupal se puede convertir en un conflicto nacional e incluso en un conflicto internacional y que este tipo de adversidades deben encontrar su cauce en un mejoramiento social, en la lucha por engrandecer las virtudes sociales, en un verdadero beneficio colectivo; la nueva educación nos incita a manejar correcta y prudentemente la inteligencia emocional, apreciando que donde antes se encontraban dificultades y desavenencias hoy se pretenden encontrar acciones de mejora, áreas de oportunidad y lo mejor, actos constructivos en favor de la humanidad surgidos de la empatía, logrando el mejoramiento social.

En el devenir histórico se nos ha enseñado que los conflictos se resolvían a través del sistema de Justicia, dejando en manos de un tercero la oportunidad de encontrar una solución, que no siempre resultaba la más acorde a las necesidades de las personas en disputa; situación que tiene que cambiar, la sociedad debe entender que la solución de un problema empieza justamente en donde se crea, es decir: en el interior de las personas, en la voluntad y el deseo de cambiar esa realidad, en la oportunidad de mejorar a través de nuestros propios actos; es momento de despresurizar el sistema de Justicia, procurando una cultura de paz, de legalidad, de legítimo respeto al Estado de Derecho, de corresponsabilidad con nuestro entorno.

Atrás quedaron los tiempos de la Ley del Talión, donde la justicia se aplicaba bajo la maxima: «ojo por ojo y diente por diente», nuestra civilización representa el punto de sinergia a través del cual las nuevas generaciones encontrarán una mejor forma de dirimir las controversias, ajustando voluntades, enfrentado realidades, pero con la convicción firme y contundente de encontrar soluciones a las adversidades, porque ese es el reto de la nueva justicia, ese es el devenir de la solución de conflictos: encontrar oportunidades en las debilidades, generar puentes que nos permitan descubrir formas nuevas de convivir.

Es evidente que si la sociedad evoluciona también deben evolucionar sus formas de convivencia, debemos apegarnos a las nuevas realidades surgidas a la sazón de una manera diferente de entender la vida, diferente a la entendida por nuestros originarios, nuestros antecesores, para darle sentido y rumbo a la modernidad. En la actualidad se habla de medios y alternativas para dar solución a los conflictos no solamente ante un juez que dirima las controversias conforme a lo que establece la ley, si no más allá; a través de la voluntad de las partes o bien auxiliados de un tercero imparcial al conflicto que va a dirimir la controversia conforme a lo planteando en el diálogo conflictual, soluciones surgidas de la interacción que tienen las partes; por eso es necesario encontrar una nueva forma de hacer que los conflictos se minimicen y que la apertura a las soluciones se maximice.

Afirmamos contundentemente que una de las características del ser humano es la capacidad de hablar, la oportunidad del diálogo como eje rector que perfecciona la convivencia humana y nos ayuda a entendernos; la palabra es el halo de luz que hace encender la hoguera del entendimiento; para solucionar un conflicto es necesario reforzar nuestra capacidad de diálogo, de apertura a las ideas, de verbalizar nuestras inquietudes, de aprender que la palabra lleva en sí el filo que corta las trabas, la palabra refrenda al ser humano las virtudes y capacidades que debe acrecentar en la medida de sus potencialidades.

Bajo este tenor, debemos pensar en los intereses propios pero también en los intereses de aquellos inmiscuidos en una controversia, debemos pensar en los intereses sociales y también en los grupales, en los de la estructura, de la nación y de la humanidad, pues sólo así podremos entender que donde existe un conflicto también existen puntos de acuerdo; que si bien el debate nos enseña a hacer imperar la idea, las nuevas teorías afirman que se trata de concentrar puntos de coincidencia, ejes a través de los cuales las soluciones se plantean para obtener una ventaja en ambos frentes, es decir; que las pérdidas sean mínimas y las ganancias mayores, esto nos debe invitar a analizar cada una de las nuevas teorías sobre los medios alternativos de solución de conflictos.

Hagamos que como sociedad nuestra palabra valga, que nuestros intereses sean respetados, que nuestros derechos se defiendan, pero seamos precisos: hoy más que nunca necesitamos aprender a escuchar y a hablar, hacer sinergia en un binomio del entendimiento, conocer es conceder y conceder nos invita a crecer porque de esta manera y bajo esta línea podemos esforzarnos para lograr que los conflictos sean menos, hoy la sociedad mexicana y mundial requiere paz, requiere soluciones y propuestas; hagamos un alto a la violencia, a la inseguridad, a la incertidumbre, demos paso a soluciones prácticas, a ideas de integración social, a una verdadera cultura de la paz, a un estricto respeto al Estado de Derecho; hagamos que la convivencia nos pueda conducir, si así lo decidimos; hacia la reivindicación y la fraternidad porque siendo iguales, los hombres serán realmente libres.