Este río es mi pueblo
Este río es mi pueblo (Editorial Apogeo, 2022) es el libro de microrrelatos más reciente de la poeta y escritora peruana Fabiola del Mar (Lima, Perú, 1968). Entre sus libros destacan: El gran salto (2018) y Los escogidos (2020). Sus poemas y cuentos forman parte de diferentes antologías, publicaciones colectivas y virtuales.
Compartimos una nota inédita sobre Este río es mi pueblo, del poeta y crítico peruano Miguel Ildefonso.
Jorge Luis Borges en El Cuento y Yo, una conferencia, dijo que el escritor es un amanuense, él recibe algo y trata de comunicarlo. Y no es que recibe algo dicho con palabras exactas, sino es algo que lo impele a comunicar. El arte de comunicarlo, por tanto, depende de la destreza del escritor. En Este río es mi pueblo (Editorial Apogeo, 2022) de Fabiola del Mar nos encontramos con 54 microrrelatos que, con la precisión de su lenguaje y el buen manejo de la tensión de las situaciones, nos comunican ese algo que, llámese belleza o epifanía, podemos hallar también, y con la misma potencialidad, en los cuentos largos o, incluso, en las novelas. La brevedad de un cuento puede albergar toda la inmensidad y la verdad de la existencia.
Desde el título, que es un verso del poeta Alejandro Romualdo, se configura un lugar que, más que ser estático, en una mirada nostálgica, fluye y está activo. Ese lugar es la ciudad de Lima en su constante cambio y, a su vez, permanencia. Y es que la memoria permanece en las palabras; por eso, la primera parte del libro se titula Palabras de un río en el que discurren personajes de distintos tiempos como el perro buzo, el petiso o el guitarrista entrando a la Peña el Pinglo. La ciudad, en su ironía, humor ácido y tragedia, bajo la carpa de un circo gris, se retrata en su parodia de modernidad, como vemos en Caja de cambios, y en los lazos frágiles de sus habitantes, como vemos en El plagio.
Peter, uno de los personajes que más dejan su impronta en el lector, trata de situarse en la modernidad de la avenida Javier Prado; y los poetas y los ratones podrían compartir lo dicho en una de sus líneas: El mundo es de los que miran bonito a pesar de todo, aunque no sepan con certeza a dónde van.
Entre los semáforos de este pueblo, entonces, sentimos cómo ese algo nos deja perplejos, ese algo que vemos en aquellos esposos resignados al vacío o en el insomne o en don Humberto, que son otros personajes de esta Lima intemporal y que, en su gristumbre, apenas parpadea al mirar el incendio en el Mercado Central.
En la segunda parte, Este río es mi cuerpo, la narración se hace más sensible; de la tragedia social y de la parodia, los cuentos ahora hurgan en la intimidad y en los afectos a flor de piel. Decíamos con Borges que el escritor es un amanuense, pero aquí también podríamos decir que es un poeta. El amor es una flor disecada con esmero entre las hojas de un libro, nos dice la narradora-poeta.
Entre los sonidos y los olores la escritura se oye a sí misma, se respira aquel otro cuerpo, se reconoce su identidad, se siente el calor de la amada amante, en esa sensibilidad que, luego, se vuelve vulnerabilidad, y que hay que proteger de la infausta e inminente violación, esa otra tragedia que se calla. Aquí los gatos lucen su erotismo y los perros su libertad.
Pueblo, palabras y cuerpo, todo finalmente desemboca en el lector. Somos el río, decía Borges en un poema, y allí, en ese fluir, nos miramos como Heráclito, allí o aquí, nos reconocemos, en este breve y hermoso libro de Fabiola del Mar, su primer libro de narrativa.
— Miguel Ildefonso
Calle NN, invierno, 2022
El perro buzo
Sobre las barandas del puente del Ejército, una multitud seguía el nado de Jack, labrador mestizo de color incierto. Su cabeza entraba y salía buceando entre las aguas, piedras y barro del río, sin hacer caso a los gritos de los ocasionales rescatistas que intentaban salvarlo de la furiosa corriente. Se sujetó por un instante a una piedra, pero ya sin fuerzas siguió su ruta hacia la muerte. A la altura del puente viejo, un mendigo, al que la rabia le ha borrado la sonrisa, pescó un pez de cuatro patas. Lo fileteó y lo cocinó en una paila con un gran tronco de leña ¿Qué pescado es?, preguntó su compañero. Es un perro buzo, contestó, sólo come.
— De Este río es mi pueblo (Apogeo, 2022)