INVENTARIO: JOSÉ EMILIO PACHECO
¿Cómo valorar a un Poeta multipremiado? ¿Cómo valorar a un narrador y cuentista multipremiado? ¿Cómo valorar los tres tomos que abarcan de 1973 a 2014, en artículo o pequeños ensayos —que sorprenden por su sabiduría y labor de investigación—, publicados en la revista Proceso durante 40 años?… de nueva cuenta la lección de quien siendo poeta o narrador termina en el mundo del periódico construyendo un monumento a la inteligencia, a la sabiduría, a la persistencia del trabajo que no se detienen mientras el personaje está en vida. Así, José Emilio Pacheco, que nos deja la lección de todos los grandes genios: para construir una gran obra que de orgullo a los seres humanos hay que trabajar a diario y a toda hora. El método José Emilio Pacheco está aquí, no en sus obras de poesía que le dan premios tan importantes como … en el ámbito internacional recibió los premios José Asunción Silva (Colombia), José Donoso y Pablo Neruda (Chile), Octavio Paz, Ramón López Velarde y Alfonso Reyes (México, hasta culminar en España con los premios Federico García Lorca, Reina Sofía y Miguel de Cervantes. Sólo estos títulos nos darían para ser tan orgullosos como lo somos por José Emilio; en este caso, debo citar el premio Rey Poeta Nezahualcóyotl, que se le entregó en uno de los Encuentros Nacionales de Poesía del Estado de México por parte del H. Ayuntamiento de ciudad Nezahualcóyotl, recordando que en ese día fue la misma Cristina Pacheco —su esposa— a recibir dicho reconocimiento, pues al parecer José Emilio había ido fuera a recibir el premio Pablo Neruda al país de Chile. Con la sola carrera de poeta bastaría para decir que es un mexicano enorme el que hizo tal obra poética que todos amamos. Pero no basta con ello, pues su obra narrativa y en cuento y relato es otra virtud que admira por demás.
Su biografía dice, en la solapa de los tres tomos que abarcan más de 2100 páginas admirables todas ellas. Se aclara en dichas introducciones que el poeta, narrador, ensayista y columnista pidió que su columna Inventario no fuera publicada en toda su obra, sino que se hiciera una selección de esos 40 años de duro batallar semana a semana. Al mirar su narrativa destaca lo que se lee: José Emilio Pacheco (ciudad de México, 1939-2014) empezó su trabajo al lado de Carlos Monsiváis y Sergio Pitol en las revistas Estaciones y Medio Siglo. A los diecinueve años publicó sus primeros cuentos en el libro La sangre de medusa, al que siguieron El viento distante y El principio del placer. A su novela Morirás lejos la sucedió otra de muy distinta índole: la magistral novela corta Las batallas en el desierto. Al leer su extenso curriculum comprendo el porqué había dejado de hacer vida social o cultural y literaria. El porqué se negaba a ir a todo tipo de presentaciones de libros, autores o muestras de arte y musicales. Recuerdo mi plática con el maestro Carlos Monsiváis, quien me decía que José Emilio había cambiado mucho, pues de la vida bohemia que algún día llegó a vivir, ahora era exactamente lo contrario, no salía por ningún motivo. Todos los sabían, aunque les enojaba que hiciera ello: leer, investigar y escribir. Al ver los tres tomos de su columna Inventario, y saber que sólo representa un tercio de todo el material que se tiene reunido, y que el poeta, ensayista y periodista dejó dicho que no quería que se publicara todo, por un prurito de que no todo tuviera el alto nivel que se encuentra en el material de más de 2100 páginas que abarcan estos tres tomos publicados por Ediciones Era, El Colegio Nacional, Universidad Autónoma de Sinaloa, Dirección de Literatura de la Universidad Nacional Autónoma de México. El esfuerzo colectivo lo vale, así se deben recuperar las grandes obras de nuestros grandes escritores. Este libro que he investigado me ha permitido revalorar aún más las tareas de los grandes periodistas que además tienen en sus fortalezas intelectuales y en su talento el amor por otra área de la cultura humana.
En José Emilio Pacheco se nota claramente que el literato no está apartado de aquél que está cerca de los talleres donde se hace el periódico, donde se crea la nueva revista que ha de formar a los nuevos lectores hacia una ciudadanía más civil y educada. Inventario en estos tres tomos es una enciclopedia de temas, a cual más interesante, a cuál más comprobando que en el poeta y narrador teníamos al ciudadano cierto de fines del siglo XX y principios del XXI. 75 años vivió y se nos fue muy joven. Porque jóvenes siempre fueron sus escritos en toda índole que haya abarcado. Ciudadano de la modernidad, de la edad contemporánea que sabe que habla a sus iguales. Y lo hace, sin poner su alto talento o su intelectual que deslumbra por encima de sus iguales: no fue nunca el soberbio que se atreve a decir a quien le habla: ¡Usted, llámeme Doctor!… esa forma de responder a quien le ha dirigido la palabra con el sólo deseo de hacerle una pregunta o, para pedirle un autógrafo. No, José Emilio Pacheco fue uno igual a todos los que le veían o que desde lejos pensamos en él como un mago de las letras y de la cultura. Su Inventario es una suerte de bola mágica donde se puede ver todo de todo. Desde Salvador Allende, el presidente asesinado por la CIA y el dictador Augusto Pinochet, hasta repasar la poesía en Rimbaud, Jaime Torres Bodet, Pablo Neruda, Manuel Acuña, Amado Nervo, Ramón López Velarde, Carlos Pellicer, Elías Nandino, Efraín Huerta, José Santos Chocano, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Octavio Paz, Walt Whitman, Saint-John Perse, Rainer María Rilke, Ezra Pound, Jorge Manrique, Vicente Aleixandre, Petrarca, Francisco de Quevedo, Luis de Góngora y Argote, Salvador Díaz Mirón, etcétera. No hay nada que ignore este lector de los más brillantes que ha tenido México: lector igual al poeta Alí Chumacero, quien también se quejaba que José Emilio ya no asistiera a las reuniones de amigos y escritores en tiempos —tan cercanos aún— que son el fin del siglo XX y, al entrar al siglo XXI. La muerte de Alí Chumacero en 2010, y de Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco, en 2014 sigue siendo tragedia para nuestra cultura.
Hoy, nos hacen más falta que nunca ante un país que parece desbastado ante tanta inseguridad y delincuencia. No es extraño que al preguntarle al maestro y poeta Alí Chumacero si fueron mejor sus tiempos que los nuestros, contestara, que … los pasados habían sido mejores para México. Su Inventario, está lleno de poetas, pero también de narradores: Gabriel García Márquez, Thomas Mann, Jack London, Martín Luis Guzmán, George Sand, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, León Tolstoi, James Joyce, Henry Miller, Gustavo Flaubert. Ernest Hemingway, Franz Kafka, etcétera. Es decir, en poesía y narrativa, nada se le escapaba a este literato que fue un por lo que vemos un bibliófilo de grandes alturas. Cito al vuelo un texto de su Inventario: Roberto Lowell (1917-1977) “Miseria de la poesía” / Aeropuerto de San Luis Misuri, martes 13 de septiembre. Un vuelo a Kansas City se ha retrasado. En la sala los pasajeros leen noticias de las inundaciones en el St. Louis Post-Dispatch. Todos sin excepción pasan por alto lo que se publica a tres columnas en la página 6: “Robert Lowell Dies, Prize-Winning Poet”. Ha muerto el primer poeta de su país y su muerte queda completamente oscurecida por las desapariciones de Leopold Stokowski y poco después de María Callas. ¿Para cuánta gente un poema de Lowell significaría lo que una canción de Elvis Presley? La música habla para todos. Involuntariamente, irremediablemente elitista, la poesía sólo alcanza en realidad a quienes comparten un idioma y unas circunstancias concretas históricas y geográficas. Si sale de las aguas de su lengua la poesía se asfixia. A veces puede rehacerse, pero no traducirse. En estas viejas condiciones nada más natural que el fallecimiento de Lowell pasara, cuando menos hasta ahora, inadvertido entre nosotros. El escritor que reporta el fallecimiento de un ser humano. El poeta, sabe, que si tocan las campanas, recordando el poema de John Donne: es porque doblan a muerte, por uno mismo. Así, Adiós a las armas, de Ernest Hemingway. Así José Emilio, el genio, que trascurrió caminos de la palabra y las letras, como si hubiera nacido sabiendo todo. ¡No! fue el trabajo de cada día y noche en un 99% y, el uno por ciento de genio, que le dio la madre naturaleza en el mundo de las letras.