Xinantécatl

Views: 700

Amado señor de las ventiscas,

las nieves efímeras te coronan

y las aves de altos vuelos no vienen 

hasta ti a contar tu historia. 

Los cardos, flores, amarillos,

soportan la tiniebla diaria

y el sol perenne y próximo

que deshiela tus faldas.

Prodigas entonces las calmas aguas

de los espejos, de azules lunas

sin corales, piedras de lava.

Místico paisaje del que perece

apenas sube tu espalda escarpada.

Aquí vinieron a morir algunos 

no por llamado, sí  por destino.

Y uno se queda tan pequeño

mirando la pequeñez de su infortunio.